Los partidos independentistas convocaron un pleno parlamentario para el lunes para analizar los resultados de la votación, marcada por la violencia policial para impedirla. «En función del desarrollo del pleno, se podría producir la declaración de independencia», explicó esta fuente.
La decisión provocó llamamientos al diálogo de la Comisión Europea y una fuerte caída de la bolsa de Madrid.
«Llegó el momento de dialogar, de encontrar una salida al callejón sin salida, de trabajar dentro del orden constitucional de España», dijo el vicepresidente de la Comisión Europea, Frans Timmermans, en un debate convocado por la Eurocámara sobre esta cuestión.
La crisis catalana ya protagonizó la sesión parlamentaria europea de la mañana. «Si España se rompe por Cataluña, una fila de fichas de dominó la seguirá por todo el continente», dijo el eurodiputado del Partido Popular gobernante en España, Esteban González Pons.
Pero las posiciones entre Barcelona y Madrid se distancian cada día después del «referéndum de autodeterminación» prohibido del domingo en Cataluña, marcado por la violencia policial al intentar impedirlo, y ninguno quiere ceder.
El presidente regional Carles Puigdemont pidió una mediación internacional para solucionar este conflicto pero, mientras no recibe respuesta de un posible mediador ni de Madrid, sigue adelante con sus planes. En una entrevista con la BBC, avanzó que declarará la independencia «en cuestión de días».
El lunes debe comparecer en el parlamento regional en un pleno convocado por los partidos independentistas, afirmaron fuentes parlamentarias.
Según la CUP, el partido separatista más radical, «será un pleno de proclamación de la República», dijo su diputada Mireia Boya.
Turbulencias económicas
La inquietud prendió entre los inversores y el índice principal de la Bolsa de Madrid, el Ibex-35, perdió más del 3% cuando faltaban poco para el cierre.
Las acciones de los dos grandes bancos catalanes sufrieron especialmente el golpe: CaixaBank y el Banco de Sabadell perdieron respectivamente 5,56% y 5,36%, mientras que las del Santander, primer banco español, perdieron 4%.
Cataluña, con una fuerte industria exportadora y turística, es la región más rica de España junto a Madrid y aporta el 19% del PIB español.
Un importante lobby económico regional, el Círculo de Economía, mostró en un comunicado «su preocupación máxima» ante una declaración de independencia y criticó «la violencia inexplicable» del domingo.
En los próximos días, el ejecutivo catalán debe oficializar los resultados del referendo que según sus cuentas ganaron con un 90% de síes y una participación del 42,3% de los 5,3 millones de electores. Sin embargo, la actuación policial y las carencias de su organización no permiten un análisis fiable del resultado.
La sociedad catalana está dividida casi a partes iguales sobre la cuestión. El domingo, asociaciones unionistas, apoyadas por el Partido Popular de Rajoy, convocaron una manifestación en el centro de Barcelona con el lema «¡Basta, recuperemos la sensatez!».
El rey interviene
Desde Madrid, buscan la manera de frenar la independencia. En un discurso solemne el martes, el rey Felipe VI acusó de «deslealtad» a los líderes catalanes y afirmó que «es responsabilidad de los legítimos poderes del Estado asegurar el orden constitucional».
Este miércoles, la Audiencia Nacional, la máxima instancia penal española, llamó a declarar el viernes por sedición al jefe de la policía regional, una subalterna y los presidentes de las dos principales organizaciones independentistas.
Se les responsabiliza del bloqueo de varios guardias civiles y la destrucción de sus vehículos durante una manifestación en Barcelona el 20 de septiembre enfrente de una dependencia del gobierno regional tras la detención de catorce personas implicadas en la organización de la votación.
El gobierno español de Mariano Rajoy, que intentó impedir a toda costa la votación del domingo, no descarta suspender la autonomía de la región, como cada vez piden más voces en España.
En Cataluña, los ánimos están encendidos desde la brusca intervención policial del domingo contra los manifestantes que se concentraban frente a los colegios electorales para proteger las urnas de votación.
Como respuesta a esta intervención, decenas de organizaciones decretaron una huelga general el martes para «frenar» la actividad económica en esta región. Colegios, comercios, empresas, museos o iglesias como la Sagrada Familia cerraron sus puertas mientras cientos de miles manifestaban en las calles.
Alrededor de 700.000 personas se concentraron por el centro de Barcelona, entre ellos muchos contrarios a la independencia indignados con la respuesta de Madrid. «Ese día tocaron a mi gente, eso me dolió mucho», explicaba Laia Castaño, estudiante de 20 años con una bandera española colgada por encima los hombros.
El discurso del rey Felipe VI, sin una mención hacia los heridos por las cargas policiales, no contribuyó a la distensión e incluso fue criticado por líderes del partido socialista en la región, muy críticos con el gobierno de Puigdemont.
A las 19H00 GMT, el presidente catalán ofrecerá un discurso televisado en el que previsiblemente responderá a la intervención del monarca. Para el portavoz de su gobierno, Jordi Turull, esas palabras únicamente sirvieron para «echar gasolina al fuego»
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