Opinión

Raúl lograría lo que nunca pudo Fidel: ser recibido en White House

De producirse el encuentro de Raúl Castro con Obama, siempre se acostumbra un presente y llevará algunas botellas de Ron Havana Club, o una caja de tabacos Cohiba o Romeo y Julieta, cuya entrada está prohibida en Estados Unidos, pero Inmigration Service, no se dará por aludido porque irá en valija diplomática.

Publicidad
Texto por José Suárez Núñez

La primera ronda de reuniones entre Estados Unidos y Cuba para normalizar las relaciones diplomáticas se realizará entre el 21 y 22 de enero en La Habana, para dejar atrás una historia de medio siglo de confrontaciones que incluyeron la escaramuza de una guerra nuclear en 1961.

Roberta Jacobson, subsecretaria de Estado para el Hemisferio Occidental del gobierno de Barack Obama, encabezará la delegación estadounidense. Jacobson viajará a La Habana «aprovechando» que ya había sido agendada para esa fecha una reunión para discutir asuntos migratorios con las Autoridades cubanas.

La decisión de restablecer relaciones diplomáticas será el asunto central de esa reunión, así como la reapertura de embajadas, arreglos de logística, personal, visas y temas. Hasta el último momento no se sabía quien sería el interlocutor de Jacobson por la parte cubana en estas conversaciones.

Estados Unidos y Cuba sorprendieron al mundo el 17 de diciembre al anunciar que dejaban atrás medio siglo enfrentamientos para iniciar conversaciones para la normalización plena de las relaciones diplomáticas.

Relaciones convulsas

Semanas después del triunfo de la Revolución Cubana, el primero de enero de 1959, Fidel Castro, acompañado de los comandantes Cienfuegos y Almeida visitaron Estados Unidos y tenían la intención de entrevistarse con el general de Ike Eisenhower. Pero por razones protocolares no pudieron recibirlo aunque fuera la figura más carismática del mundo por esos días.

Lo recibió el vicepresidente Richard Nixon y después esa situación, sirvió para que se esparciera en los medios de prensa y en tertulias de mesas a ambos lados del estrecho de la Florida la tesis de que la culpa de las malas relaciones entre Washington y La Habana la tuvo ese frustrado encuentro, porque EEUU “no recibió a Fidel «.

Irónicamente, en esos días en la República Dominicana, cuya capital por esos días se llamaba Ciudad Trujillo, el general Batista se encontraba asilado y molesto en el hotel Jaragua de la esa ciudad, porque tenía que agradecerle el favor del asilo a «ese dictador Trujillo»(así lo calificaba Batista).

Su proyecto original era irse a vivir a Estados Unidos, pero después de media hora de vuelo tras haber salido del aeropuerto hacia el norte, alguien le ordenó al piloto Coronel Soto, que se desviara hacia la República Dominicana sin ir a Estados Unidos.

Batista aspiraba ser recibido dignamente y no como refugiado político. Era lo que le habían prometido las autoridades estadounidenses. Pero era el mismo problema: no podían recibir a Batista como jefe de Estado porque ya no lo era, y tampoco recibir a un Fidel Castro con los mismos honores porque no había asumido esa posición, sino sólo era “el jefe de una revolución». Cosas del protocolo sanitario.

Batista aspiraba a ser recibido como presidente y con cierta jerarquía, supuestamente con una alfombra roja, porque había vivido muchos años en Estados Unidos y tenía una residencia en Daytona Beach, Florida.

Era irónico. Por esos días los castristas estaban molestos y Batista también por el mismo asunto. Washington quería que Batista estuviera bien Lejos, en Europa por los menos, porque el Gobierno de Castro presionaba para que lo extraditaran a Cuba. Pero esa es otra historia.

Fidel Castro nunca ha sido recibido en la Casa Blanca, desde el presidente Eisenhower hasta la fecha. Han pasado los presidentes Kennedy, Johnson, los Bush (padre e hijo) Nixon, Ford, Clinton, demócratas y republicanos .

