Cultura

El primer retrato de un potencial crooner andino

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Foto: noesm.com

Aquel Festival Nuevas Bandas 2013 al que William Casique vino procedente de San Cristóbal como integrante de Uber Café, no fue la experiencia más agradable como concursante, aun cuando recibió mención especial. Este 2015 volvió a Caracas para participar en plan solista en el evento que dos años atrás se la vio agridulce, esta vez bajo el alter ego de José y El Toro,  (su segundo nombre y apellido) y destacó ante el jurado. No fue el ganador, una lástima porque bien lo merecía.

José y El Toro lanza su ópera prima titulada Retrato (2015), una serie de canciones que de una u otra forma desnudan su personalidad artística. Entre las insinuaciones sexuales y su manejo de voz como extensión de las historias, éste joven andino se alzó con un extraordinario disco.

En cierto punto, ese impertinente e inevitable afán comparativo, lo acercan a la poética oscura que Draco Rosa inició a mediados de los 90s. Sin embargo Retrato tiene vida propia a partir del reflejo de su creador, un enfoque concreto sobre las situaciones a la que se expone durante estas once gemas musicales.

José y El Toro se muestra como ese meditabundo andino que transita la trova mientras destila el dolor del bolerista encausado por los momentos de intimidad y recovecos del folk. Bien podría situarse progresivamente como un crooner en su búsqueda, tal vez es un paso natural.

«Tu pizarrón fue tu espalda cicatrizada con caligrafía de los lobos en ti labrada» canta en «Hipólita«, mientras advierte la construcción de un lenguaje sublime como en «La Ley del menos apto» que suelta frases como «El miedo al miedo es lo peor, no hay peor clase de pavor, no conozco a una rodilla que disfrute temblar de miedo«, ese poder de confesión, sin la pretensión de quien podría alterar historias.

Surge la intimidad recurrente de «4 Segundos» en la que revela líneas como «la noche es larga y mi espalda se cansa , la lascivia al animal amarra«, evocan fragmentos de imaginación soportados en una especie de secretismo adolescente del que José y El Toro expone sin dificultad.

Su primer sencillo promocional «Luna voyerista«, acompañado de un video biográfico para la canción, nos adentra en la reflexiva propuesta del cantautor quien decididamente suelta «Nunca has conocido lo que es un dolor real» para adentrarnos en algunos de sus sufrimientos internos. El miedo personal retumba en «Canción para la noche«, una autentica declaración al exponer  ideas como «Debajo de mi cama, no vive un enemigo, el rugido siempre ha sido mío«.

A pesar del culto al folklore y la trova latinoamericana José y El Toro se arriesga con «Dust«, una letra en inglés donde se expresa con cierta agonía y sugiere en su canto frases directas como «Te dejé entrar, aliméntate con mi vida«.

Lejos de exorcizar demonios o fantasmas lo de José y El Toro quizás es una valiente y consciente manera de enfrentar su propia realidad, exponerla en un puñado de canciones que bien pudiera ser parte de la cotidianidad humana, pero sería ingenuo no entender que van de la mano de sus vivencias.

Retrato tuvo la sutileza de llegar en el último trimestre del año para asentarse como uno de los grandes discos del pop rock venezolano, un debut bien estructurado al nivel de lo que se esperaba. José y El Toro tiene bajo el brazo un serie de composiciones destinadas para su interpretación en teatros y recintos íntimos de donde sabe sacar el mayor provecho este destacado cantautor.

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