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¿Se convertirá “The Suicide Squad” en la mejor película de superhéroes?

Nadie lo esperaba, pero la película dirigida por James Gunn ya es un éxito de crítica. Y también es una apuesta a la competencia más feroz. Parecía un proyecto imposible, pero gracias a un error de su rival, DC amenaza con cambiar la historia del género

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Suicide Squad

Hace unos pocos días, Warner anunciaba que “sin duda”, la película “The Suicide Squad” (2021) no sería la última participación de James Gunn en el Universo DC. Por otro lado, Marvel declaraba que un atípico especial navideño basado en el éxito “Guardianes de la Galaxia”, se estrenará en el año 2023, antes de la tercera parte de los piratas galácticos más populares de la Casa de las Ideas.

Ambos anuncios (casi en simultáneo) demuestran que las relaciones de poder entre las grandes franquicias están a punto de cambiar. Y esto gracias a dos situaciones en apariencia independientes: un error de Marvel y una rápida decisión de DC. Entre ambas cosas, es evidente que la que está a punto de convertirse en una de las mejores películas de superhéroes del año, es producto de un ingenioso juego de expectativas que terminó por ser una sorpresa cinematográfica.

James Gunn, despedido en el 2018 por una serie de Tweets que Marvel consideró “imperdonables” y Disney “escandalosos”, terminó por llevar adelante un proyecto impensable, que además se convirtió en la prueba de una nueva forma de hacer cine. “The Suicide Squad” es un éxito de crítica, toda una rareza para el cine de superhéroes. La que se consideró “la película imposible” y que por varios años fue un proyecto incómodo, encontró su lugar. Y lo hizo gracias a que James Gunn recibió toda la libertad que David Ayer —director de la anterior versión de la película— no logró.

“The Suicide Squad” de James Gunn es un recorrido desquiciado, caótico y brillante por el universo de DC. Lo que pudo ser la película de David Ayer, la versión de Gunn lo es a todo su electrizante potencial. Desde el humor de doble sentido, el subtexto salvaje y subversivo, hasta la connotación del entretenimiento convertido en un mensaje, James Gunn logra convertir a la película en la que nadie tenía fe en un espectáculo embaucador, vulgar y extraordinario que revitaliza el género de las películas de superhéroes.

Pero la historia es mucho más compleja que un final exitoso a un trayecto incómodo. Y comienza con la percepción de cómo nuestra cultura comprende el cine de entretenimiento puro. Si para buena parte de la audiencia, el cine de superhéroes es de una trivialidad casi infantil, la batalla que acaba de ganar Gunn demuestra su valor. Algo más que una travesura de conceptos, un poco menos que un riesgo lucrativo, “The Suicide Squad” es un recorrido por varios puntos complicados de algo más elaborado. De hecho, es la conclusión de la confluencia de varias lecciones sobre el cine contemporáneo.

Tanto Marvel como DC, aprendieron acerca de las relaciones con el público. También, de cómo un error significativo, puede beneficiar a la competencia.

Suicide Squad

Entre una y otra cosa, hay una perspectiva de considerable importancia sobre lo que la audiencia exige y también, el cine ofrece. “The Suicide Squad” logró demostrar que el cine con personalidad, transgresor y no del todo cómodo es posible. Y lo es, en la época en que las grandes franquicias atraviesan transiciones. Una mirada interesante a lo que vendrá en el futuro en el cine de entretenimiento.

La reivindicación del cine incómodo

Para cuando James Gunn llegó a la producción de “The Suicide Squad” en el 2018, atravesaba quizás la peor época de su vida. Acababa de ser despedido de forma ignominiosa de Marvel, que decidió prescindir de sus servicios y dejar claro que la conducta del director no representaba “la identidad del estudio”. El golpe de efecto fue lo suficientemente duro como para llevar al director a un lugar inconcluso y brumoso del mundo cinematográfico.

