Internacionales

Venezuela y el espejo de nueve negociaciones exitosas

Los emisarios de los dos presidentes de Venezuela –el chavista Nicolás Maduro, mandatario en funciones, y el antichavista Juan Guaidó, reconocido por 54 naciones como jefe de Gobierno interino– continúan careándose en Barbados con los buenos oficios de Noruega para poner fin a la crisis institucional que tiene al país sudamericano políticamente estancado y a sus habitantes en un estado socioeconómico catastrófico. Analistas consultados por DW ven esas conversaciones con cauteloso optimismo por las credenciales de los diplomáticos escandinavos como mediadores y, en general, por la recurrencia con que los diálogos arbitrados por terceros han contribuido a solucionar, pacíficamente, conflictos que previamente parecían irresolubles.

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Texto: DW | Fotografía: Archivo

Venezuela

“Un estudio reciente del politólogo venezolano John Magdaleno reveló que la mayoría de las transiciones exitosas de sistemas autoritarios hacia sistemas democráticos son producto de una u otra forma de diálogo entre actores políticos en discordia. Aunque no puedo asegurar que chavistas y antichavistas vayan a llegar a un acuerdo en la isla caribeña con la ayuda de Oslo, estoy convencido de que la reinstauración del Estado de derecho en Venezuela dependerá de que las facciones enfrentadas sellen un pacto político y se midan en las urnas”, comenta Geoff Ramsey, investigador de la Oficina de Washington para América Latina (WOLA), una ONG dedicada a la promoción de políticas públicas para la protección de los derechos humanos.

Nicaragua

Como la Venezuela actual, la Nicaragua de los años ochenta también sufrió los estragos del autoritarismo y la hiperinflación, recuerda Ramsey antes de traer a colación los acuerdos de Esquipulas II, suscritos en Guatemala para pacificar a Centroamérica. Respondiendo a los intentos de mediación del Grupo de Contadora (1983-1986), esos convenios permitieron celebrar comicios libres en Nicaragua en 1990. “Si bien la institucionalidad democrática no duró mucho en ese país, la negociación que hizo posible allí la transición hacia un Estado de derecho sigue siendo un punto de referencia para quienes estudiamos la cuestión venezolana”, sostiene el especialista de WOLA, enfatizando la importancia del diálogo arbitrado y del sufragio transparente.

Perú

El siguiente ejemplo de Ramsey refuta el argumento según el cual el presunto involucramiento de la élite chavista en el narcotráfico es un rasgo que la diferencia de las cúpulas de otros Gobiernos autoritarios y justifica una injerencia militar externa en Venezuela, similar a la invasión estadounidense de Panamá (1989-1990). “Cuando Alberto Fujimori estaba en el poder (1990-2000), Perú se convirtió en una superautopista para los mercaderes de la cocaína con la venia de las fuerzas de seguridad del Estado. Y no por eso se hizo imprescindible una intervención militar extranjera para propiciar un retorno al Estado de derecho: en Perú bastó con que se celebraran nuevas elecciones para que se diera una transición hacia la democracia”, dice.

Afganistán

“Noruega tiene décadas de experiencia como instancia conciliadora; esa es una faceta significativa de su política exterior. Si Estados Unidos negocia ahora con los talibanes en Afganistán es porque los noruegos allanaron el camino para ello. Por otro lado, si Washington puede negociar con los talibanes, que se financian con la producción y el tráfico de opio, no veo motivos para que los opositores de Maduro no negocien con él con miras a solucionar la crisis venezolana electoralmente”, acota Ramsey, coautor de un estudio titulado Presión focalizada y compromiso inteligente: cómo el Gobierno de Estados Unidos puede impulsar una solución no violenta para la crisis venezolana, publicado por WOLA en enero de 2019.

Guatemala

“La intercesión del Gobierno noruego llegó a buen término en Guatemala en 1996: puso fin a un conflicto armado que había empezado en 1960. El proceso de paz, que no fue corto (1987-1996), comenzó con el involucramiento clave del país escandinavo en la iniciativa Amigos de Guatemala, que jugó un papel similar en la nación centroamericana al rol que el Grupo Internacional de Contacto (GCI) juega ahora en Venezuela”, señala Ramsey, añadiendo que Noruega también medió entre Israel y Palestina, en Colombia, Haití, Sri Lanka y Sudán. “Ignorar que en otros países ha sido posible dialogar con autócratas y negociar elecciones libres, justas y limpias con observación internacional es perjudicial para los propios venezolanos”, subraya Ramsey.

