Tras mencionar en diversos discursos que haría frente a la migración sin documentación de manera radical, en plena campaña electoral el ahora presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, aseguró que con su presidencia “se iniciaría el mayor programa de deportaciones en la historia de Estados Unidos”, pero no dio más detalles.
Algunos voceros del equipo de campaña, como es el caso de Karoline Leavitt, hicieron esfuerzos por matizar el discurso de Trump, quien no hizo distinción alguna sobre quiénes serían las personas deportadas de Estados Unidos. La portavoz explicó que Trump “reuniría todo el poder federal y estatal necesario para instituir la mayor operación de deportación de criminales, traficantes de drogas y traficantes de personas ilegales”.
La American Immigration Coalition sostiene que más de 11 millones de personas de otras nacionalidades residen dentro de Estados Unidos sin tener un estatus legal, bien sea porque entraron de manera irregular o bien porque teniendo visa ésta expiró.
Un estudio de esta coalición civil estima que una implementación masiva de deportaciones podría provocar una caída del Producto Interno Bruto entre el 4,2 % y el 6,8 %, lo que equivale a pérdidas de entre 1,1 y 1,7 billones de dólares anuales.
El impacto negativo sería especialmente severo en California, Texas y Florida, estados que albergan casi la mitad de los inmigrantes indocumentados del país y donde uno de cada veinte residentes podría ser deportado, si Trump cumple a cabalidad con su promesa de campaña.
Aunque Trump ha evitado dar una cifra aproximada de cuántas personas podrían salir del país, a partir del 20 de enero de 2025, cuando el otrora empresario asuma nuevamente el poder, su compañero de fórmula presidencial aseguró que sería un millón de personas las que podrían ser expulsadas.
Hace varias semanas, en una entrevista televisiva con el canal nacional ABC, el hoy vicepresidente electo JD Vance dio esta cifra específica: “Empecemos con un millón de personas. Ahí fue donde Kamala Harris falló y a partir de ello podemos nosotros comenzar a trabajar”, señaló el senador por el estado de Ohio y próximo vicepresidente.
Trump y su círculo de confianza en temas migratorios
El presidente electo ha realizado varios nombramientos que no requieren aprobación del Senado. La inclusión muy rápida de la agenda migratoria en tales designaciones y el hecho de que sean personas de su círculo de confianza, puede proyectar la idea de que efectivamente habrá medidas de envergadura en relación con la presencia de migrantes sin documentación, ya dentro de Estados Unidos, o nuevas medidas para evitar el ingreso de nuevos migrantes a territorio estadounidense.
Trump, por ejemplo, ya anunció la designación Tom Homan en la dirección del Servicio de Migración y Control de Aduanas (ICE). Es el regreso de Homan a esta posición que popularmente se le llama “Zar de la frontera”.
A diferencia del primer gobierno de Trump (2017-2021), que hizo frente a diversas trabas y contención en el Congreso, en esta oportunidad el mandatario contará con mayoría en el Senado y posiblemente también en la Cámara de Representantes, y asimismo una mayoría de jueces de la Corte Suprema se identifican con las posiciones conservadoras del mandatario electo.
La rápida designación de Homan, y una proporción de Republicanos más favorable en ambas cámaras del legislativo, puede abrir el camino a una serie de medidas previas a la toma de posesión que vayan preparando el escenario para las políticas que según Trump comenzarían a implementarse desde el día 1 de su gobierno, en materia migratoria.
Junto al “Zar de la frontera”, Trump hizo otro nombramiento estratégico. Se trata de una figura política cercana a Trump a quien CNN ha bautizado como “el arquitecto de la deportación”. Es Stephen Miller, el ideólogo de la estrategia migratoria de Trump, quien fue nombrado como subdirector de Política de la Casa Blanca, otro cargo cercano al mandatario que no necesita de ratificación en el Senado.
Miller ejerció como asesor de Trump durante su primer mandato, delineando las bases de la controvertida política fronteriza que incluyó la construcción inconclusa de un muro en la frontera con México. Miller ahora estará inserto más directamente en la toma de decisiones en la Casa Blanca, en este segundo período de Trump entre 2025 y 2029.
“Me complace anunciar que el exdirector de ICE e incondicional en el control fronterizo, Tom Homan, se unirá a la Administración Trump a cargo de las Fronteras de nuestra Nación (‘El Zar de la Frontera’)», escribió Trump en redes sociales.
El presidente electo se refirió a Homan como el candidato idóneo para encargarse de “todas las deportaciones de extranjeros ilegales”, e insistió en su discurso de campaña al asegurar que los migrantes en situación irregular dentro de Estados Unidos “envenenan la sangre del país”.
Homan se ha definido como un fiel seguidor de las políticas de Trump en el terreno de la inmigración ilegal y describe la situación en la frontera como “la mayor vulnerabilidad de seguridad nacional desde el 11 de septiembre”.
Miller, por su parte, por varios años ayudó a elaborar muchos de los discursos y planes más radicales de Trump sobre migración, entre ellos, la prohibición de viajar al país desde varios países de mayoría musulmana. Refiriéndose a los “migrantes criminales” durante un discurso en un mitin el mes pasado en Colorado, Miller prometió que “tan rápido como llegaron, Trump los enviará de regreso”.