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Kuczynski busca reconciliación en Perú y fujimorismo pierde una partida

El presidente de Perú, Pedro Pablo Kuczynski, logró este viernes un sorpresivo triunfo político que lo fortalece frente a sus enconados rivales del fujimorismo, con la decisión del Congreso de rechazar un pedido de destitución por sus vínculos con la empresa brasileña Odebrecht.

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Después de que el pleno del Congreso de Perú rechazó el jueves despojarlo de la jefatura del Estado, Kuczynski ofreció que hoy «empieza un nuevo capítulo» en la historia de su país.
«Reconciliación y reconstrucción de nuestro país. Una sola fuerza, un solo Perú», escribió Kuczynski en la red social Twitter.
Tras una sesión de mas de 13 horas, la moción con el pedido de vacancia (destitución) solo obtuvo 79 votos a favor, cuando la ley peruana indica que necesitaba del apoyo mínimo de 87 de los 130 legisladores.
Se contaron, además, 19 votos en contra y 21 abstenciones por lo que el pedido fue archivado y Kuczynski seguirá al frente de la Presidencia.
En la decisión final desempeñaron un papel decisivo los legisladores del bloque de izquierda Nuevo Perú, que se retiraron en bloque antes de la votación y exhibieron carteles que decían «Ni golpismo ni lobbismo».
Sin embargo, también se produjo la sorpresiva abstención de 10 legisladores del partido fujimorista Fuerza Popular, que domina el Congreso y había anunciado una posición en bloque a favor de la destitución de Kuczynski.
Entre los legisladores de Fuerza Popular que se abstuvieron estuvo Kenji Fujimori, el hijo menor del encarcelado presidente Alberto Fujimori (1990-2000).
La congresista fujimorista Cecilia Chacón aseguró que su grupo respetará el resultado de la votación en el Congreso, pero anunció que su bancada pedirá explicaciones a sus colegas que no votaron a favor del pedido.
Según Chacón, la abstención de esos parlamentarios estuvo motivada por que el Gobierno les prometió liberar al expresidente Fujimori.
La votación se dio tras más de nueve horas de debate en el Congreso, que a su vez estuvo precedido por la defensa que hizo Kuczynski ante el pleno durante más de dos horas, acompañado por su abogado, Alberto Borea.
En su alegato, Kuczynski pidió a los congresistas que «salven la democracia» y rechacen el pedido de destitución, a la vez que negó haber favorecido a Odebrecht o mentido en su relación con esa constructora.
El jefe de Estado se presentó ante el pleno para defenderse de la moción de vacancia por «permanente incapacidad moral», solicitada por la asesoría financiera que su empresa Westfield Capital dio a Odebrecht entre 2004 y 2007 por un proyecto de irrigación en Perú.
El jefe de Estado pidió disculpas porque, según dijo, debió «ser el primero en advertir las dificultades para sanar las heridas, tras la contienda democrática» de 2016, en las que venció por estrecho margen a la actual líder opositora, Keiko Fujimori.
«No está en juego mi permanencia en el cargo, está en juego la estabilidad democrática, no apoyen una vacancia sin sustento, porque el pueblo no olvida, ni perdona», expresó el mandatario.
Kuczynski reiteró que es propietario de Westfield Capital, dedicada a asesorías financieras desde 1992, y que cuando fue ministro del Gobierno de Alejandro Toledo (2001-2006) esa compañía era gestionada por su exsocio Gerardo Sepúlveda.
Remarcó que «la norma prohíbe que (un funcionario público) gestione intereses propios o de terceros, pero los dividendos que un empresario recibe por parte de una empresa son por la propiedad de la misma, no por su gestión».
«Soy un hombre honesto, jamás he recibido una coima o un soborno, que haya torcido mi voluntad. Ni mi empresa ni yo hemos contratado con el Gobierno, jamás incurrí en conflicto de intereses», sostuvo.
El rechazo al pedido de destitución del gobernante cerró una intensa semana de crisis política en Perú, que comenzó el jueves pasado cuando Odebrecht remitió al Congreso un documento sobre las consultorías que hizo la empresa de Kuczynski.
El fujimorismo, principal fuerza de la oposición peruana al dominar el Congreso con mayoría absoluta, perdió su mayor pulso lanzado hasta ahora contra Kuczynski, al quedarse sin los votos suficientes para destituirlo del cargo.
El anuncio hecho en la víspera por Kuczynski de que sus dos vicepresidentes renunciarían y no lo relevarían si se producía su destitución, conllevaba que el presidente del Congreso, el fujimorista Luis Galarreta, ocupara la Presidencia en funciones mientras se organizaban nuevas elecciones generales.
El supuesto de que el fujimorismo gobernara al menos por unos meses fue suficiente argumento para que algunos congresistas partidarios de la destitución cambiaran su voto a última hora, lo que salvó a Kuczynski frente a la todopoderosa bancada fujimorista, que ocupa 70 de los 130 escaños del Parlamento.
Pero en el resultado final también influyó la sorpresiva abstención de 10 legisladores fujimoristas, entre ellos Kenji Fujimori, hijo menor del encarcelado expresidente Alberto Fujimori, a pesar de que su bancada había anunciado una votación en bloque a favor de la destitución.
Kuczynski salió ileso de este choque con el Congreso que él mismo tildó de golpe de Estado no solo por moción de destitución contra él, sino también por los procesos que el fujimorismo tramita en el Parlamento para inhabilitar a jueces del Tribunal Constitucional y al Fiscal de la Nación (fiscal general).
Con el resultado de esta votación, el gobernante no solo conservó su cargo sino que obtuvo su primera victoria política frente al fujimorismo desde las elecciones presidenciales, donde se impuso a Keiko Fujimori por apenas 40.000 votos.
Aunque el mandatario peruano siempre intentó tender puentes de diálogo con sus mayores opositores, el fujimorismo sacudió constantemente a su Gobierno con diversas crisis en las que censuró a dos ministros y forzó la renuncia de otros dos.
Ese estrangulamiento al Ejecutivo alcanzó su punto álgido con la moción de destitución promovida en los mismos días que la Fiscalía investiga al partido fujimorista Fuerza Popular y a la misma Keiko por la presunta financiación irregular de sus campañas electorales.
Lo hizo mediante un proceso exprés, donde entre la acusación y la votación apenas pasaron ocho días en los que Kuczynski denunció no tener apenas opción para la defensa más que un alegato ante el pleno del Legislativo.
La acusación también carecía de pruebas, pues se basaba en una supuesta incapacidad moral del presidente por presuntamente haber intentado ocultar vínculos con la constructora brasileña Odebrecht, protagonista del mayor escándalo de corrupción de Latinoamérica, con la que siempre negó relación alguna.
Sin embargo, la empresa desveló la pasada semana haber pagado más de 782.000 dólares a la consultora Westfield Capital, propiedad de Kuczynski, por asesorías entre 2004 y 2007, época en la que el mandatario era ministro en el Gobierno del expresidente Alejandro Toledo (2001-2006).
Aunque Kuczynski y la misma Odebrecht reiteraron que no se incurrió en delito alguno, el fujimorismo, con la connivencia del Frente Amplio de izquierdas, mantuvieron su propósito de poner al presidente contra las cuerdas, situación que superó gracias al antifujimorismo, como ocurrió en las elecciones del año pasado.
El mandatario sale fortalecido de la delicada situación que ha atravesado en los últimos días, pues si el Congreso, con los votos del fujimorismo, vuelve a censurar a su Gobierno como ya lo hizo hace unos meses, quedará facultado por la Constitución para clausurar el Parlamento y convocar nuevas elecciones legislativas.]]>

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