Israel y Palestina

Stefan Peters, catedrático de Estudios de Paz en la Universidad Justus Liebig de Gießen, desaconseja comparar los conflictos internos de un país con los de otro y creer que esos enfrentamientos pueden disiparse por completo en las mesas de negociación. A sus ojos, no es necesario trazar esos paralelismos para valorar lo que se puede alcanzar con el diálogo. “Las conversaciones sirven para darle una base sólida y un punto de partida claro a las que serán las soluciones definitivas”, esgrime Peters. “Entre los frutos más conocidos de ese tipo de negociaciones están los Acuerdos de Oslo firmados por Israel y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) en 1993, independientemente de que el conflicto palestino-israelí haya continuado después”, arguye.

Colombia

“El acuerdo de paz suscrito en 2016 por la organización guerrillera Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Gobierno de Juan Manuel Santos (2010-2018), en representación del Estado colombiano, es otro hito en la historia de las mediaciones internacionales”, agrega Peters, quien también es director académico del Instituto Colombo-Alemán para la Paz (CAPAZ). Consultado por DW, Detlef Nolte, investigador de la Sociedad Alemana para la Política Exterior (DGAP), destacaba recientemente que la coincidencia de Venezuela y Noruega como árbitros en el proceso de paz colombiano hizo que para Oslo fuera más fácil ganarse la confianza de Caracas cuando le propuso mediar entre chavistas y antichavistas.

Vietnam

Sin embargo, el hecho de que estos enemigos declarados hayan accedido a conversar bajo los auspicios de Noruega no le ha puesto coto a la violencia política en Venezuela. Poco antes de que fuera retomado a principios de julio, el diálogo estuvo a punto de ser cancelado por Juan Guaidó debido al asesinato del capitán de corbeta Rafael Acosta Arévalo mientras estaba bajo custodia de la Dirección General de Contrainteligencia Militar. El régimen de Maduro había arrestado a Acosta Arévalo bajo cargos de sedición. “Eso no es una contradicción. Se puede negociar mientras la confrontación continúa. Así ocurrió en Colombia y Vietnam (1969-1973)”, aclara Phil Gunson, del International Crisis Group, una ONG dedicada a prevenir conflictos en varios continentes.

El Salvador

“El éxito de la cita de Barbados depende mucho de la disposición del chavismo y del antichavismo a hacer concesiones. Y, en este momento, los negociadores de Maduro y Guaidó no se muestran muy flexibles”, opina Peters. Pero esa tampoco es una singularidad de la crisis venezolana. En su artículo Negociaciones de paz en el Tercer Mundo, publicado por el think tank español Centro para Asuntos Internacionales de Barcelona (CIDOB), el docente e investigador Raúl Benítez Manaut observa que la primera fase (1984-1989) del proceso de pacificación de El Salvador se caracterizó por la incompatibilidad de las propuestas hechas por los bandos en conflicto: el uno aspiraba a “compartir el poder” y el otro, a la rendición incondicional de su rival.

Sudáfrica

“Cada diálogo es diferente. Es imposible predecir el éxito de un diálogo determinado con base en la suerte corrida por procesos de diálogo aparentemente similares. No obstante, siempre resulta inspirador recordar que mediante conversaciones se evitaron o se puso fin a guerras civiles en Nepal, Irlanda del Norte, Filipinas y Sierra Leona, por ejemplo. Entusiasma también recordar el diálogo que hizo posible la democratización de Sudáfrica en los años noventa. Los diálogos son mecanismos valiosos porque permiten que antagonistas aprendan a verse con otros ojos, a comprender sus respectivas preocupaciones e intereses, y a confiar los unos en los otros, aunque sea un poco”, explica Hans-Joachim Gießmann, director ejecutivo de la Fundación Berghof, una ONG con sede en Berlín que fomenta la búsqueda de soluciones pacíficas a los conflictos.

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