Eso, a pesar que “Guardianes de la Galaxia Volumen I” se había convertido en un inesperado éxito de taquilla y en una de las películas más populares del estudio en el 2014. Su secuela del 2017 no fue tan popular, pero sí dejó claro que Gunn era una bocanada de aire fresco en Marvel. El universo cinematográfico del estudio comenzaba a estar superpoblado y el grupo de antihéroes del director tenían la suficiente personalidad para ser un punto de interés de especial relevancia para un acérrimo grupo de fanáticos. De modo que su despido decepcionó, desconcertó y entristeció por las posibilidades perdidas. Pero en especial, por todo lo que Gunn podría haber dado y que con toda seguridad, jamás llegaría a pantalla.

El despido de Gunn (y la sacudida inmediata que provocó en Marvel), parecía el reflejo de lo que estaba sucediendo al otro lado de la competencia por un sitial en el mundo del cine superheróico.

DC acaba de afrontar dos fracasos considerables con “Batman vs Superman: el origen de la justicia” (Zack Snyder — 2016) y “Suicide Squad” (David Ayer — 2016), que tambalearon las bases de un proyecto a gran escala.

Para cuando “La Liga de La Justicia” se estrenó en el 2017, fue claro que la franquicia de Warner atravesaba su peor momento. Y que estaba dispuesta casi a cualquier cosa por recuperar el sitial perdido. Y lo hizo aprovechando un error de su más cercana competencia.

Contratar a un James Gunn caído en desgracia fue un riesgo a un nivel nuevo que asombró a los medios especializados y desconcertó al público. Además, Warner encargó al director un proyecto imposible que implicaba desde el origen, la posibilidad de un error monumental. El estudio estaba decidido a retomar a “Suicide Squad”, su fracaso más rentable del 2016 dirigido por David Ayer y recomenzar la premisa del grupo de perdedores con un propósito levemente heroico.

Suicide Squad

De modo que se trataba de un doble reto: por un lado, Gunn debía demostrar que había vida después de Marvel. Y por el otro, que una producción venida a menos, considerada basura fílmica, tuviera una segunda oportunidad. Gunn aceptó y comenzó una producción accidentada, llena de todo tipo de comentarios y quizás, una de las más extrañas de los últimos años. No sólo se trataba de un reboot de una película de menos de cinco años de estrenada, sino de una en la que no volvería ninguno de los personajes originales. ¿Qué pretendía Gunn?

Precisamente lo que logró: “The Suicide Squad” es un éxito porque es un acto de rebeldía a un nivel sorprendente en el cine actual. No sólo tiene un humor gamberro, descarado y vulgar que sorprende por inteligencia, sino que, además, es una película construida para celebrar lo más violento y frenético de un tipo de propuesta que basa su efectividad en no ser complaciente. Si algo se agradece en “The Suicide Squad”, es el hecho que desde las primeras escenas es un ejercicio directo para celebrar lo que debería ser el cine de superhéroes.

Los grandes perdedores de DC, convertidos en héroes por accidente y que tratan de salvar a un mundo que les considera criminales y prescindibles, tienen una paradójica capacidad para atravesar varios registros a la vez. Gunn crea una relación entre los personajes y la historia que, en esencia, es una celebración al descalabro. Estos héroes de la basura —como se llaman a sí mismos— celebran como pueden y cada vez que pueden su libertad de no ser nada en un sistema que les utiliza como peones, pero que también les ofrece la posibilidad de transgredir todo tipo de límites.

Y para Gunn es también una declaración de intenciones: la película demuestra que el despido de Marvel fue una campanada que le dejó claro que el nuevo cine de superhéroes era algo más que un experimento afortunado. Es un diálogo de autor, incluso a un nivel pequeño y casi superficial. Pero autoral al fin, con todo lo que implica esa gran mirada a la cultura pop con la que Gunn sabe jugar quizás mejor que cualquier director de su generación.

¿”The Suicide Squad” marcará un antes y un después en el cine de superhéroes? Por ahora ya lo ha hecho al demostrar que una sola decisión puede cambiar la historia de una franquicia lucrativa. Un logro más que considerable en nuestra época.

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