El centrista PMDB, la mayor fuerza política del país, decidirá el martes si abandona su alianza de años con el Partido de los Trabajadores (PT) de Rousseff, quien es objeto de un procedimiento de impeachment por presunta manipulación de las cuentas públicas.
«Mañana será una reunión de salida, de despedida del gobierno. Estamos calculando que más del 80% votará por abandonarlo», dijo a la AFP Osmar Terra, diputado del Partido Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) y miembro de la mesa directiva que definirá la moción.
El destino de la mandataria podría quedar sellado si el PMDB , que cuenta con 69 diputados, 18 senadores y siete ministros, arrastra a otras fuerzas de la coalición.
Los debates sobre el impeachment avanzan rápidamente y podrían concluir hacia mediados de abril, si la Cámara lo aprueba por una mayoría de dos tercios (342 de los 513 diputados) y luego el Senado por más de la mitad de sus 82 escaños.
Rousseff sería apartada en ese caso de su cargo por un período máximo de 180 días, hasta que la Cámara alta dé su veredicto final, esta vez por una mayoría de dos tercios.
Onda expansiva
«Se creó una onda expansiva que no tiene vuelta. El gobierno lo está intentando, ofrece cargos, pero ya nadie le cree», señaló el legislador, que también integra la comisión de impeachment de la Cámara de Diputados.
Temer, un discreto abogado constitucionalista de 75 años, asumiría la jefatura de Estado hasta 2018 si Rousseff fuera destituida. Actual presidente del PMDB, el vicepresidente no hizo una sola declaración a favor de su compañera de fórmula en las elecciones de 2010 y 2014.
Escribió, en cambio, en noviembre pasado, una agria carta cargada de recriminaciones contra la presidenta. Y presentó en noviembre un programa económico liberal, que contempla recortes del gasto público y la revisión de programas sociales y del sistema de pensiones.
La asesoría de prensa de Temer anticipó el lunes que el PMDB romperá la coalición e indicó que dará plazo hasta el 12 de abril para que los ministros del partido dejen sus cargos.
Impedir la estampida
Rousseff y su mentor y predecesor Luiz Inacio Lula da Silva (2003-2010), que denuncian el impeachment como una tentativa de «golpe de Estado», se esforzaban por neutralizar, aunque sea parcialmente, el divorcio con la fuerza política que puede tener en sus manos el destino del país.
«Veo con tristeza que el PMDB quiera apartarse del gobierno, aunque no creo que salgan los ministros. Ocurrirá como en 2003, cuando sólo una parte del PMDB me apoyaba. Puede que se dé una coalición sin concordancia de la dirección. Es preciso seguir conversando, ahora voy a Brasilia a hablar con ellos, y con Michel Temer», dijo Lula hoy en un encuentro con corresponsales extranjeros en Sao Paulo.
Rousseff mantenía por su lado consultas con ministros del partido centrista. Por la mañana recibió al ministro de Minas y Energía, Eduardo Braga, una de las pocas figuras del PMDB que defiende públicamente la idea de permanecer en el gobierno.
La estatal Agencia Brasil informó que otros cinco ministros afiliados al PMDB también fueron recibidos por la mandataria.
La crisis brasileña entró en una espiral vertiginosa en las últimas semanas, alimentada por los escándalos de corrupción de la estatal Petrobras, y por una recesión económica de escala histórica.
En una jugada arriesgada, Rousseff nombró este mes jefe de gabinete a Lula, investigado en causas ligadas a la corrupción en Petrobras, pero sin acusaciones formales.
Su entrada en funciones fue suspendida por un juez de la corte suprema, que sospecha que fue una maniobra para dotarlo de fueros privilegiados y evitarle la justicia ordinaria y un eventual pedido de prisión preventiva.
La resolución de la situación de Lula podría demorarse hasta la semana que viene, informó el máximo tribunal, descartando que el caso sea examinado en su plenario del miércoles.