Internacionales

Gane quien gane, la relación de Argentina con Venezuela cambia

Muchos vimos como hacia el final del debate presidencial argentino del pasado domingo, que estuvo marcado mucho más por “chicanas” políticas que por debate de ideas, el candidato de Cambiemos y Jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri sacó a relucir el asunto de Venezuela, preguntándole a su contrincante si iba a acompañar su pedido para que se utilice la Cláusula Democrática del Mercosur y se suspenda al país caribeño considerando así que el Gobierno de Caracas no es democrático.

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POR: IGNACIO CONESE | ESPECIAL DESDE BUENOS AIRES

La no respuesta del Gobernador de la Provincia de Buenos Aires y Candidato del Frente para la Victoria Daniel Scioli podría interpretarse fácilmente como que en un posible gobierno de él, las relaciones entre el Gobierno Argentino y el Gobierno del Presidente Maduro continuarían como hasta hoy en día. Pero, para los que conocen el estilo y pensamiento de Daniel Scioli, tanto como el estilo del Gobierno actual y en retirada de la Presidente Cristina Fernandez se han podido ver gestos en estas últimas semanas que no condicen con la suposición que el próximo Gobierno Argentino va a ser tan amable con los abusos de parte del Gobierno Bolivariano.

¿Qué gestos? La primer señal de un cambio de época con respecto a la Revolución Bolivariana la dio el actual Gobierno cuando silenciosamente y en una movida casi desapercibida para la prensa, mando a llamar a los Embajadores de Cuba y Venezuela para que se presentaran ante Cancillería en Buenos Aires, argumentando que ya habían cumplido sus funciones y dejando las embajadas vacantes para que las designe un próximo Gobierno. Esto no llamaría la atención si no fuera que el llamado se hizo solo en estas dos embajadas (hablando de países amigos/socios) y que estas necesariamente quedarían vacantes dado que los embajadores deberían presentarse en Buenos Aires para el día 28 de Noviembre.

¿Por qué Cuba y Venezuela? No se dieron explicaciones oficiales más que las ya mencionadas (termino de funciones), pero llama la atención que a días de una elección tan importante y controvertida como aparenta ser la Venezolana y siendo Venezuela un país amigo y socio de Argentina no haya una representación diplomática oficial; y por ende nadie oficialmente deberá dar excusas o explicaciones de cualquier situación lastimosa que pudiera surgir luego del 16 de Diciembre. En la jerga policial se llama Zona Liberada, si no veo,  no denuncio.

El nuevo presidente asumirá el 11 de Diciembre y nadie espera que se llegue a cubrir ese puesto estratégico antes del 16, apenas 5 días después de la asunción. Si a esto le sumamos las serias dificultades que está encontrando UNASUR para vedar las elecciones y las idas y vueltas con el Secretario General de la OEA Nicolás Almagro y el absoluto silencio de parte del Gobierno Argentino en todo aspecto, siendo que ha sido un Gobierno que en el pasado ha defendido tanto en la prensa como en organismos internacionales a Venezuela, por lo menos llama la atención y permite vislumbrar un cambio de dirección o dinámica, pero ese cambio ¿es del Gobierno que se va de CFK o del que viene?

Es claro el posicionamiento del Ingeniero Macri desde hace tiempo. La pregunta acerca de Venezuela en el debate fue solo el último de los ya muchos gestos que ha tenido tanto el Jefe de Gobierno como sus funcionarios hacia la oposición de Venezuela. Ese acercamiento le ha servido a Mauricio Macri como guía para no repetir algunos errores cometidos por Henrique Capriles en su camino a la Presidencia tanto como para fustigar al Gobierno Argentino por sus relaciones con el Chavismo marcando (con mucha ayuda de la prensa opositora) las similitudes negativas entre el proceso Bolivariano y el Kirchnerismo.

