Espectáculos

La hermosa voz de Rosa Virginia Chacín vuelve a sonar en Caracas

Chelique Sarabia hizo para ella una serie de temas a tono con su muy particular voz, cálida y sugerente, que convirtió en éxitos y hoy forman parte esencial de nuestra música romántica. Títulos como “Cuando no sé de ti”, “Mi propio yo”, “Necesito pensar” y “Ha llegado el momento”, entre otros, forman parte indisoluble de esta singular vocalista, que volverá a interpretarlos este domingo 23 de junio, en un concierto antológico a efectuarse en el Centro Cultural de Arte Moderno

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Rosa Virginia Chacín,

La afición de Rosa Virginia Chacín por la música le viene desde muy temprana edad. Su primer profesor de canto fue el eminente maestro de la guitarra clásica Antonio Lauro, quien enseñaba a los niños integrantes del coro del colegio Santa María, donde la pequeña estudiaba primaria. El arte de las notas y el pentagrama siempre estuvo con ella también por razones familiares.

-Mi papá decía que yo canté antes de hablar. Me llamaba el jilguero, que es un pájaro muy melodioso, porque desde chiquita cantaba todo el día en la casa.

Así lo contó al investigador musical y gerente cultural Federico Pacanins, en en su libro Primera persona: quince perfiles de la música caraqueña del siglo XX.

De su padre heredó el gusto por el canto, pues don Mario Chacín “era un serenatero que tocaba cantidad de instrumentos musicales de una forma natural, de puro oído. Mi mamá, América Riera de Chacín, desde siempre nos acompañó en esto del amor a la música. Tengo también un hermano que canta muy bien y una hermana menor cuyo nombre es María Teresa Chacín, ni más ni menos”.

Se retiró en la cresta de la ola y estuvo 10 años sin cantar. Foto Archivo AJM.

En la UCV empezó todo

Con este bagaje, es fácil entender que ya en la Universidad Central de Venezuela, en donde ingresó para estudiar Economía, se inscribiera también en el Orfeón de nuestra máxima casa de estudios. Estaba muy cerca de cruzar la puerta que la llevaría a la estelaridad definitiva. Todo ocurrió casi por casualidad.

Era el año 1958 y acababa de caer la dictadura de Marcos Pérez Jiménez y en los pasillos ucevistas se respiraba un desbordante entusiasmo por la recién recuperada democracia. La campaña electoral para elegir a los estudiantes que integrarían la directiva de la Federación de Centros Universitarios (FCU) estaba en su apogeo.

Un día, en el auditorio de la Facultad de Humanidades y Educación, se celebraba un festival musical, como parte de la campaña, animado por el conjunto de Chelique Sarabia, quien apenas arrancaba su carrera musical, ya que su primer tema de éxito como compositor, Ansiedad, sonaba insistentemente en las radioemisoras del país en la voz de Rafael Montaño. En un momento del acto, el novel autor, que compartía su incipiente actividad en la música con sus estudios en la Escuela Técnica industrial (ETI), pidió que una chica del público cantara con ellos, a lo que el grupo de estudiantes donde se encontraba Rosa Virginia, comenzó a auparla para que subiera al escenario.

´Los inicios artísticos de una voz romántica. Foto cortesía Archivo AJM.

-Los compañeros empezaron a gritar mi nombre por echar broma… y yo escondida en mi asiento, muerta de la pena. Pero Chelique me buscó; subí al escenario, canté dos temas de Juan Vicente Torrealba y tuve una calurosa respuesta. Cuando terminamos, me propuso grabar un disco, el primero que estaba produciendo para el sello Palacio, que lo había contratado debido al suceso registrado por Ansiedad. Le contesté que eso dependía de mi papá, porque mi familia, aunque devota de la música, también era muy conservadora.

«Los compañeros empezaron a gritar mi nombre por echar broma… y yo escondida en mi asiento, muerta de la pena. Pero Chelique me buscó; subí al escenario, canté dos temas de Juan Vicente Torrealba y tuve una calurosa respuesta. Cuando terminamos, me propuso grabar un disco»

El padre finalmente accedió, a cambio de que mantuviera un promedio de 16 puntos en la Universidad, una meta que la joven rebasó, pues logró graduarse de economista con un promedio de 17,6 puntos. Casi inmediatamente, Chelique comenzó a escribir canciones para ella.

Un repertorio para la historia

Así fueron surgiendo composiciones emblemáticas como Cuando no sé de tí -su primer éxito y la carta de presentación por excelencia de la cantante-, Ayúdame, Necesito pensar, Mi propio yo, No te muerdas los labios, Te necesito, Hoy he vuelto a llorar, Rumor de una cascada, No he podido olvidarte, Si te vas de mí, y otras que le calzaban notablemente a su muy particular voz, cálida y sugerente. De esta emblemática dupla surgieron temas que hoy forman parte de lo más representativo de la música romántica venezolana.

Entre autor e intérprete se produjo una simbiosis realmente singular y aún hoy día estos temas permanecen como testimonio de una época en la que ambos se retroalimentaban con su arte: Rosa Virginia con su cautivante voz, llena de insospechados matices sentimentales, y Chelique como el hábil compositor que supo crear para su artista una serie de temas que le calzaban notablemente a su talento de gran vocalista. La fórmula más exitosa no pudo ser.

Hay que decir que el disco inicial, titulado Alma juvenil, no tuvo el impacto que se esperaba, sino que fue el segundo álbum, José Enrique Sarabia (nombre de pila de Chelique), su música y su nuevo estilo”, que data de 1959, el que los llevó a la cresta de la ola.

A ese disco, cuenta Rosa Virginia, “todo el mundo lo conocía como Cuando no sé de ti’. A una primera edición siguió otra, y otra, hasta completar un satisfactorio etcétera de 20 long plays”.

