Internacionales

¿Ser o no ser? El drama británico ante la Unión Europea

Nueve naciones consultadas sobre un eventual brexit señalaron que la salida del Reino Unido de la Unión Europea afectaría gravemente al bloque.

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TEXTO: MANUEL TOVAR

¿Ser o no ser? se pregunta el príncipe Hamlet mientras contempla el suicidio y espera por su amada Ofelia. El joven calibra el dolor, la injusticia y el sufrimiento de la vida que le ha arrebatado a su padre, mientras sopesa si la alternativa ante sí, la muerte, será peor.
Los británicos están hoy ante una decisión shakesperiana. ¿Ser o no ser parte de la Unión Europea? ¿Es beneficioso o no salir del club europeo? ¿Es esta decisión la mejor alternativa para sus problemas? Mientras esto ocurre los otros países miembros, y grandes economías asociadas al Reino Unido, toman medidas para minimizar el impacto que tendría una eventual salida de la sexta economía mundial y segunda del bloque.

El centro de investigación estadounidense Pew Research señala que el referendo británico que se hará el 23 de junio también afecta a las otras 28 naciones integrantes de la comunidad. El movimiento de salida ha recibido un espaldarazo por la ola de euroescepticismo, por no decir eurofobia.

El estudio publicado el 7 de junio indica que el resultado de la consulta está en este momento muy ajustado. 48% de los electores opinan desfavorablemente de la unión y 44% está a favor de la permanencia.

En el resto de Europa la perspectiva es similar, una mayoría de 42% de los europeos cree que se le debe devolver algunos de los poderes a sus países de origen, mientras que 27% dice que todo debe permanecer igual, y sólo 19% pide que se transfieran más atribuciones al gobierno de Bruselas.

En Francia el apoyo al bloque cayó abismalmente 17 puntos porcentuales en un año, a 38%. Sólo Grecia -rescatado por la Troika, obligado por la UE y los acreedores internacionales a tomar medidas de austeridad para permanecer en el bloque- tiene peor opinión de Bruselas, con 27% de respaldo.

De la decena de países evaluados por Pew que mejor valoran a Bruselas sobresalen Polonia y Hungría con 72% y 61% respectivamente.

Curiosamente en la economía más poderosa de la Unión Europea, Alemania, la opinión es bastante similar entre quienes apoyan la permanencia en Bruselas (50%) y quienes piden salir (48%).

Los grupos demográficos también son claros respecto a permanecer en el bloque. Los jóvenes tienden a votar por la permanencia, al igual que las personas que se inclinan en el espectro ideológico hacia la izquierda. Los ciudadanos de derecha y mayor edad tienden a rechazar la pertenencia al club, a excepción del Reino Unido, Suecia, Grecia y España donde son los conservadores los que desean quedarse en el bloque.

La crisis de refugiados es otro de los temas que causa rechazo en la mayoría de los consultados. Grecia tiene un abrumador 94% de desagrado en el manejo del problema, Italia con 77% y España con 75%, también expresaron mayoritariamente su repulsa. El país consultado que mejor valora la gestión europea es Holanda, con apenas 31% de apoyo y 63% de rechazo a las acciones de Bruselas.

Otro tema álgido es la economía donde la desaprobación alcanza altísimos niveles en Grecia con 92% y menores en Italia 68%, Francia 66% y España 65%.

Sin embargo, la pregunta clave entre los 10 países consultados es el grado de atribuciones que debe tener un país. Ocho países afirmaron que debe permanecer o aumentar las competencias de Bruselas en la política nacional, mientras que Grecia y Reino Unido refutan la idea, los británicos en 65%. Sólo 6% quiere que haya más transferencia de poder de Londres a Bruselas, y 25% pide se mantenga el estado actual.