Entre los chismes de las cancillería aseguran que eso nunca le preocupó mucho a Fidel Castro, aunque parece que en algún momento sí tuvo interés de platicar con Bill Clinton, para lo cual lanzó un agresivo cabildeo que encabezó el escritor Guillermo Cabrera Infante, con la ayuda del británico Graham Greene y el general Torrijos de Panamá.

También el Gabo, Gabriel García Márquez, sería cabildero para la visita del Papa a La Habana. Pero en la gestión ante Clinton lo único que pudo lograr fue un apretón de manos en los pasillos de la ONU durante una se las conferencias anuales a las que asisten los presidentes del planeta. Un apretón de manos no era nada sospechoso, pero el trasfondo nunca se supo y a lo mejor algo de eso cuentan sus respectivas memorias.

Aseguran que por esos días, Clinton revisaba la posibilidad de levantar el bloqueo a Cuba. Más allá de eso el apretón de manos en la ONU podría generar muchas especulaciones. Se habían adelantado gestiones con algunos personajes del partido Demócrata. En esos días Cuba estaba acercándose al «Período Especial».

Fue un apretón de manos muy largo, algo le dijo Castro a Clinton, alguna excusa de Clinton a Castro, porque habían trabajado mucho en el encuentro. Era de una logística muy complicada. El encuentro en Naciones Unidas era perfecto, nadie sospecharía nada de que Castro quería hablar con Estados Unidos. En organismos como estos los jefes dan luz verde y después ministros y asesores hacen el trabajo de carpintería.

Ahora será más fácil. Obama se está yendo y se sabe que hay algunos congresistas demócratas interesados en ese asunto, porque en algunos representan intereses comerciales que quieren aumentar el comercio con Cuba, en el área agrícola principalmente, que en el último lustro ha sido de sólo $4.500 millones y aspiran aumentarlo.

El presidente panameño Torrijos también estaba en la gestión, a la que se incorporó el novelista británico Graham Greene, un asiduo visitante a Panamá, que comentaba que algún día escribiría un libro donde registraría los mejores sitios de ocio y placer de Suramérica. Consideraba que en la Ciudad de Panamá había mujeres muy bellas y sofisticadas.

Todavía en Miami las opiniones están divididas. En primer lugar, por la sorpresa porque el presidente Obama estaba  concentrado en combatir el grupo terrorista del Estado Islámico (EI) o de resolver los problemas de Ucrania y su pocas simpatías con Putin. Pero lanzó sorpresivamente el restablecimiento de las relaciones con Cuba, después de que la ha rechazado en 21 ocasiones que se ha presentado en la ONU.

La otra sorpresa es que en los medios políticos oficiales venezolanos no hubo una reacción crítica hacia Cuba por haber sostenido relaciones secretas tan prolongadas (más de un año) con Washington (el “odiado Imperio”) y además los venezolanos castristas no se habían dado cuenta de nada, o se han decidido a olvidar ese episodio.

No puede asumirse que alejarse de Venezuela y restablecer relaciones con EEUU es una decisión que puede digerirse fácilmente, conociendo las distancias que existen. Los analistas consideran que ese es asunto entre “castristas y chavistas”.

De todas maneras Fidel Castro ya conocía Estados Unidos, aunque Eisenhower no lo haya recibido. El jefe de la revolución visitó Miami mucho antes, precisamente durante su luna de miel con Mirtha Díaz Balart. No viajó con los cálculos elementales hechos. Aunque han pasado muchos años, su padre Ramón Castro  le entregó como regalo de bodas 10.000 dólares, Fidel debió llevar algo más, y su esposa era hija de un ministro del Gobierno de Batista, y tenía un hermano subsecretario de Gobernación.

Fidel se compró un Cadillac, que de paso cuando regresó a La Habana lo llevó por ferry y vino maltratado.

Supuestamente, de producirse el encuentro de Raúl Castro con Obama,  siempre se acostumbra un presente y  llevará algunas botellas de Ron Havana Club, o una caja de tabacos Cohiba o Romeo y Julieta, cuya entrada está prohibida en Estados Unidos, pero Inmigration Service, no se dará por aludido porque irá en valija diplomática.

Publicidad
Publicidad