Es la intérprete por excelencia de Chelique Sarabia. Foto cortesía Luis Guillermo Rangel.

Dulce y romántica voz

Con su llamativo y romántico registro vocal y su proverbial capacidad interpretativa, no tardaron en bautizarla como “La voz más dulce de Venezuela”.

-Fue el bello mote con el que me distinguió una cantidad de locutores de esa época, en la que se difundían las canciones de forma absolutamente silvestre: según a cada quien le provocara y de acuerdo a su gusto personal. Fui así conociendo a Phidias Danilo Escalona, a Clemente Vargas, jr, a Renny Ottolina, a personas a quienes, en fin, también debo mi carrera, porque si ellos no hubieran apoyado mis canciones, de seguro no habría llegado a ninguna parte.

El éxito de Cuando no sé de tí, por ejemplo, fue tan grande que la gente quiso verme en televisión. Vino un programa en Radio Caracas Televisión  que marcó mi debut, dirigido por René Estévez, llamado Sin pie ni cabeza. Y al lunes siguiente ya estaba en el Espacio Nivada, una sección del popular show meridiano de Víctor Saume, por el mismo canal, reservado hasta ese momento para las luminarias internacionales. Fui la primera venezolana en aparecer allí.

Luego, en los años sucesivos y ya convertida en estrella, vendrían otros hitos de su repertorio, como Ha llegado el momento, Bossa nova en preludio (todo un clásico de la música brasilera, a dúo con su hermana María Teresa), Quiero contarte algo, Maracaibo te añoro, Adiós, Buenas noches, Ternura y Chinita de Maracaibo.

Como en aquellos años los festivales de canciones estaban muy de moda, herencia del Festival de San Remo, que inició estas competencias en 1951, erigiéndose en la gran cantera de la canción popular italiana por excelencia, Rosa Virginia y Chelique aprovecharon este auge, por partida doble y con muy buena fortuna.

En el festival Un disco para las vacaciones (1965), celebrado en Barcelona, España, alcanzaron el primer lugar con Sabor a no sé qué, un bolero que contó con un admirable y espectacular arreglo del fallecido maestro cubano (residente en Venezuela) Eduardo Cabrera. Poco después, vocalista y compositor se alzaron también con la victoria en el Festival del Atlántico, en las Islas Canarias, con Al otro lado de la tierra, triunfos que consolidaron a Rosa Virginia como la gran cantante romántica de aquel momento.

Aquí en Venezuela le llegaría otro primer lugar. Fue en el Festival Venezolano de la Canción, en su edición de 1966, esta vez con Tristeza, una canción de Manuel Briceño con un poderoso arreglo sinfónico del maestro Ulises Acosta. Obtuvo tanto arraigo popular, que se convertiría también en parte de su repertorio obligado.

Vale destacar que en este festival compitió con las principales estrellas del momento en Venezuela, como José Luis Rodríguez, Mirla Castellanos, Mirtha Pérez, Cherry Navarro, Mayra Martí, Luis D’Ubaldo, Los Naipes y su hermana María Teresa Chacín, entre otras, lo cual da una idea de la relevancia de su triunfo.

Retiro en la cúspide y discreto regreso

A comienzos de la década de los años 70, en pleno apogeo de su carrera, Rosa Virginia decide retirarse de los escenarios para dedicarse de lleno a su vida familiar, tiempo durante el cual se residenció por diez años en Nueva York.

A los 84 años todavía no piensa en el retiro. Foto cortesía Luis Guillermo Rangel.

Volví a la escena en 1980, gracias a que María Teresa (su hermana) me produjo el disco A mi regreso, con arreglos de Carlos Moreán, lo que me permitió hacer un regreso, aunque más discreto y menos intenso, dedicada como estaba a mi familia, pero no por ello menos satisfactorio para mí artísticamente. Empecé a hacer giras por todo el país, acompañada por el maestro Luis Cruz en la guitarra. A veces íbamos a pueblitos muy pequeños, donde ni siquiera había un cine para presentarnos, y nuestro auditorio era entonces la Plaza Bolívar.

Para complacer a su devota legión de seguidores que durante décadas ha acompañado su trayectoria, puntualmente realiza conciertos cada cierto tiempo. El próximo será este domingo 23 de junio, a las 11:30 am, en el teatro del Centro Cultural de Arte Moderno (antiguo Centro Cultural BOD). Allí celebrará sus recién cumplidos 84 años de edad y 66 de carrera, acompañada de un grupo de músicos de primera línea, integrado por Pedro Vilela (guitarra y director), Luis Guillermo Rangel (cuatro  y guitarra), David Peña (bajo), Andrés Briceño (percusión), Henry Rubio (arpa) y Pedrito López (piano y teclado). 

 “Afortunadamente, tengo un repertorio muy amplio y traté de escoger las canciones que mi público recuerda con cariño”, revela la cantante, quien además de los temas de Chelique Sarabia que hizo famosos, incluirá también los de otros compositores que escribieron para ella, como Hugo Blanco, Aldemaro Romero, José “Pollo” Sifontes y Luis Cruz. Y no solamente eso, habrá igualmente una que otra versión de legendarias canciones internacionales, que en su voz adquieren una dimensión especial.

“A esta altura de mi carrera sigo pensando en que el artista debe andar siempre en lo que le gusta y no dejarse influenciar por modas ajenas. El arte del canto es un regalo de Dios, que agradezco y quiero seguir compartiendo mientras pueda”, puntualiza entusiasta “La voz más dulce de Venezuela”, que a sus 84 años no piensa en el retiro.

Las entradas para el concierto ya están a la venta en las taquillas del Centro Cultural de Arte Moderno, frente a la Plaza de La Castellana y a través de Ticketmundo.com.ve.

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