Crueldad y maltrato sufren los elefantes sometidos por el turismo en Tailandia [Video]
Para lograr que obedezcan, los domadores recurren a una técnica llamada, en español, "perturbarles la mente". A los elefantes los mantienen encerrados y los golpean. La cuarentena por coronavirus les ha regalado la oportunidad de huir a sus hábitats naturales. Miles han escapado de sus captores
. Estresados, encerrados y maltratados. Un video difundido por un grupo ecologista ilustra la violencia que entraña el adiestramiento de los elefantes sometidos a la jugosa industria del turismo en Tailandia.
Un elefante no obedece naturalmente, se somete. Para amaestrarlo con fines turísticos, el mahout (domador) utiliza la técnica denominada del phajaan, que consiste en «perturbarle la mente».
Separado de su madre, sometido a un fuerte estrés, es encerrado en un recinto muy estrecho, atado con cuerdas y cadenas. Así lo muestran las imágenes filmadas en 2019 con una cámara oculta en Tailandia, y publicadas esta semana por el grupo británico World Animal Protection (WAP). Aquí pueden ver el video:
El video muestra al mahout pinchando a un joven paquidermo con una varilla terminada en una punta de metal afilada para hacerle obedecer las órdenes básicas. Eso le provoca sangrados.
«El objetivo es dominarlo por completo con recompensas y castigos. Quieren que entienda que desobedecer es doloroso», señala Jan Schmidt-Burbach de WAP. Deplora los numerosos «daños físicos y psicológicos» provocados al animal.
Una huida sin precedentes
Transportar turistas sobre el lomo, bañarse con ellos, dar vueltas como en un circo: unos 3.000 elefantes son utilizados en el sector turístico de Tailandia.
Pocas veces, los elefantes han logrado liberarse del yugo. Aún se recuerda cómo un paquidermo mató a su guía y huyó con tres turistas en el lomo, hace 5 años.
Pero los paquidermos han quedado desempleados desde que el país cerrara sus fronteras a causa de la pandemia dela COVID-19.
Más de un millar de éstos, amenazados por el hambre, huyeron de los campos desiertos para regresar a sus sitios natales, en una oleada migratoria a una escala sin precedentes en un periodo tan breve.
Los ecologistas esperan que esta crisis se aproveche para una reflexión sobre el elefante domésticado en Tailandia.
«Es absolutamente necesario promover más un turismo centrado únicamente en la observación», destaca Schmidt-Burbach.
La cantidad de elefantes en cautiverio ha aumentado en un 30% en 30 años. Al sector le falta regulación.
Según la ley tailandesa, el animal domesticado se considera ganado. Deja de estar protegido, aunque haya sido salvaje. Los medios para alcanzar el fin no les importan.
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