¿Y ahora que sigue en Francia? La intensa batalla por las legislativas
Apenas se conoció la victoria de Macron, tanto la ultraderecha como la izquierda lanzaron la ofensiva. Las elecciones legislativas son vistas como una tercera vuelta porque esto obliga a la "cohabitación política", es decir, con un primer ministro con tendencia diferente a la del presidente, como ocurrió con Jacques Chirac en 1986
El reelegido presidente de Francia, el centrista Emmanuel Macron, enfrenta desde este lunes 25 de abril un doble reto: unir a un país dividido tras la elección presidencial y preparar la batalla de las legislativas, que la ultraderecha y la izquierda plantean como una «tercera vuelta».
Nada más conocerse la victoria de Macron el domingo, cuando se convirtió en el primer presidente en lograr la reelección desde el conservador Jacques Chirac en 2002, sus rivales derrotados salieron en tromba para advertir que buscarán la revancha en junio.
«Lanzamos esta noche la gran batalla electoral de las legislativas», aseguró Le Pen, tras perder el balotaje con un 41,5% de votos frente al centrista (58,5%).
«La tercera vuelta comienza esta noche», dijo por su parte el izquierdista Jean-Luc Mélenchon, tercero en la primera vuelta con casi un 22% de votos.
Para Macron son cruciales
Los comicios parlamentarios del 12 y el 19 de junio son claves para que el mandatario liberal pueda llevar a cabo su programa para una «Francia más independiente». Ese es su proyecto «social y ecológico», «basado en el trabajo», como prometió el domingo por la noche.
Su equipo pasó a la ofensiva el lunes por la mañana. El jefe de los diputados de su partido La República en Marcha (LREM), Christophe Castaner, aseguró que los franceses le darán «la ambición y los medios» para poder aplicar el programa con el que fue elegido.
Entre sus promesas para transformar Francia figura el «renacimiento» de la energía nuclear y alcanzar la neutralidad de carbono para 2050, pero también la impopular medida de atrasar la edad de jubilación de los 62 a los 65 años.
El «rey desnudo»
Una mayoría de franceses, según dos sondeos publicados justo después de su reelección, no quiere que el mandatario centrista disponga de una mayoría parlamentaria, como la que goza desde 2017 en la cámara baja, lo que abriría la puerta a la «cohabitación».
Sin mayoría, «no puede hacer nada. El rey está desnudo», explicó a la AFP Dominique Rousseau, profesor de Derecha Constitucional en la universidad Panthéon-Sorbonne. Una vez escogido por el presidente, el primer ministro fija el rumbo del gobierno.
Francia ya conoció este modelo en el pasado. En 1997, Chirac nombró como primer ministro al socialista Lionel Jospin. El presidente conservador había sido previamente el primer ministro entre 1986 y 1988 de su predecesor socialista, François Mitterrand.
Abstención y decepción
En un sistema de elección uninominal a dos vueltas, el partido de Mélenchon, ecologistas y comunistas negocian ya hacer un frente común para obtener la mayoría de circunscripciones. En una extrema derecha dividida, también se alzaron voces para presentar un bloque unido.
La nueva ofensiva llega en un contexto de descontento y de abstención, que fue la más alta, en torno al 28%, para un balotaje presidencial desde 1969. «Un 35% del cuerpo electoral no votó, o votó blanco y nulo», resumió en la cadena LCI el politólogo Jérôme Jaffré.
Las razones son múltiples. Los jóvenes, que ya bloquearon liceos en las dos últimas semanas y ocuparon la simbólica universidad de la Sorbona, reprochan al presidente saliente su balance ecológico y social. Los votantes de izquierda cargan contra la reforma de las pensiones.
«Apaciguar»
Su primer mandato estuvo marcado por las crisis. Las más destacadas fueron las protestas contra su política hacia las clases populares, como los «chalecos amarillos», la pandemia mundial y una guerra en Ucrania que alimentó la preocupación de los franceses sobre su poder adquisitivo.
La pandemia y su intento de mediar entre Moscú y Kiev reforzaron su imagen de líder competente en tiempos de crisis. La Unión Europea (UE) acogió con alivio su elección. E incluso el presidente ruso, Vladimir Putin, le deseó «éxito» en su nuevo mandato pese a las tensiones sobre Ucrania.
Pero, sus polémicas frases forjaron su reputación de «presidente de ricos» y «arrogante» que todavía le persigue.
«Macron es consciente de que tiene que apaciguar», aseguró a la radio RTL la ministra de Trabajo, Elisabeth Borne, cuyo nombre circula para sustituir al actual primer ministro, Jean Castex.
Una Francia más dividida
El resultado de la elección fue una Francia más dividida. Consciente de la situación, en su breve discurso de la victoria, Macron, de 44 años, prometió que sería el presidente «de todas y todos los franceses» y prometió un «método renovado» para dirigir el país.
«Dijo que va a cambiar y que renovará su política. Y es lo que esperamos», aseguró a la AFP el lunes por la mañana Salim Boutalen, un educador social de 33 años de Burdeos (suroeste).
En 2017 se convirtió en el presidente más joven de la historia democrática de Francia y hoy es el primero en lograr la reelección desde 2002. Debe lidiar, entre otras cosas, con el desencanto de la nación
Democracia, Estado de Derecho, superación de los nacionalismos estrechos y del concepto de soberanía y una Europa federal guiada por el principio de subsidiaridad, nociones básicas en la idea de Europa, centrales en su nacimiento y fundamentales en su renovación hoy
Macron, en el poder desde 2017, recaba entre 27,6% y 29,7% de votos, seguido de Le Pen (23,5% y 24,7%). El izquierdista Jean-Luc Mélenchon (19,8% y 20,8%) se quedaría a las puertas de la segunda vuelta del 24 de abril