Opinión

Están allí (a propósito de Festilectura)

Las fotos están allí, sobre la jardinera, fotos de estudiantes muertos, torturados, presos, fotos como tumbas. Un grupo de personas reza en círculo. Alrededor, una feria de libros. Gente transita, lee contratapas, pasa páginas, compra, asiste a charlas. Mientras tanto, una enorme bandera ondea, jóvenes tocan guitarra. Cerca, la virgen de La Milagrosa. Entre libros, al fondo, una voz como de conciencia. De eso se trata, y está bien, porque además esa voz no insulta a los otros, no se pretende el más alto juez.

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Foto: Carlos Patiño

Pero a alguien le leí por Facebook un reclamo. Sentía vergüenza, denostaba de la feria, recordaba los sucesos de febrero. No justificaba un festival de la lectura cuando todavía tenemos estudiantes presos, otros bajo régimen de presentación y otros tantos muertos sin recibir justicia. La preocupación de esta persona es legítima, olvidar no es la consigna. Pero lo que me cuesta entender, es la altura olímpica.

¿Qué se argumenta? ¿Que somos de olvido fácil, que no nos importa el sufrimiento ajeno, que somos conformistas y que por eso el país está tal como está? ¿Es eso?

Creo que negar una feria de libros está en la misma línea de quien niega el valor del estudio, del pensamiento y de las humanidades (recordemos el axioma: «yo no estudio, pero soy hijo de Bolívar y tengo derecho al más alto cargo en este ministerio»).

¿Qué pide usted para su país?, ¿no es acaso libertad? ¿Dónde reside la más profunda libertad? Podrá usted ser atado, golpeado, desmembrado, pero en lo más profundo de su mente, ¿no queda la libertad? ¿No está usted de acuerdo que la educación nos vuelve críticos? Si este argumento le parece trillado, le pregunto, ¿quiénes salieron a protestar en febrero no fueron, precisamente, aquellos que se educan, aquellos que fueron enseñados a pensar a través de los libros? Sabemos, iluso no soy, que para muchos estudiantes leer resulta cosa horrenda, ¿pero acaso sus profesores, aquellos que los enseñaron a pensar, no son personas que sí leen y se apasionan con los libros?

Durante la Segunda Guerra Mundial, los nazis saquearon bibliotecas y quemaron libros judíos, incluso los de aquellos pensadores que poco o nada tenían que ver con historia o religión hebrea, como los de Sigmund Freud o Stefan Zweig. Los nazis pretendían borrar la memoria de un pueblo, y muchos judíos reaccionaron escondiendo libros, pasándoselos de modo clandestino. En algunos campos de concentración llegaron a montarse pequeñas bibliotecas secretas, y hubo quien empezó a contarle a los niños libros completos aprendidos de memoria. Los nazis sabían que los libros son peligrosos, pero las víctimas también sabían que la lectura es resistencia contra el poder abusivo.

¿Quiere usted una sola feria donde abunden libros que se deslicen hacia un pensamiento único? ¿Quiere usted que el entretenimiento, el mero y simple entretenimiento, sea una vía para el adoctrinamiento? ¿Quiere usted un país sin opciones? Porque otra feria del libro, la refrendada por el Estado, existe. Mas no concibo que no haya otra o se ponga en duda otra, no por prohibición del poder, sino por la censura de aquellas conciencias rectoras de la alta moral.

Entiendo la angustia por los estudiantes. A mí también me preocupan (soy profesor universitario), así como también mi país. Pero esas fotos están allí, según lo veo, para recordarme que estoy viendo libros porque el libro es también parte de lo que no quiero perder de mi país.

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