Opinión

¿Y vamos de vuelta...?

"No veo al empresariado de verdad, ese que hace empresa, con intenciones golpistas, sino auténticamente con una actitud democrática y venezolanista". Por Oscar Duval

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¿Y vamos de vuelta…?

Hoy pensaba escribirles sobre la resiliencia económica del venezolano y cómo considero que debemos reinventarnos en esta crisis del Covid-19, pero no puedo mostrarme ajeno a los últimos acontecimientos respecto a nuestro mundo empresarial.

Nunca he creído en la santidad de los grandes empresarios, que han estado allí desde el principio de los tiempos para hacer plata, y quizás después, mucho después de tener mucha plata, para hacer plata y Patria. Pero tras un largo transitar como ejecutivo y asesor del empresariado privado, puedo jurar por la memoria de mi madre, que existen empresarios de empresarios.

Las políticas del gabinete económico, relativas a la restricción de liquidez y disciplina fiscal, después de una crisis de hiperinflación y devaluación indigestas, que arreciaran entre 2016 y 2018, pudieron contener la desastrosa barrena financiera en que había entrado nuestra amada Venezuela.

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Yo mismo, como hombre del mundo financiero, me he inmiscuido en fieras peleas, en foros públicos, defendiendo las medidas económicas y apertura del gobierno, así como los puentes recientemente tendidos entre el oficialismo y el sector privado, como la única forma de lograr un plan de recuperación y activación económica nacional en tiempos de la seria recesión económica que vivimos.

Obviamente, por las crueles sanciones financieras y el compromiso de la balanza comercial por el descenso vertiginoso de los precios del petróleo dada la pandemia del coronavirus, entiendo que liberen un “pelo” el encaje bancario y hagan pagos en bolívares a proveedores, pudiendo jugar con las políticas monetarias del Banco Central, que para eso están. Mas sin duda, estas medidas van a traer consigo mayor inflación y devaluación, como ya hemos visto en el mes de abril.

Lo descrito pone a los empresarios y a los comerciantes, por un tema de supervivencia, a tratar de preservar el valor de las empresas, a través del incremento de precios, buscando un adecuado precio de reposición de sus productos.

Sabemos además que por ley, se puede marginar como ganancia hasta un 30% sobre el costo de producción o compra. Eso es lo que hay que fiscalizar. ¿Coposa, Polar, Plumrose y Mataderos Cárnicos de Turmero; se están “pasando de palo”, con respecto al precio de reposición proyectado en VES? Bueno, vamos a advertirles, acompañarlos y, en todo caso, a multarlos a puertas cerradas, pero dejemos de lado, las intervenciones agitadas y el control central. Si no, vamos a terminar nuevamente en la “acera del miedo”, mermando la producción nacional, empujando al desabastecimiento y recurriendo como Estado a importaciones desesperadas y muy costosas.

En lo personal no tolero la especulación, al punto que prohíbo en mi propia casa, la compra de productos con sobreprecio. Pero también he de confesarles, que sí creo y defiendo una relación armónica, entre el gobierno y el sector privado para sortear la crisis económica que atravesamos y atravesaremos antes, durante y después del Covid-19.

Vengo sintiendo desde hace pocos meses, una incipiente vocación entre el sector privado y el gobierno de generar cierta comunión para superar los obstáculos económicos de la Patria. No veo al empresariado de verdad, ese que hace empresa, con intenciones golpistas, sino auténticamente con una actitud democrática y venezolanista. Amigos del Gobierno, vamos a revisarla y a apoyarnos en ella. No veo otra salida.

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