Una ronda de negociaciones sobre cómo financiar la lucha contra el cambio climático concluyó el jueves en Bakú sin verdaderos avances, a dos meses de la COP29 y con acusaciones cruzadas entre países ricos y pobres, según observadores.
«Estamos en el buen camino y hemos recorrido un largo trecho, pero aún corremos el riesgo de fracasar», declaró en un comunicado Mujtar Babaiev, el ministro azerbaiyano de Ecología y Recursos Naturales, que presidirá esta 29ª Conferencia Climática de la ONU.
De aquí al final de la COP29 en Bakú (11-22 de noviembre), las naciones han de acordar el nuevo objetivo de ayuda financiera que los países desarrollados deben proporcionar al mundo en desarrollo, con el fin de asegurar su transición ecológica y su adaptación a las devastadoras consecuencias del cambio climático.
Muchos países exigen más de un billón de dólares al año en financiación pública, lo que significa diez veces más que el compromiso actual, que está en vigor hasta 2025.
«Mantenerse en posiciones inamovibles (…) dejará demasiado camino por recorrer durante la COP29», añadió Babaiev, quien invitó a los países a «superar los obstáculos que aún nos separan en esta fase final».
Un borrador de acuerdo sobre este objetivo (NCQG, en el lenguaje de la ONU) se dio a conocer a finales de agosto. Presentaba siete opciones muy contradictorias, reflejando las fuertes tensiones entre los bloques sobre este tema.
No se pudo establecer un nuevo texto ni antes ni durante esta reunión técnica de cuatro días, que comenzó el lunes en Bakú con la presencia de decenas de negociadores de todo el mundo.
– «Responsabilidad histórica» –
Los países desarrollados, obligados por la convención climática de la ONU de 1992 a ayudar al resto del mundo en nombre de su «responsabilidad histórica» en las emisiones de gases de efecto invernadero, insisten en que las cantidades solicitadas son poco realistas para sus finanzas públicas.
Esos países argumentan que gracias a sus reformas ahora solo representan el 30% de las emisiones históricas. Estados Unidos y los países europeos exigen primordialmente ampliar la base de contribuyentes, en particular a China y a los países del Golfo.
Pero esos países se niegan a adoptar dicho papel.
«Todos los temas más delicados están más allá del mandato de los negociadores técnicos» y, por lo tanto, «ni la cuestión del monto ni la de la base de los contribuyentes se han abordado realmente», declaró a la AFP Rebecca Thissen, experta de la Red de Acción Climática Internacional (CAN), quien asistió a las negociaciones.
Tras tres años de discusiones, los países desarrollados aún no han puesto una cifra sobre la mesa y «la manera en que han socavado estas negociaciones financieras es vergonzosa», lamentó Mariana Paoli, de la ONG Christian Aid, en un comunicado.
«Lo que los países desarrollados dicen, en el fondo, es que sus desacuerdos con las economías emergentes no occidentales son más importantes que sus obligaciones inmediatas hacia los países más pobres», afirmó Iskander Erzini Vernoit, director de la iniciativa IMAL para el clima y el desarrollo, con sede en Marruecos.
Las ONG observadoras también denuncian el rechazo de los países desarrollados a incluir objetivos de financiación para el nuevo fondo destinado a cubrir las pérdidas y daños de los países más vulnerables.
Su adopción a finales de 2023 fue celebrada como uno de los principales éxitos de la COP28 en Dubái.
«Ahora resulta que no hay voluntad de destinar cantidades sustanciales al fondo. Es decepcionante e irresponsable«, declaró John Nordbo, asesor político de la organización CARE.
En Bakú, «los negociadores hablaron de transparencia, acceso a la financiación, de su calidad. Ha habido avances, pero todo eso puede desmoronarse en cualquier momento«, cuando las discusiones pasen a manos de los ministros, añadió Rebecca Thissen.
Para acercar posiciones, la presidencia azerbaiyana de la COP29 intenta organizar una reunión entre ministros el 27 de septiembre en Nueva York, al margen de la Asamblea General de la ONU.