Vista la aguda capacidad perceptiva que han demostrado los miembros de Conatel, lo más inteligente sería aprovechar esos talentos en otras áreas para avanzar en la evaluación del discurso –o no discurso- gubernamental. Para qué ocupar a esas mentes brillantes en algo tan fastidioso como revisar la anodina y absolutamente gris programación de la TV y la radio nacionales. Esa gente ya se controla sola.
Como van las cosas, estos expertos de la comunicación tendrán mucho trabajo. En el país de la escasez, abunda el “vergonzoso silencio”. ¿Cómo se puede calificar la posición asumida por los principales responsables del Estado sobre el presunto robo de 25 mil millones de dólares de Cadivi? ¿Y sobre las miles de toneladas de alimentos podridos, y sobre las empresas públicas paralizadas por la ineficiencia y la corrupción?
Es urgente que una delegación de Conatel se desplace de inmediato a las instalaciones del Banco Central de Venezuela. Hace tiempo que el ente emisor no emite ninguna cifra oficial. Nadie sabe cómo va la inflación, pero qué más da. Todo el mundo la siente. En este caso, el silencio es vergonzoso y la situación económica es penosa.
En realidad, estos estrictos supervisores no saben en qué lío se han metido. En la República Bolivariana lo más importante no es lo que se dice. Es lo que no se dice. Quizás ahora que estarán abrumados por el trabajo que representa interpretar tanto silencio, antes de redactar el próximo comunicado en Conatel pensarán que calladitos se ven más bonitos.