Pese al creciente euro-escepticismo, los electores de los otros 9 países señalaron que la salida del Reino Unido de la Unión Europea afectaría gravemente al bloque, 89% de los suecos cree que afectará al bloque, mientras que 62% de los franceses y 57% de los italianos consideran que la salida no será tan dura para los 28.

Se rompe la unión

El alcance de la salida del Reino Unido de la Unión Europea conlleva mayor preocupación para naciones como Alemania, que ve partir una gran economía del bloque europeo, o la República de Irlanda, que podría ver marcharse a su principal socio –y por mucho tiempo la nación a la que estuvo subordinada–.

Los políticos de otros países temen se produzca un efecto contagio y con ellos una serie de referendos que busquen separarse del proyecto común europeo.

Pero la salida del bloque europeo acarrea problemas no solo para la Unión Europea, también para el Reino Unido de la Gran Bretaña que siente la tensión. Las naciones que conforman la orden británica, Gales, Escocia e Irlanda del Norte -además de Inglaterra- ya han expresado su preocupación por el rompimiento del status quo y lo que traería consigo dejar el bloque..

En 2014 Escocia decidió mantenerse dentro del Reino Unido. En esa ocasión el primer ministro británico, David Cameron, logró su cometido y derrotó a quien para el momento era el líder del Partido Nacional Escocés, Alex Salmond. La victoria en las urnas 55%-45% le bastó a Cameron para decir que el asunto se zanjaba por al menos una generación. Sin embargo, en tan sólo dos años el fantasma de una separación resurge.

Escocia tiene entre su Constitución leyes que afirman que deben cumplir con los preceptos europeos, de no hacerlo entraría en un conflicto legislativo y estaría violando la Carta Magna. Si bien es cierto que hay desgaste del tema independentista en Escocia, y con la baja de los precios del petróleo no les interesa romper su relación con Londres, tampoco le serviría abandonar el mercado europeo y este sea el momento político tan ansiado.

Gales, en mucha menor medida, aspiraría una separación, pero el impacto de una eventual salida podría llevar a los galeses a decidir si es mejor independizarse o no.

Sin duda el país que más sufrirá por una posible salida es Irlanda del Norte, no sólo por motivos económicos, como perder los subsidios de Bruselas para los agricultores, también hay una clara preocupación política y de seguridad. Durante décadas en Irlanda hubo un conflicto entre los nacionalistas en su mayoría católicos y los unionistas predominantemente protestantes..

La nación sufrió la inestabilidad y violencia con grupos terroristas como el Ejército Republicano Irlandés (ERI). Aún en la actualidad, y a pesar de la paz del Acuerdo de Viernes Santo firmado en 1998, persiste el temor de ataques de grupos disidentes que se dividieron del ERI original.

Tan sólo 20 años atrás los controles militares, alcabalas y puestos fronterizos entre la Irlanda republicana y el norte unionista estaban a la orden del día.

Fue debido al esfuerzo de líderes como el unionista David Trimble y los católicos John Hume y Gerry Adams que llegó la paz y se acabó con la militarización. Su trabajo de reconciliación se sostuvo cuando se mostró al factor unificador en torno a la unión y a la identidad europea.

Hoy, el primer ministro norirlandés, el democristiano Enda Kenny, señala su preocupación ante el Brexit, pues asegura que de ocurrir volvería a traer el distanciamiento entre los irlandeses, porque ya no hay un factor unificador ni en el Reino Unido, ni en la Unión Europea. Aunque Londres y Dublín llegarán a un acuerdo para el tránsito de bienes y personas se volvería a introducir el control fronterizo, un muro que ya había sido derribado y existía sólo en los recuerdos.

La salida británica de la Unión Europea no sólo implicaría una separación del continente, también implicaría incertidumbre a la paz de Irlanda, una posible partición de un reino en cuatro naciones y de facto un reconocimiento de la caída de un imperio.

Epílogo comentario. En esta obra Hamlet decidió suicidarse para no sufrir dolor, sin saber que lo que le depara la muerte es peor.

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