Las elecciones de este domingo en las regiones españolas de Galicia y el País Vasco apuntalaron a los gobiernos que las gobernaban, y que vieron cómo en ambos casos reforzaban su posición.
En Galicia, el presidente saliente, Alberto Núñez Feijóo, del conservador Partido Popular (PP, primera fuerza de la oposición a nivel nacional) mantiene su mayoría absoluta, la cuarta consecutiva, al obtener 42 de los 75 escaños del Parlamento regional (gana uno), sin que se aprecie un desgaste en su popularidad a pesar del paso del tiempo.
Feijóo, en su discurso de victoria, agradeció a los votantes por un resultado que «me emociona y me ilusiona más» que su primera victoria en 2009, y continuó exhibiendo su tono moderado al recalcar que prefiere «el entendimiento al enfrentamiento» y «la moderación a las posiciones intransigentes».
En segundo lugar se situó el Bloque Nacionalista Gallego (BNG), que dio un salto hasta los 19 escaños (13 más), superando al Partido Socialista (PSOE), que se mantiene con 14.
En el País Vasco, el gobernante Partido Nacionalista Vasco (PNV) reforzó su mayoría relativa al obtener 31 de los 75 diputados en juego (sube 3).
El partido independentista EH-Bildu (antiguo brazo político de la desaparecida banda terrorista ETA), logró 22 diputados (sube 4).
Con estos resultados, los nacionalistas e independentistas vascos logran su mejor resultado histórico, al acaparar 53 de los 75 diputados regionales.
El PSOE se mantiene, Podemos se hunde
La gestión de la pandemia y la subsiguiente crisis económica por el Gobierno español, no parece haber pesado al Partido Socialista (PSOE), socio mayoritario de la coalición, ya que mantiene sus 14 escaños en Galicia y sube ligeramente en el País Vasco (de 9 a 10).
En cambio, el otro socio de la coalición, el izquierdista Unidas Podemos, sufre una fuerte caída en ambas regiones.
Así, Podemos desaparece totalmente del Parlamento regional gallego, donde hasta ahora era la segunda fuerza con 14 escaños, mientras que en la Cámara vasca pasa de ser el tercero al cuarto grupo más numeroso, al caer de 11 a 6 escaños).
En Galicia, gran parte de ese voto impulsó al BNG, mientras que en el País Vasco parece haber ido sobre todo a EH-Bildu y algo al PSOE.
El ultraderechista Vox, tercera fuerza en el Congreso de los Diputados español, entró en el Parlamento vasco con un escaño, pero se quedó fuera de la Cámara gallega.
Y si el PP mantiene su mayoría absoluta en Galicia, en el País Vasco continúa su tendencia descendente, al pasar de 9 a 5 escaños.
Esto se puede interpretar como una derrota del presidente nacional del PP y líder de la oposición en Madrid, Pablo Casado, quien mantiene una estrategia política muy agresiva contra el Gobierno nacional, distinta de la del más templado presidente gallego.
En esta línea, Casado forzó un cambio del candidato en el País Vasco, al sustituir a un moderado por un perfil mucho más duro, una maniobra que resultó en fracaso.
Las dos elecciones tuvieron lugar entre medidas sanitarias excepcionales debido a la pandemia de coronavirus, que en Galicia no supusieron una variación de la participación aunque sí en el País Vasco, donde bajó en siete puntos hasta producir la mayor abstención en unos comicios regionales vascos.