Y empiezo a pasar el puente
En 1962 una gigantesca obra civil de concreto armado uniría una costa con otra, bajo el tórrido sol de Maracaibo. Su extensión de 8.678,60 metros, por añadidura, abrasaría de estupefacción a propios y extraños. La inauguración del puente sobre el lago Rafael Urdaneta devino, si se quiere, la cristalización de la eficacia de la incipiente democracia del siglo XX