Los palestinos celebraron una Pascua sombría en Jerusalén y, en Gaza, la reducida comunidad cristiana organizó una vigilia pese a que afuera de la iglesia arreciaban los combates entre Hamás e Israel.
Cerca de 100 personas se reunieron en la noche del sábado 30 de abril, a oscuras, en la iglesia de la Sagrada Familia de Ciudad de Gaza para conmemorar una fecha importante del calendario católico, una vigilia previa a la resurrección de Jesús.
Pero fuera del templo, la población del norte de este territorio palestino vive bajo la amenaza del hambre. Además, cerca de la iglesia se encuentra el hospital Al Shifa, escenario de feroces combates desde hace dos semanas entre las tropas israelíes y los combatientes del movimiento islamista Hamás.
En Jerusalén, a unos 80 kilómetros, el ambiente era tenso y pocos peregrinos visitaron los lugares sagrados, que suelen estar repletos de fieles durante la Semana Santa.
En la misa de Pascua oficiada en la basílica del Santo Sepulcro, donde, según la tradición, está enterrado Jesús y que suele estar a rebosar en esta fecha, había muchos espacios vacíos.
El Patriarca de Jerusalén, Pierbattista Pizzaballa, presidió la ceremonia, donde los fieles se arrodillaron y besaron el mármol de la piedra de la unción. Allí, según los evangelios, Jesús fue sepultado tras ser crucificado.
«Vacía»
Angelica, una monja italiana de Perugia, relató que se sintió acongojada al ver la basílica casi vacía, pese a ser el santuario más sagrado del cristianismo.
«Éramos tan pocos. Tengo el corazón roto. Pero somos como los primeros cristianos, ellos también eran pocos», afirmó.
La religiosa afirmó que los peregrinos no acudieron debido «al sufrimiento y la muerte» en Gaza.
Kasia, de 33 años, y su madre Ewa, de 60, viajaron desde Varsovia, en Polonia. Esta es su décima peregrinación y afirmaron que nunca vieron este santuario tan tranquilo.
«Sin duda es por la guerra», afirmó Kasia, que habló a condición de que sólo se difundiera su nombre de pila. «Es terrible, están matando niños» en Gaza, agregó.
George Habib es dueño de una tienda en la Ciudad Vieja de Jerusalén y, para él, esta Semana Santa -que suele ser un periodo de temporada alta- fue un «desastre«.
«No hay nadie. Es peor que el covid (…) Parece que esta guerra nunca vaya a terminar», dijo.
El conflicto entre Israel y Hamás en Gaza, un territorio asediado y afectado por una gran escasez de agua, comida y de insumos, ha dejado prácticamente destrozado el territorio palestino, gobernado por Hamás desde 2007.
La guerra estalló el 7 de octubre tras un ataque de los milicianos de Hamás en Israel que dejó 1.160 muertos, la mayoría civiles, según un recuento de la AFP en base a datos israelíes.
En represalia, Israel prometió destruir a Hamás, a la que considera una organización terrorista, igual que Estados Unidos y la Unión Europea, y su ofensiva terrestre y aérea se ha cobrado la vida de 32.782 palestinos, según el último balance del movimiento palestino.