No pudiendo tomar las banderas de los derechos humanos en Argentina, legítimamente cooptadas por el Kirchnerismo, el PRO de Macri coopto las de los opositores venezolanos, a quien el Gobierno Bolivariano les ha dado suficientes razones para victimizarse, con y sin razón en el pasado y con razones de sobra en los últimos dos años. Mauricio Macri, otrora conservador se pone al lado de presos políticos y estudiantes reprimidos y abusados; algo que por historia personal y por los nombres que lo acompañan, difícilmente podría lograr en tierras propias. Le rinde mucho al PRO esta relación con la oposición en Venezuela, relación que no es solo de conveniencia, sino que también comparten una base ideológica importante.

A pesar que a la distancia al Gobernador y Candidato del oficialismo se lo ve como una continuación del Gobierno actual, la realidad dice que el recientemente recibido Licenciado en Comercialización Daniel Scioli ha sabido marcar a lo largo de estos años muchas diferencias con el Gobierno Nacional; siendo Vicepresidente de Nestor Kirchner abogo por un ajuste de tarifas y se presentó ante la prensa nacional como una de las cabezas de un Gobierno de dos cabezas.

El costo que le impusieron y que diplomáticamente acepto pagar por el atrevimiento fue un desaire público y privado de más de dos años de duración.  Como Gobernador de Buenos Aires supo construir una política de seguridad pública absolutamente distante de la del Gobierno Nacional, sobre todo con la orden de no reprimir las protestas sociales, algo que como Gobernador ha hecho en más de una ocasión y que el Gobierno Nacional se resistió durante por lo menos nueve o diez años en hacer y que actualmente hace solo en contadas y raras ocasiones.

A diferencia también del Gobierno Central, Scioli ha tenido muy buena relación con la prensa, incluso la opositora, principal enemigo político del Kirchnerismo en su proceso de 12 años. Eso le ha valido numerosas críticas y no son pocos los funcionarios de alta línea del Gobierno los que lo han llamado traidor públicamente a lo largo de estos años. Incluso ahora en plena campaña se ha notado distancia entre la Presidente CFK y el Candidato Presidencial de sus colores. Y es que Scioli es mucho más peronista que Kirchnerista y su candidatura es la de una alianza política tanto como lo es la de su contrincante.

En ese sentido, decir que Daniel Scioli es un hombre de izquierda sería lo mismo que decirlo de Lorenzo Mendoza; no es lo mismo el productivismo y desarrollismo que la izquierda, aunque ambas puedan caer en el llamado “pecado populista”. De llegar al Gobierno, el Kirchnerismo quedaría replegado al Congreso donde sí tiene representantes fieles y a los muchos puestos de oficinas gubernamentales y secretarias de tercer grado donde se ha encargado de poner a sus representantes más fieles, los llamados Soldados de Cristina, de la organización La Campora, fundada y conducida por el hijo presidencial y recientemente electo Diputado Nacional Máximo Kirchner. Nadie, sin importar de qué lado de la vereda este parado, espera o supone que un eventual Presidente Scioli tenga Kirchneristas en su Gabinete Nacional.

Daniel Scioli, un hijo político del neoliberalismo que no reniega públicamente de su pasado, es un hombre que presumiblemente se siente más cómodo en Miami, donde construyo algunos de sus mayores logros deportivos como Moto-nauta, que en una misión del PSUV en Petare. La canción oficial de su campaña política estuvo compuesta por Ricardo Montaner, presumiblemente uno de los famosos Venezolanos más conocidos en el mundo por sus opiniones anti-Chavistas. Montaner es amigo personal del matrimonio Scioli. Un eventual Gobierno de Scioli, sin representación diplomática oficial en Venezuela, producto de una decisión del Gobierno anterior, podría tomar la distancia necesaria o excusarse de dar explicaciones sin necesidad de enfrentarse a Caracas en caso de que haya manchas difíciles de explicar en las elecciones Venezolanas del 16 de Diciembre.

No es de esperarse que un Gobierno de Scioli represente una amenaza para el Gobierno de Maduro; pero si definitivamente no va ser igual de cercano que el Gobierno actual. De ganar Mauricio Macri, la oposición venezolana se llevaría el premio gordo y para Caracas comenzarían serios problemas en su eje Mercosur. Gane quien gane el próximo Domingo en el balotaje, los tiempos de abrazos, elogios y hermandad entre el Gobierno Argentino y el del Presidente Nicolás Maduro tienen los días contados, eso es seguro.

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