Espectáculos

Miguel Ferrari: "El cine venezolano debe resistir a la crisis"

La comunidad cinematográfica venezolana debe perseverar pese a la crisis en el país, estima el director Miguel Ferrari, cuyo nuevo filme La noche de las dos lunas rodó íntegramente en Caracas pese a "complicaciones de todo tipo"

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FOTOGRAFÍA: EFE

Después de cosechar éxitos con su ópera prima Azul y no tan rosa (2012), su segundo largometraje, una historia sobre la maternidad subrogada en clave de melodrama, se estrena en salas este viernes en España y en octubre en Venezuela.

«Lo que necesitamos es seguir trabajando para que cuando haya el cambio (político) que todos deseamos no nos agarre desprevenidos, hay que seguir preparándose, hay que seguir luchando», indicó Ferrari desde Madrid.

El sector cinematográfico en Venezuela ha menguado por la crisis económica, la peor del país petrolero en su historia reciente, lamenta Ferrari, radicado en España desde hace varios años.

Cuando rodó La noche de las dos lunas a mediados de 2016 «fue muy complicado y hoy día no entiendo cómo lo hacen» otros directores, señaló.

«Había complicaciones de todo tipo, había un desabastecimiento brutal, se perdió mucho tiempo porque el camión que genera la electricidad se dañaba y teníamos que parar, dar de comer a un equipo de 60 personas durante 8 semanas, fue durísimo», recuerda el también actor.

«Fue complicadísimo (…) ver como teníamos limitaciones por todos lados, de horario, de seguridad, de locaciones que no se podían usar porque era peligroso», concuerda Mariaca Semprún, una de las protagonistas de la película.

«Es de locos o de valientes emprender un proyecto como este en Venezuela, y ahora lo sería el triple porque se ha complicado todo muchísimo más», dice Semprún, una de las pocas del elenco que para ese momento aún vivía en Venezuela. Poco después la también cantante emigraría fuera del país.

Abrir el debate

En la coproducción hispanovenezolana, Semprún encarna a Fabiola, una mujer que acude junto a su marido a una clínica de fertilización, justo el mismo día en que lo hace Federica (Prakriti Maduro), una mujer soltera que recibe el esperma de un amigo homosexual.

La clínica intercambia por error los embriones. Fabiola sufre un aborto y luego se entera de que realmente su bebé lo está gestando Federica. Surge entonces la gran interrogante: ¿Quién es realmente la madre?

«A mí me interesa hablar sobre los nuevos tipos de familia, en el sentido más evolucionado de la palabra, (…) abordar un tema del que hay que hablar, la maternidad subrogada, y abrir el debate sobre qué es lo más importante, si lo biológico o lo afectivo», explica Ferrari.

Con enredos amorosos, revelaciones impactantes y situaciones límite casi absurdas, la película, basada en una historia real ocurrida en Italia, está impregnada de melodrama, un género que para Ferrari ha sido «totalmente vilipendiado».

«Y no entiendo por qué, porque es un género como cualquier otro. (Pedro) Almodóvar ha hecho todo el melodrama que te puedas imaginar y ha hecho grandes películas», defiende Ferrari, admirador del realizador manchego.

«El país que teníamos»

El director también hace un homenaje a Caracas, cuyo mejor rostro es mostrado en la película, en la que destaca el verde del Ávila, la montaña que enmarca el norte de la ciudad.

«Para los venezolanos es una inyección de positivismo, (…) Es bueno que los venezolanos recordemos todos la ciudad o el país que teníamos y no acostumbrarnos a que sea normal lo que está pasando hoy», dice.

Ferrari está a la expectativa de ver cómo será recibida la película en su país natal, luego del éxito en taquilla de Azul y no tan rosa, la primera cinta venezolana en ganar un Goya a mejor película latinoamericana.

En cualquier caso, señala Mariaca Semprún, será «un regalo» para una audiencia que «necesita desesperadamente de estos refugios» como el cine, el teatro o la música: «Por un momento comienza a sentir que no todo está perdido».

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