Para quienes escapamos de la inflación, la arbitrariedad y la violencia que se vive en Venezuela, era imposible prever cómo nos enfrentaríamos al terrorismo, puro y rudo. Mal acostumbrados a la delincuencia criolla, teníamos estrategias (o al menos las intentábamos) para escabullirnos de ese flagelo. ¿Pero cómo escapas de una situación tan fortuita y destructiva como una acción suicida?
En menos de cuatro meses Bruselas, esta pequeña y tranquila ciudad ubicada en la mitad de Europa, se convirtió en el blanco del terrorismo no solo por ser casa de la Unión Europea, sino por albergar en sus entrañas a muchos de los propios miembros del Daesch. En noviembre pasado, tras los atentados de París, sus autores se refugiaron en la capital belga y las alertas de seguridad se elevaron al máximo. Afortunadamente nada pasó y quienes aquí vivimos pudimos retornar a la normalidad, hasta hoy, cuando tres distintas explosiones (dos en el aeropuerto y una en el metro) acabaron con la vida de 34 personas (número oficial al escribir estas líneas) y dejaron centenares de heridos.
Este ataque era temido, casi anunciado a partir del arresto de Salah Abdeslam, el cabecilla de los sucesos de París hace apenas cuatro días; sin embargo, los terroristas del Estado Islámico encontraron la manera de superar las previsiones. Hoy, el cierre de comercios, oficinas y la ausencia de transporte público provocaron un bloqueo real. La confusión reina en las calles, y el sonido de helicópteros y sirenas recuerdan a una película apocalíptica.
Para quienes estamos habituados a transitar las concurridas avenidas de Bruselas nos causa shock verlas semivacías, con las santamarías abajo y una procesión de personas a pie, de vuelta a casa. Todos llevan el celular en la mano, en alerta por cualquier nueva información. Días antes, la presencia de efectivos militares en la calle con el rifle atravesando el torso, empezaba a disminuir, pero hoy se multiplicaron.
Redadas a izquierda y derecha; camiones blindados alrededor de edificios públicos y una paranoia evidente son parte de lo que hoy se vive y se vivirá en Bruselas durante los próximos días; porque la expectativa sobrepasa al luto, y ese sentimiento de angustia ante un nuevo ataque nos perseguirá en el futuro.