Internacionales

¿Por qué Milei es el primer presidente extranjero en encontrarse con Trump tras elecciones de EEUU?

Javier Milei ha mostrado las fotos tal como si exhibiese un trofeo, según reseña la prensa de Argentina. El presidente estuvo en Mar-a-Lago, el exclusivo club privado de Donald Trump, ubicado en Palm Beach (Florida)

Publicidad

Con su presencia en una gala la noche de este jueves 14 en Mar-a-Lago, Javier Milei pasó a convertirse en el primer presidente extranjero en encontrarse con el mandatario electo de Estados Unidos, Donald Trump. Otro latinoamericano, en este caso el salvadoreño Nayib Bukele, por su parte estuvo presto para ser el primer jefe de Estado en felicitar públicamente al magnate tras las elecciones presidenciales estadounidenses del 5 de noviembre pasado. Lo hizo a través de X.

Ni Milei ni Bukele ocultan su admiración por Donald Trump, así como privilegian el diálogo con Elon Musk más que con la Casa Blanca cuando han visitado Estados Unidos en este 2024. Los dos presidentes, Nayib Bukele (El Salvador) y Javier Milei (Argentina), al igual que Trump, comparten un ideario hibrido basado en las políticas de seguridad y el achicamiento del Estado, junto a una comunicación presidencial a través de las redes sociales.

La afinidad entre los dos mandatarios se cimentó con encuentros personales este año. Bukele visitó Buenos Aires en octubre, mientras que Milei estuvo en San Salvador. En ambos encuentros más que una visita con cenas protocolarias, se privilegió la conversación privada y extendida. Diversos analistas ven esto como los primeros pasos para la consolidación de un espacio referente en América Latina de la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC, por sus siglas en inglés), un espacio que tiene en el ex presidente Trump a un protagonista medular.

Justamente la cena de gala de este jueves en Mar-a-Lago, en la que también estaba Elon Musk, fue con los inversores y donantes en la campaña de Trump que gravitan en torno a la CPAC. Resulta sintomática la presencia de Milei en dicho acto y el derecho de palabra que tuvo en éste. No sólo otro jefe de Estado, al ultra libertario mandatario de Argentina se le suma por la afinidad ideológica, una suerte de amalgama que se alimenta además por cierta conexión personal.

A falta de mejor definición, tanto a Milei como a Bukele se les ha comenzado a llamar “la nueva derecha” en América Latina, ya que electoralmente irrumpieron en contraposición a modelos de izquierdas, pero al mismo tiempo tomando distancia de los partidos conservadores tradicionales. En este grupo, aunque no están en el poder, figuran el ex presidente brasileño Jair Bolsonaro y el ex candidato presidencial chileno José Antonio Kast.

En el caso de Argentina, como apuntan analistas, a Milei se le percibe como pez en el agua, por ejemplo, en eventos del partido Vox en España, que también formaría parte de este nuevo espacio.

El mandatario centroamericano, reelecto el año pasado pese a que la constitución taxativamente prohíbe la reelección, ha llevado adelante una política contra los grupos criminales (conocidos como maras) a través de hizo detenciones masivas y construcción de mega cárceles. Bukele no cumplió el debido proceso e incluso hizo detenciones de personas inocentes, como han documentado organismos de derechos humanos.

Así como el gobierno de Milei quiere replicar el modelo de seguridad ciudadana aplicado en El Salvador, Bukele expresó su admiración por el programa de recorte de gasto público puesto en práctica desde diciembre pasado, cuando asumió el poder, por parte del presidente sudamericano.

Bukele y Milei se conocieron este año en Estados Unidos, cuando justamente fueron invitados a una reunión de la CPAC y en ese momento, el pasado febrero, fueron presentados como una suerte de estrellas del nuevo espacio político en construcción en América Latina.

Ambos tienen en común que hacen viajes a territorio estadounidense, usualmente para reunirse con Musk u otras figuras de las redes sociales o del mundo tecnológico, pero evitar contactos con la Casa Blanca o el Departamento de Estado. Ninguno reniega de la administración de Joe Biden en público, pero no parece ser una prioridad alimentar una relación de Estado en la actual coyuntura de Estados Unidos.

Obviamente con Trump en la Casa Blanca las cosas serán diferentes para estos dos presidentes a partir de enero de 2025.

“Así como ha sido usual la conformación de espacios de referencia para los gobiernos y mandatarios de izquierda en América Latina, luce interesante esta nueva dinámica con mandatarios jóvenes, de verbo encendido, que lucen eficientes y cosmopolitas, y que además tienen en las redes sociales y en particular en X su principal herramienta de comunicación presidencial”, resumía un analista de una fundación política de Alemania.

De forma analítica, el periodista Miguel Díaz apunta que esta “nueva derecha”, que tiene ahora en Milei y Bukele a dos referentes, “combina diferentes corrientes: desde liberales clásicos y libertarios, como es el caso de Milei, hasta conservadores y nacionalistas, donde se ubica Bukele”.

Aunque no piensa igual en muy diversos temas, y tienen prioridades distintas en sus respectivas gestiones de gobierno, Díaz sostiene que como puntos de coincidencia figuras, entre otros, estos temas: la defensa de la vida (no al aborto), de la propiedad privada y de la libertad individual.

También comparten la reivindicación de la tradición, el “no” a la ideología de género y el refuerzo de la soberanía política nacional. Todos estos puntos están también en la agenda de Trump como quedó en claro durante la campaña electoral.

Por su parte, la revista The Economist en un trabajo de inicios de abril pasado, resume las señas de identidad, dentro de las cuales incluye su vinculación con la CPAC y su manifiesta admiración por Trump en el contexto de lo que definen como “guerra cultural”.

Tienen una abierta oposición al aborto y a los derechos de las mujeres y los homosexuales. Comparten una línea dura contra el crimen y el mantenimiento de la seguridad ciudadana. Y, asimismo, mantienen una postura intransigente a la socialdemocracia, y mucho más al comunismo, en la medida en que apuestan por las libertades individuales y un estado reducido.

Publicidad
Publicidad