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Daniel Scioli, enredado en la sombra de Cristina Fernández

Tras el revés electoral, la presidenta se colgó al hombro la campaña, llamó al orden a las filas peronistas para lavar los trapos sucios en casa y reclamó a los militantes un esfuerzo para ganar la Presidencia en segunda vuelta.

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Daniel Scioli pelea por conseguir su ambicioso sueño de llegar a la Presidencia argentina en medio de un fuego cruzado en el peronismo y bajo la larga sombra de Cristina Fernández, con un activo papel en la campaña que ha puesto en más de un apuro a su candidato.

La amarga victoria de Scioli en primera vuelta, con un 37 por ciento de los votos, apenas 3 puntos sobre el conservador Mauricio Macri, y la derrota del peronismo en la provincia de Buenos Aires, el mayor distrito electoral del país -gobernado por Scioli desde hace ochos años- le colocó en una situación de debilidad ante la segunda vuelta presidencial que facilitó el protagonismo de Cristina Fernández.

Tras el revés electoral, la presidenta se colgó al hombro la campaña, llamó al orden a las filas peronistas para lavar los trapos sucios en casa y reclamó a los militantes un esfuerzo para ganar la Presidencia en segunda vuelta, el próximo día 22.

Polémica y cuestionada por un estilo que apela a la confrontación y que ha provocado una profunda división política en la sociedad argentina, Fernández no ha perdido oportunidad de recordar que llegó a la Casa Rosada con un 45 por ciento de votos en 2007 y revalidó su mandato con un contundente 54 por ciento en 2011 y para expresar su «extrañeza» por el magro resultado de Scioli.

Pese a sus rotundas victorias y a su alta imagen positiva, que analistas locales cifran en un 25 por ciento, su papel en la campaña ha desatado una intensa controversia: para sus simpatizantes, es la única que puede lograr la victoria del candidato oficialista y para sus detractores, por el contrario, sería la responsable última de la derrota.

«Cada vez que aparece Cristina, el impacto sobre Scioli es negativo», sostiene la analista Celia Kleiman, de la consultora Polldata, que considera «contraproducente» la decisión de Fernández de no mencionar directamente al candidato en sus actos públicos y de introducir un mensaje del miedo ante un posible triunfo opositor.

Cristina Fernández es «el mariscal de la derrota» de Scioli, ha llegado a decir el expresidente argentino Eduardo Duhalde, que impulsó a Néstor Kirchner, esposo y antecesor de Fernández, a la Presidencia en 2003 y que luego se convirtió en uno de los enemigos políticos del kirchnerismo.

A estas voces se suman los rumores sobre las diferencias personales entre Scioli y Fernández, «pavadas (tonterías) que se vienen diciendo desde hace doce años», según el candidato.

Sin embargo, pese a sus declaraciones públicas, Scioli ha dado un giro a su campaña y en sus últimos anuncios se dirige al electorado desencantado con el kirchnerismo.

«Quizás estén enojados con las peleas, pero conmigo es distinto. Yo soy un hombre de diálogo (…), moderado y pacífico, pero decidido. Yo puedo darte el cambio que esperás, pero sin los riesgos del pasado», afirma en su último anuncio de campaña.

El nuevo mensaje se acompaña de un cambio en la estrategia de campaña. El oficialismo moviliza a sus simpatizantes para pedir el voto casa por casa, como lo hizo Macri antes de la primera vuelta presidencial, el 25 de octubre.

Pero es precisamente ahí donde Scioli necesita a Cristina Fernández, la única dirigente que tiene una base militante propia suficientemente numerosa de la mano de organizaciones como La Cámpora, que agrupa a las juventudes kirchneristas y que lidera Máximo Kirchner, el hijo de la presidenta.

En público, Fernández presenta a Scioli como el candidato que garantiza la continuidad del modelo kirchnerista, mientas el todavía gobernador trata de mostrarse como el aspirante de un «cambio» que respetará los logros del kirchnerismo.

«La presidenta está haciendo lo que es lógico, hacer balance de su gestión y despedirse de la sociedad. Tiene ánimo de colaborar y se va con un buen nivel de aceptación en la opinión pública», afirma Gustavo Marangoni, uno de los más estrechos colaboradores de Scioli.

Pero, advierte, «ahora Argentina necesita otro tipo de liderazgo» y subraya que «pertenecer al oficialismo no te quita la posibilidad de aceptar que hay nuevos desafíos y cambiar algunos instrumentos».

Ahora, Scioli se vuelca en buscar el voto de los indecisos, cerca del 6,5 por ciento según consultoras locales, y mostrarse como un líder capaz de conducir el cambio.

Si llega a la Presidencia, tratará de asumir el control del peronismo, pero si es derrotado por Macri, quedará relegado y Cristina Fernández podría dar la batalla por el liderazgo de la primera fuerza de oposición.

Aunque por el momento la presidenta no ha desvelado sus planes a futuro, ya ha dado pistas: «Yo no voy a ir a ninguna parte, voy a estar siempre para recordarles a todos el país que hicimos».

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