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Homenaje a don Carlos Duarte (in memoriam)

Don Carlos Duarte dedicó su vida al servicio del Museo de Arte Colonial Quinta de Anauco, con pasión y devoción incomparables

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Fotos: Yull Terán / CCSen365

Don Carlos Duarte fue una figura muy importante para Venezuela. Fiel investigador e historiador, desde 1978 se dedicó a resguardar uno de los tesoros más importantes como es el Museo de Arte Colonial Quinta de Anauco. Según las palabras de Elías González fue una persona completamente abocada a dicha institución y a la cual dedicó su vida con férrea voluntad y entrega absoluta, cuidando, estudiando, conservando y ampliando la colección del Museo.

Considerado desde sus 13 años como un niño prodigio, comenzó a observar con interés y a identificar objetos que formaron parte de nuestro pasado hispánico y reconocido por grandes coleccionistas tales como Manuel Santaella, Luis Suárez Borges, Juan Röhl, Carlos Möller, Lorenzo Herrera, Eduardo Paris y don Alfredo Boulton. Fue precisamente con este último con quien emprendió la tarea de armar el rompecabezas de nuestra historia artística.

En cada larga visita de Carlos a la casa de don Alfredo, ambos agrupaban fotos por características y estilos, rasgos y detalles, maños y tonalidades, y dieron inicio a la amplia serie de investigaciones desarrolladas por Carlos, comenta Elías González.

Todas sus investigaciones tuvieron un final feliz: un desempeño editorial de dimensiones descomunales con más de 50 libros a su haber y una cantidad de artículos publicados sobre el tema del arte.

Todos sus estudios y análisis fueron reforzados por sus labores de restaurador. Cada obra restaurada y recuperada hablaba mucho más que su representación: la forma del marco, las maderas utilizadas, el soporte pictórico, el bastidor, los consideraba imprescindibles y conformaban cada obra de manera integral.

Los amigos de don Carlos Duarte

Para este homenaje a don Carlos Duarte decidí contactar a algunas personas muy cercanas en la vida de este gran venezolano, a quien yo en lo personal lo considero como el “príncipe de Caracas”. A continuación, algunas reflexiones y anécdotas de ellos:

-Natasha Benavides de Sequeira (presidente de la Asociación Amigos del Arte Colonial)

“Tuve la oportunidad de compartir una amistad familiar de larga data y también directamente con él en cuatro años de trabajo en el Museo Quinta de Anauco. Para mí significó descubrir la importancia del período hispánico en nuestro país y el rol fundamental de la investigación y la responsabilidad de publicar el material con veracidad de fechas, lugares y personajes. El cuidado en el detalle en la exaltación de la belleza en las piezas, los materiales y los orígenes de cada una de ellas.

Para mi país el legado de Carlos fue íntegro, mantener la memoria histórica, valorar y entender el acontecer histórico de nuestras raíces hispánicas en las cuales se formaron nuestros grandes pintores, escultores, ebanistas y artesanos quienes crearon un patrimonio artístico inmenso.

Siempre recordaré una anécdota casi rutinaria, cuando solicitaba permiso para limpiar alguna pieza cubierta de polvo a lo que respondía: ¡Lo prefiero sucio que roto! Y esto aplica para nuestras casas también”.

-Ramón Hurtado (integrante del equipo de la gerencia y custodio de la Quinta de Anauco)

“Para mí Carlos Duarte fue una persona demasiado especial de quien aprendí muchas cosas, lo quise como a un segundo padre y lo voy a extrañar muchísimo”.

-Carlos Julio Romero (amigo y miembro de la Junta de la Asociación Venezolana Amigos del Arte Colonial)

“Conocí a Carlos Duarte desde que tengo uso de razón. Mi abuela Romero formó parte de la junta ya que la invitó a ayudarlo a restaurar la sala de los murales y a pintar las cintas estarcidas. Luego entró mi papá en la junta y yo, desde pequeño, siempre estuve cerca del museo y tuve una relación muy cercana a Carlos.

Una vez estábamos en el castillo de la Asunción en Margarita, buscando piedras y yo conseguí un pequeño pedazo de cerámica. Se lo llevamos a Carlos y efectivamente se trataba de un pedazo de cerámica de una vajilla del período hispánico. Tener la oportunidad de trabajar y ayudar en el museo, llevarlo y traerlo a su casa, acompañarlo a ver cómo restauraba las piezas fue impresionante.

Sabía de todo: tapizaba los muebles, los restauraba en su estilo original, cómo iba descubriendo esta especie de rompecabezas histórico porque los cuadros fueron separados de sus marcos, los artistas que hicieron esos marcos, conservar el relleno de una silla o un sofá porque eso te habla de la pieza. Nos abrió un mundo de conocimiento en un país donde no tenemos el sentido de la conservación.

Creo que Venezuela le debe muchísimo a Carlos Duarte porque investigó la importancia del arte hispánico venezolano y debemos sentirnos orgullosos de ello a pesar que no fuimos virreinato en la Colonia. Esa mezcla que se terminó teniendo con la incorporación de los españoles y los indígenas fue fabulosa y Carlos la rescató. Repetía que, como venezolanos, tendíamos a mirar hacia Europa o Estados Unidos buscando cosas mejores y no veíamos hacia nosotros mismos para descubrir lo que hemos sido capaces de lograr.

