Sin gobierno
España ha estado dirigida desde finales de diciembre de 2015 por un gobierno en funciones muy limitado en sus capacidades.
El bloqueo comenzó en las legislativas de diciembre de 2015, cuando el Partido Popular (PP, derecha) llegó a la cabeza con 123 diputados de los 350 de la Cámara Baja, pero obligado a buscar aliados al no contar con una mayoría necesaria para gobernar. Luego de que los partidos no lograran acuerdos para formar un nuevo Ejecutivo, el rey Felipe VI convocó a una repetición de los escrutinios el 26 de junio.
El PP aumentó a 137 sus diputados, pero el intento de investidura de Rajoy fracasó ante la negativa de los diputados del PSOE, segunda fuerza con 85 escaños, así como de Podemos (izquierda), de los nacionalistas e independentistas. Si no se conforma un gabinete para el 31 de octubre, se convocará a nuevas elecciones en diciembre, las terceras en menos de un año, algo nunca visto en el país.
Divisiones en la izquierda
El PSOE, el partido más antiguo de España, con 137 años, vive una crisis de una crudeza pocas veces vista. Pedro Sánchez, elegido por las bases en 2014, enfrentó el miércoles la dimisión en bloque de una parte de su equipo directivo, que buscaba forzar su salida.
Sus antagonistas, entre ellos seis «barones», los poderosos dirigentes regionales del partido, le echan en cara los fracasos electorales sin precedentes en las legislativas de diciembre de 2015 y junio pasado. En las regionales en Galicia y País Vasco del domingo, el PSOE cedió terreno y fue sobrepasado por los aliados de Podemos.
Los socialistas se muestran divididos sobre la estrategia a seguir frente al bloqueo político en España: una parte de la formación quiere que el PSOE permita a Mariano Rajoy formar un Ejecutivo y fortalecerse desde la oposición, mientras que Sánchez jura que no entregará el gobierno a los conservadores.
El surgimiento del partido de izquierda radical Podemos en parte explica la crisis de los socialistas: la formación de Pablo Iglesias surgida en 2014 ha captado los votos de los electores socialistas decepcionados por una dirigencia que considera muy cercana al poder establecido y, que estima, instauró las primeras medidas de austeridad.
Podemos no se salva de las divisiones, entre un grupo más moderado encabezado por el número dos, Íñigo Errejón y otro radical, bajo la batuta de Iglesias.
También el histórico partido ecolo-comunista Izquierda Unida está en crisis, con una parte del mismo apostando a una fusión con Podemos.
Apuesta separatista
España enfrenta un separatismo atizado por la crisis económica y la negativa a dialogar de la derecha, en el poder desde fines de 2011.
Desde su triunfo en septiembre de 2015, los independentistas gobiernan en Cataluña, una región con 7,5 millones de habitantes (46 millones en todo el país) y 20% del PIB nacional. Su presidente, Carles Puigdemont, prometió el miércoles organizar un referéndum sobre la independencia en septiembre de 2017, tras instaurar las instituciones del eventual nuevo Estado.
En el País Vasco, los partidos que reclaman más autonomía son mayoritarios. En las elecciones del domingo quedó en primer lugar el Partido Nacionalista Vasco (PNV, conservador), que propone una «soberanía compartida».
Una economía convaleciente
España recuperó la senda de crecimiento en 2014, tras superar una dura crisis. Su PIB progresó en 2015 un 3,2% y se espera que se mantenga a este nivel en 2016. Pero la cuarta economía de la zona euro sufre una alta tasa de desempleo, del 20%, tan sólo por detrás de Grecia en la región. Y mientras la parálisis institucional amenaza con impactar negativamente en la economía, España se encuentra bajo amenaza de sanción de la Comisión Europea por su excesivo déficit.