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Jacqui Saburido: El rostro que luchó contra los conductores ebrios

Jacqui Saburido, la mujer que se convirtió en la cara de las campañas contra el manejo de vehículos en estado de ebriedad, falleció el pasado jueves después de dos décadas del terrible accidente que le cambió la vida.

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Fotografía: CNN

Saburido era una joven venezolana que emigró a Estados Unidos, interrumpiendo sus estudios de Ingeniería Industrial, para tomar un curso de inglés en Austin, Texas.

A sus 20 años de edad ocurrió el evento que cambiaría su vida por completo y pasó el resto de su vida contando su historia y creando conciencia sobre el peligro del manejo en estado de ebriedad.

El incidente que cambió el curso de su vida ocurrió a las cuatro de madrugada en la capital del estado Texas. Donde Saburido dejaba una fiesta acompañada de su amigo Reggie Stephey y sus compañeras Natalia Bernnett y Laura Guerrero. Saburido iba de copiloto y su amigo de 18 años, Stephey, quien estaba bajo las influencias del alcohol iba manejando el vehículo.

Minutos después Stephey cruzó al carril contrario e impactó de frente contra otro vehículo. Causando la muerte DE Bennett y Guerrero. Saburido sufrió graves quemaduras dejándola al borde de la muerte.

Reggie, que por su parte era un joven que estaba por terminar la preparatoria y aspiraba a conseguir una beca universitaria fue sentenciado a siete años de prisión.

Jacqui sufrió quemaduras de tercer grado, dejándola ciega, sin nariz, labios, párpados ni cuero cabelludo. También perdió la movilidad de sus manos y brazos.

La joven venezolana tuvo que pasar por más de cien cirugías. Aumentando su cuenta clínica cada día que pasaba, llegando a superar más de cinco millones, sin tener seguro que lo cubra.

“Aunque deba sentarme frente a las cámaras sin ojeras, ni nariz ni cejas, lo haría mil veces si ayuda a que alguien tome una sabia decisión”, explicaba Saburido en sus conferencias de prensa, después de ser elegida para participar en una campaña del Departamento de Transporte de Texas.

Después de años y cientos de tratamientos. Jacqui recuperó su visión y pudo utilizar sus brazos de nuevo. Tuvo que acostumbrarse a un nuevo tipo de vida donde la independencia era un privilegio.

“Emocionalmente no he podido avanzar. Quisiera ser feliz, aceptarme y ser más independiente”, indicó Saburido en una entrevista después de una década del choque.

Los últimos años de Saburido fueron en Guatemala, donde recibía el tratamiento que necesitaba para mejorar. Sin embargo, el cáncer que le diagnosticaron puso punto final a su camino. Su primo José Saburido, le contó al portal web Statesman, que el deseo de Jacqui era ser enterrada en Venezuela junto a su madre.

Con información de Infobae. 

 

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