La deuda que tenemos los venezolanos y el país con Carlos es gigantesca y espero que algún día se le haga un reconocimiento merecido a su gran trabajo de investigación que realizó y a todo ese amor que le puso a cada pieza que restauró, a cada libro que escribió, a cada artículo. Su aporte fue importantísimo y tenemos que lograr ser la voz de esa historia, conocerla y hacerla nuestra. Estaré eternamente agradecido por el tiempo, por la confianza, por el conocimiento compartido y nos va a hacer una enorme falta».

-Elías González Sanabia (apasionado de nuestro arte colonial, gran amigo y colaborador en fotografía de dos publicaciones de Carlos Duarte)

“Para mí hablar de Carlos puede ser algo extenso pero, para resumir, Carlos fue como esos cometas esporádicos que nos visitan dejando una gran marca, una huella y, en su caso, todo ese acervo de investigaciones sobre nuestro pasado hispánico que se volcó en más de 50 publicaciones y varias exposiciones importantes asociadas al mismo tema.

Como amigo compartía generosamente sus conocimientos y sus experiencias, desde apreciar los detalles más exquisitos de una obra hasta disfrutar de las anécdotas y risas cotidianas por las menudencias de la vida con sus amigos, eso sí, con una rica torta de chocolate si fuese posible. Carlos era posesivo del arte del período hispánico venezolano. Cada vez que salía una obra de Venezuela para ser vendida o formar parte de una institución en el extranjero, lo sentía personalmente sufriendo la pérdida.

Personalmente, considero que no tiene parangón en la región latinoamericana. Abarcó temas que van desde la historia exhaustiva de la Catedral de Caracas y de la Iglesia de San Francisco, una joya de nuestro acervo hispánico, hasta objetos de uso cotidiano como los cocos chocolateros y las lozas conmemorativas de Staffordshire.

Más allá del maestro de nuestra historia, arte y cultura, quiero despedir con honras a un gran amigo y Señor a quien llamé siempre DON Carlos , no sólo por el título de Don dado por la Hermandad de San Sebastián de San Lorenzo del Escorial sino por su Don de señoría.”

-Carlos Valedón Hurtado (abogado, amigo y miembro de la junta directiva de la Quinta de Anauco)

“Durante 17 años fui miembro de la Quinta de Anauco, una época en la que Carlos llevaba las operaciones y el día a día ocupándose hasta del más mínimo detalle. Fue una era maravillosa donde pudimos lograr la sala de orfebrería, rehacer el jardín a la usanza de la época, conciertos, galas para recaudar fondos.

Cada reunión de la junta directiva era una clase magistral, las minutas lo testifican. Carlos iba al microdetalle, la lectura de las minutas eran casi proustianas. Carlos fue un amigo de la casa, siempre era un deleite cuando venía a cenar y nos regalaba grandes conversaciones.

En una oportunidad, hace más de dos décadas, mi esposa y yo nos ocupamos de producir la visita de una editora y el fotógrafo de la revista Wallpaper, cuando en ese momento era el referente global en cuanto a diseño, arquitectura y estilo de vida. La idea era registrar las obras más relevantes de nuestros arquitectos más destacados como Villanueva, Malaussena, Fruto Vivas, incluyendo, claro está, a Gio Ponti. La primera visita la organizamos con Carlos en el Museo de Arte Colonial y, de esta manera, ilustrar el origen de nuestra afición histórica por las artes decorativas y la arquitectura”.

Orlando Marín (arquitecto y amigo de Carlos Duarte)

“Visité por primera vez el Museo de Arte Colonial de Caracas en 1986, tenía 14años y compré un pequeño folleto de carátula amarilla titulado “Historia de la Quinta de Anauco” que terminó siendo una especie de “portal dimensional” con el cual conocí un mundo que me era tan desconocido como fascinante. Supe que las casas tenían historia y se podían conocer hurgando en ciertos archivos y registros públicos.

Años más tarde, cuando me tocó documentar por primera vez el pasado de una antigua edificación del Centro de Caracas, no dudé en aplicar el mismo método que aprendí del autor de aquel folleto, a quien referí la introducción de mi trabajo. Tuve la suerte de publicarlo en una revista de la Universidad Simón Bolívar y, para mi sorpresa, recibí una llamada de alguien que me agradecía por haberle citado allí y me felicitaba inmerecidamente: era Carlos F. Duarte quien, desde entonces, compartió conmigo su sabiduría y amistad.

De allí que no solo me toque destacar su inmenso aporte al conocimiento que ahora tenemos de un momento fundamental de la historia del país al que poco hemos querido comprender -el anterior a la República- y de las diversas manifestaciones culturales de ese mismo momento basado siempre en una rigurosa revisión documental, sino también su capacidad de hacer accesible ese mundo a través de exhibiciones y publicaciones en diversos formatos a un público diverso incluyendo simultáneamente al especialista en arte y al niño movido por la curiosidad”.

Don Carlos F. Duarte dedicó su vida al servicio del Museo de Arte Colonial Quinta de Anauco con una pasión y devoción incomparables, dejando un legado de compromiso que ahora la junta directiva debe honrar y continuar. En este momento de despedida y homenaje recordamos a un gran erudito, a un maestro invaluable, pero, sobre todo, a un amigo entrañable.

Aunque su ausencia física nos deja un gran vacío, su legado perdurará para inspirar y guiar generaciones futuras. Gracias por tanto, Don Carlos.

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