Opinión

El infierno de la Villa

Algunos films tienen la cualidad de hacerse spoilers a sí mismos, eso es lo que sucede con El Infierno de Gaspar Mendoza, un primer acto bien elaborado que se va diluyendo a medida que avanza la trama, a la mitad del film ya sabemos lo que sucederá, quienes morirán y por qué. Cero sorpresas.

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La cinta del director Julián Balán se sitúa en la Venezuela de 1878, aún sufriendo los estragos de la Guerra Federal y el empobrecimiento general, un hombre, el Capitán Gaspar Mendoza, parece no poder huir de los recuerdos de la guerra 15 años después lo siguen atormentando, trata de llevar una vida normal pero en medio de una tierra estéril y rural.

Sé que no es labor fácil producir un film, son muchos los factores que intervienen, muchos de ellos presupuestarios, de locaciones, sets, decorados, vestuario, etc. Sin embargo, son muchos más los elementos que están bajo el control del director que los que no, es lo que sucede normalmente en una producción.

De anteojo, hay cosas que se pueden mejorar, como el abuso de retoques digitales tan evidentes que parecen filtros de Instagram. No tengo muy claro si Tony Valera (Sueño Down, Ley de Fuga), el director  de fotografía,  pretendía hacer un film a lo Barry Lyndon, donde la iluminación fuese natural y con luz de velas, esa pareciera ser la intención de algunas escenas, que me parece loable, aunque el uso de máquinas de humo para hacer bruma con una luz de luna producto de reflectores siempre al ras de la tierra vaya en contra de la idea anterior.

Podría gastar unas buenas líneas escribiendo sobre la muñeca de plástico, los frisos de cemento, las columnas de concreto, el falso chal de ganchillo que se nota que es  una imitación hecha a máquina en todos los close ups, etc. todos problemas de producción más o menos  entendibles, pero lo que constituye el desacierto de este film es la edición.

Estoy absolutamente seguro que usando el mismo material grabado y mejorando el montaje podría haber tenido ese ritmo tan particular que requiere el terror sicológico y que al parecer ha sido relegado a un segundo plano en este film, sorpresivamente en la ficha técnica del film no tenemos un responsable de la edición, pero como la postproducción estuvo a cargo de La Villa Del Cine, entonces es a este organismo a quien hay que atribuir esa responsabilidad, además de toda la burocracia que hizo que se tardara tanto en llegar a las salas de cine (se terminó de filmar en  marzo de 2012).

Hay puntos a favor, el primero es el cast, que en líneas generales está bien ensamblado (aunque a Diana Marcoccia le salgan algunas líneas cual niña caraqueña del este), especialmente Alberto Alifa en el papel de Gaspar Mendoza, es impresionante como sus expresiones faciales de malestar y amargura ponen la tónica necesaria para el ambiente de suspenso del film, transmite tanto malestar que en un momento deseas que el sufrimiento pare. Punto aparte para Iván González (El Niño), que sin una sola línea de diálogo logra meternos miedo.

El otro aspecto bien realizado es el sonido, acertada utilización de recursos para crear una atmósfera apropiada que genere la empatía necesaria para el suspenso.  En líneas generales le doy un 6,00 a la película, pero igual vaya a verla para que se forme su propia opinión. Digamos que fue un buen intento.

Trailer

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