Los bielorrusos viven con miedo: no quieren ir a pelear contra Ucrania
En Bielorrusia, el sentimiento general es que la guerra debería haberse evitado. Nadie comparte las acusaciones de Rusia de que Ucrania está dirigida por una potencia genocida, nazi y antirrusa
«Rezamos por la paz», dice Olga Filipovich, una viuda de 35 años que teme que su país, Bielorrusia, único aliado de Rusia, entre en el conflicto en Ucrania junto a las fuerzas de Moscú.
Desde hace un año, el presidente Alexander Lukashenko apoya a su homólogo ruso Vladimir Putin, prestando su territorio para la ofensiva rusa y acogiendo a un número elevado, pero desconocido, de soldados.
Hasta ahora, Lukashenko ha evitado comprometer a sus propias tropas pero en una serie de discursos acusó a Ucrania de querer atacar a su país y dijo que está dispuesto a enviar a su ejército a luchar si es necesario.
«Esto no solo vale para Ucrania, sino también para todos los demás vecinos», declaró Lukashenko la semana pasada. «Si atacan a Bielorrusia, ¡la respuesta será de lo más cruel!», proclamó.
Tanto en la pequeña ciudad de Zaslawye, donde vive Olga Filipovich, como en la capital, Minsk, nadie quiere que Bielorrusia se una al campo de batalla.
«Aquí todo el mundo está preocupado», dice Olga, mientras vigila a su hija, y cuenta como ve la televisión «llorando» junto a su abuela, superviviente de la Segunda Guerra Mundial que diezmó la población de la Bielorrusia soviética.
«¿Qué esperanza puede haber?»
Para Olga, su abuela y muchos de sus conciudadanos entrevistados por la AFP durante un viaje a este país aislado, sometido a sanciones occidentales, el sentimiento general es que la guerra debería haberse evitado.
Nadie comparte las acusaciones de Rusia de que Ucrania está dirigida por una potencia genocida, nazi y antirrusa.
Yulia Skatchko, de 32 años, dice que apoya a su presidente y que el gobierno la hace «sentirse segura».
Pero teme que un día los hombres tengan que ir al frente en Ucrania, como ocurrió en Rusia, donde el Kremlin movilizó a cientos de miles de reservistas.
Durante un viaje de prensa organizado por las autoridades, los militares bielorrusos insistieron a los periodistas de la AFP y de otros medios en que están preparados para cualquier escenario.
«No quiero criar a mi hijo para que tenga que ir a la guerra», dijo Yulia Skatchko, que acaba de terminar su baja por maternidad y busca trabajo.
En Zaslawye, en la entrada de una pequeña iglesia blanca del siglo XVI, dos pensionistas conversan. Valentina Lapko es de origen ucraniano, Ekaterina Rakochina es rusa. Ambas viven en Bielorrusia desde la época soviética.
«Ella es ucraniana, yo soy rusa, y las dos estamos preocupadas», dice Ekaterina.
Valentina, de 72 años, muy emocionada, no quiere hablar de la guerra. Sin embargo, asegura que en Bielorrusia no ha visto ningún resentimiento hacia sus compatriotas.
«Mis amigos tienen una actitud amistosa hacia Ucrania», afirma la pensionista. «Lo siento por todos, todos deberían tener esperanza en el futuro, pero ahora ¿qué esperanza puede haber?»
En el centro de Minsk, la capital, Evgueni Presterev está «por supuesto» preocupado por si Bielorrusia entra en guerra.
Mientras pesca en un parque su veredicto es claro: «Nunca debería haber ocurrido».
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