Cristina Fernández: Antigua fórmula peronista
Alberto Fernández ha reconocido que Cristina dejó "tres problemas": déficit fiscal, inflación y las duras restricciones para la compra de dólares / por Luis E. Fidhel
Alberto Fernández ha reconocido que Cristina dejó "tres problemas": déficit fiscal, inflación y las duras restricciones para la compra de dólares / por Luis E. Fidhel
La elección de Cristina Fernández como vicepresidenta de Argentina ha traído suspicacias sobre el ejercicio del “poder real” que gobernará a partir del 10 de diciembre. Alberto Fernández podría ser un presidente de sombra. La fórmula no es nueva en el peronismo.
El 26 de marzo de 1971, el general Alejandro Lanusse asumió la presidencia de Argentina en un clima político totalmente desfavorable y de ingobernabilidad. La violencia guerrillera, el descontento popular, Perón y el justicialismo hacían difícil de sostener la continuidad del gobierno militar. Lanusse evaluó que la solución a los conflictos pasaba por terminar con 18 años de proscripción del peronismo y decretar una apertura política.
El 17 de octubre de 1972, la Junta de Comandantes en Jefe que regía el país promulgó la Ley Nº 19.805, que convocaba a elecciones nacionales. Asimismo, impidieron la candidatura de Perón a través de la «cláusula de residencia», la cual consistía en prohibir la candidatura de quienes no hubieran estado residiendo en la Argentina con anterioridad a agosto de 1972.
También se propuso un Gran Acuerdo Nacional (GAN) entre los argentinos y se anunció la convocatoria a elecciones nacionales sin proscripciones para el 11 de marzo de 1973.
Se conformó, con fines electorales, el Frente Justicialista de Liberación (Frejuli) cuyo partido mayoritario fue el Partido Justicialista – peronismo – con otros partidos menores ante la prohibición oficial a Perón de presentar su postulación a esas elecciones. El candidato de la coalición fue Héctor Cámpora para presidente y Vicente Solano Lima para vicepresidente, bajo la consigna “Cámpora al gobierno, Perón al poder”.
El 7 de noviembre de 1972, Cámpora anuncia que Perón volvería al país el 17 de ese mes y luego de 17 años de exilio, tras derrocado en septiembre de 1955, por Pedro Eugenio Aramburu en la denomina Revolución Libertadora, quien en 1970 terminó secuestrado y ejecutado en un «juicio revolucionario» por la organización guerrillera Montoneros, identificada con la extrema izquierda justicialista.
El regreso de Perón fue breve, pues el gobierno solo lo autorizó hasta el 14 de diciembre y tuvo que marcharse Paraguay. Volvió definitivamente el 20 de junio de 1973, cuando Cámpora asumió la presidencia.
Juan Domingo Perón ratificó en enero de 1973: «Si Cámpora va al gobierno, Perón va al poder, como dicen los muchachos. Es lógico. Si lo he puesto a Cámpora es porque sé que es un hombre de una lealtad insobornable”.
El gobierno de Cámpora resultó uno de los más cortos de la historia Argentina: del 25 de mayo al 13 de julio de 1973. A este período la juventud y la izquierda justicialista lo bautizó como “Primavera Camporista”. Tanto el mandatario como el vicepresidente Solano Lima terminaron renunciando a sus cargos.
En sus primeras decisiones de gobierno, Cámpora indultó a los entonces presos políticos de la dictadura, casi todos vinculados a la guerrilla, aún antes de que el Congreso sancionara una ley de amnistía. Estableció relaciones con Cuba y Corea del Norte, entre otros países socialistas; fijó las bases de un acuerdo social de precios y salarios y eliminó las leyes represivas de la anterior dictadura.
El 30 de mayo de 1973 se firmó el Acta de Compromiso Nacional entre la CGT, la CGE y el Estado, conocido como «Pacto Social», el cual tenía por objetivo fundamental la redistribución progresiva del producto bruto y la detención del proceso inflacionario. El documento suponía un acuerdo entre trabajadores, empresarios y sindicalistas sobre la forma de distribuir más equitativamente el ingreso nacional.
La renuncia de Cámpora se ha interpretado como una maniobra del general Perón para hacerse de la presidencia, así como una muestra de fidelidad a éste. La convocatoria a nuevas elecciones obtuvo más del 60% de los votos y permitió a Perón acceder a la presidencia el 12 de octubre, junto a su esposa Isabel Martínez como vicepresidente.
Cristina anunció que pidió a Alberto Fernández, su exjefe de gabinete, que encabezara la fórmula para el proceso electoral del 2019. Alberto como candidato a presidente y Cristina como aspirante a la vicepresidencia participaron en las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias. De este modo llegamos a las siguientes conclusiones:
1) No existen dudas de que Cristina se haya apaciguado frente al poder. La vida política de la exmandataria sugiere el uso de estrategias para encubrir o solapar el verdadero poder detrás de las formalidades. Se da por hecho que su esposo Néstor Kirchner, después de su presidencia entre 2003- 2007, pudo haber ejercer el poder durante las dos presidencias de su esposa Cristina Fernández (2007-2015), hasta su fallecimiento en octubre del 2010. La situación podría repetirse en presidencia de Alberto Fernández.
2) Las medidas económicas a implementarse para atenuar la crisis que se avecina, anti-populares y restrictivas, podrían debilitar de manera significativa el capital político de Cristina, que en este momento tiene una alta aceptación en el electorado. Lógicamente las consecuencias se trasladarán a Alberto Fernández.
3) El poder de Cristina Fernández no es formal ni pasivo. El senador Maurice Closs, quien asumió la primera vicepresidencia de la Cámara de Senadores de la Nación argentina, manifestó: “No hay duda de que Cristina va a dominar el Senado”, para luego aclarar que lo hará «desde su rol de vicepresidenta electa que tiene el mandato constitucional de presidir ese cuerpo».
4) El bloque de diputados oficialistas del Frente de Todos formalizaría la designación de Máximo Kirchner – hijo de Cristina y Néstor – como presidente de una sola bancada desde el próximo 10 de diciembre. Tendrá más de 120 legisladores y se convertirá en la primera minoría.
5) Las relaciones entre Alberto y Cristina nunca fueron buenas. Con Cristina en el poder en julio del 2008, Alberto renunció al Gobierno tras el conflicto que durante varios meses enfrentó a productores agropecuarios con el Ejecutivo por el incremento de varios impuestos agrarios. En aquella oportunidad aseveró: «Yo no me fui del Gobierno, a mí me echaron», «no me voy a callar su mal manejo de la economía» y «el peronismo fue progresista con Kirchner y patético con Cristina”.
6) Tras años de distanciamiento, los Fernández políticamente se reconciliaron: «Nos pasó lo que a muchos argentinos, que un día la política nos dividió. Esos años de distanciamiento creo que ni ella ni yo estuvimos contentos», acotó Alberto. «Cristina piensa que soy muy conciliador, y es cierto. Pero cuando es necesario, sé poner las cosas en su lugar»
El peso real que tendrá la nueva vicepresidente, quien enfrenta cargos por presuntos hechos de corrupción, se irá develando. Alberto ha reconocido que Cristina dejó «tres problemas»: déficit fiscal, inflación y las duras restricciones para la compra de dólares.
El fantasma de Juan Domingo Perón se hace presente en la nueva presidencia argentina.