El mundialmente famoso teatro de Harlem que lanzó una carrera tras otra, fue testigo de una revolución sociocultural y acogió a artistas, escritores, comediantes y músicos durante décadas, es ahora entronizado en la pantalla grande.
«The Apollo», el documental que inauguró el festival de cine de Tribeca el miércoles, cuenta cómo el club burlesco fundado en 1914 se transformó en una cuna de estrellas desde los años 30, y explica su rol clave como refugio de artistas negros que abrieron nuevos caminos, al tiempo que desafiaban la opresión racial.
Hoy The Apollo sigue siendo un faro de oportunidad, inclusividad y orgullo, dijo el cofundador del festival de Tribeca, el actor Robert De Niro, antes del estreno del filme.
«En estos tiempos inquietantes, cuando el gobierno promueve la división y el racismo, estamos dejando claro esta noche al estar aquí que rechazamos todo eso», dijo el veterano actor, conocido por sus críticas al presidente estadounidense Donald Trump, bajo una salva de aplausos.
En declaraciones en la alfombra roja, De Niro, que creó el festival en 2002 para revitalizar Manhattan tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, destacó el significado del lanzamiento del documental en el mismo local que es celebrado, que consideró el lugar perfecto para el estreno.
«The Apollo es Nueva York», afirmó.
Un referente histórico
El filme, que será difundido por el canal de cable estadounidense HBO este otoño boreal, recorre la historia del teatro como un lugar clave para la innovación artística, sobre todo en la comunidad negra.
Uno de sus mayores artistas es James Brown, el padrino del soul, que aparece regularmente en el Apollo, donde grabó uno de los álbumes en vivo más aplaudidos del mundo de la música.
El filme destaca en particular su monumental disco funk de 1968 que presentó a los estadounidenses un desafío: «Say It Loud, I’m Black and I’m Proud» (Dilo fuerte, soy negro y soy orgulloso).
«The Apollo es tradición. Es un referente. Es un lugar que siempre debe quedar en pie. Es uno de los cimientos y una gran parte de la historia de la música negra», dijo la legendaria cantante Smokey Robinson antes del estreno.
El filme explora el rol crucial del local en incontables carreras artísticas a lo largo del siglo XX, incluida una viñeta memorable de una joven y tímida Ella Fitzgerald que se olvida de la letra de una canción, recurre al canturreo y luego se convierte en la reina del jazz, no mucho después de su presentación en la noche amateur que el teatro celebra cada semana desde 1934.
También muestra imágenes de una adolescente Lauryn Hill que culmina su presentación a pesar de los abucheos, el público en el Apollo es especialmente duro, y que terminará endiosada como una de las voces femeninas más importantes del hip hop.
Pero aunque el documental se enfoca en la música, a través de las puertas del Apollo pasaron grandes como Aretha Franklin, Ray Charles, Diana Ross, Duke Ellington, Will Smith y Snoop Dogg, también muestra el lugar como un testigo esencial de la tumultuosa historia de Harlem, un epicentro de la organización por los derechos civiles y los disturbios por la persecución de estadounidenses negros.
«Esta es la historia de la lucha y la cultura afroestadounidense», dijo el director de la película, Roger Ross Williams, quien vistió para el estreno un traje iridiscente del amado diseñador de Harlem Dapper Dan y gafas de sol de Gucci.
«Usamos la música para levantarnos de nuestra opresión. Este es el lugar donde ocurrió todo», dijo el cineasta.
Cuna de grandes
El peso cultural del teatro inspiró a uno de los invitados más famosos del Apollo en la historia reciente, Barack Obama, a empezar a cantar en el escenario en 2012.
«I’m… so in love with you», entonó el entonces presidente en una breve interpretación del clásico «Let’s Stay Together» de Al Green.
Pero al mismo tiempo que rinde homenaje al pasado, «The Apollo» también considera su futuro como un hervidero artístico en vida, más que como un altar a las leyendas que creó.
«No es solo la historia del Apollo o la historia de Harlem, es la historia de Estados Unidos, en un momento en que necesitamos reconocer de dónde viene la grandeza, y cómo podemos proyectar conversaciones importantes al futuro», dijo Lisa Cortes, una de las productoras del filme.
El teatro, que en los años 70 tuvo que declarar la quiebra, fue declarado un monumento municipal y estatal en 1983. Es ahora una organización sin ánimo de lucro que es propiedad del estado de Nueva York.