Opinión

Felipe y los presos, en tiempos de masacre

Lilian Tintori y Mitzy Capriles son las figuras políticas más prominentes de la Venezuela actual. Con su lucha, que es la de todos, han opacado a Henrique Capriles, Chuo Torrealba o cualquier otro político de la oposición.

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Cuando Leopoldo López se entregó a la Guardia Nacional el 18 de febrero de 2015, muchos pensamos que era un acto apresurado y poco efectivo, que hubiera sido preferible que Leopoldo se hubiera mantenido oculto para organizar la lucha opositora desde la clandestinidad hasta que lo capturaran. López consideraba que esa alternativa, posible en los años cincuenta del siglo XX, era ilusa en los tiempos actuales caracterizados por el avance en tecnología de la información y que, ante la única opción de abandonar el país, prefería aceptar el arresto para despertar a los venezolanos. El tiempo demuestra que Leopoldo López tenía razón. Hoy, la prisión de López, junto a la de Ceballos, Ledezma y el casi centenar de presos políticos, se ha convertido en, prácticamente, la única bandera de lucha política sostenida. Al margen de los actores blandos de la MUD que piensan que la ciencia política se limita al juego electoral, Lilian Tintori y Mitzy Capriles han mantenido una persistente campaña de activismo internacional que ha terminado por desnudar la cara oscura del totalitarismo venezolano.

La llegada del ex presidente del gobierno español Felipe González culmina el proceso de desenmascaramiento del régimen venezolano. Aunque antecedido por otros ex presidentes y jefes de gobierno que ya habían alzado la voz de sus críticas y enviado señales de alarma, la presencia de una de las figuras cimeras de la izquierda europea ha desbordado el nerviosismo de los revolucionarios bolivarianos que se han lanzado en una histérica campaña de agravios e insultos en contra de González. Mal momento para el nerviosismo. La amenaza de Nicolás Maduro: “prepárense para un tiempo de masacre y de muerte si fracasa la revolución” tuvo eco y repercusión mundial. Tal cobertura permitió que aún políticos comedidos de Primero Justicia, como Ramón Muchacho, hayan podido sincerarse más allá de lo ”políticamente correcto” y finalmente aceptar lo que un gran número de venezolanos desde hace tiempo pensamos: “tal vez sea hora de replantearse los métodos de lucha ante un gobierno que nos prefiere muertos o exiliados.” Ante un juego trancado por un equipo embriagado de poder y dispuesto a mantener la fuerza a cualquier precio, la pinza de la presión internacional se convierte en uno de los principales factores que pueda llevar al despertamiento nacional.

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