Pedro Rafael Tinoco Jiménez (Caracas, 1927-Denver, 1993) fue de los políticos más influyentes del siglo XX venezolano y de los gobiernos democráticos a partir de 1958. Desde la minoría política, desempeñó cargos de relevancia en el sector público y en el medio financiero. Algunas de sus opiniones sobre la política de la época parecen tener una sorprendente vigencia nacional y continental
La relevancia de los Tinoco en la política venezolana del siglo XX se inicia con la figura del padre, Pedro Rafael Tinoco Smith (1887-1966), quien se desempeñó como abogado de Lago Petroleum Company, filial venezolana de la Standard Oil. Posteriormente, fue recomendado ante el general Juan Vicente Gómez para ser apoderado de su hijo José Vicente Gómez, al partir este a Francia en marzo de 1928. Tinoco Smith fue designado para desempeñar el cargo de ministro de Relaciones Interiores desde julio de 1931 hasta la muerte del “benemérito”, en diciembre de 1935.
Convenio cambiario
En agosto de 1934, Tinoco Smith negoció y pactó el denominado convenio con las compañías petroleras, acordado de manera verbal, que fijaba un control de cambio diferencial entre el Gobierno y las empresas transnacionales. Las compañías venderían las dos terceras partes de sus dólares a bancos venezolanos a 3,90 bolívares cada uno, y la otra parte al Ejecutivo, a 3,06 bolívares. El cambio de bolívar a dólar pasó de Bs. 5,18 a Bs. 3,06. Dicho convenio se originó en virtud de la devaluación del dólar por la “Gran Depresión” mundial del período 1929-1939. Se produjo así una revaluación del bolívar, atendiendo a la relación derivada del contenido de oro presente en la moneda nacional.
La paridad bolívar-dólar se mantendría por debajo de los Bs. 5,18 hasta 1982.
La revaluación, en principio, resultó inconveniente para las transnacionales petroleras, porque las obligaba a traer más divisas al país para obtener bolívares. Otro tanto ocurría con los exportadores venezolanos, que obtendrían menos bolívares por dólar. Pero sí resultó favorable para los importadores, al traer estos mayores cantidades con menos bolívares.
Se le consideró el primer sistema de cambio diferencial, pues se fijaba una paridad para los importadores y otra para los exportadores de café y cacao; y produjo un aumento significativo del ingreso petrolero, puesto que los gastos de las compañías trasnacionales en Venezuela se daba en bolívares, en virtud de lo cual ingresarían más dólares a la nación.
El sector manufacturero y el de servicios, que se concentraban en las ciudades, se vieron beneficiados con un aumento significativo de sus ingresos, por el bajo valor del dólar. Los gastos que se contabilizaban en bolívares, entre ellos los salarios, hacía que los dólares baratos terminaran en manos de los particulares.
El Movimiento Desarrollista
En 1966, el historiador Guillermo Morón funda el Comité Nacional de la Clase Media, con ideas liberales, contra el estatismo y la noción de redistribución de la riqueza propugnados por la mayoría de partidos políticos y opuesto a la reforma tributaria propuesta por el gobierno de Raúl Leoni. Con estas ideas, Morón intentó incursionar en la política junto con Pedro Tinoco, para impulsar una candidatura independiente.
La iniciativa terminó por convertirse en el Movimiento Nacional de Independientes, con la intención de participar en el proceso electoral de 1968. Posteriormente, cambiaría su nombre por el de Movimiento Desarrollista. En principio, se definía como tecnocrático y postulaba el desarrollismo como forma de orientar la política.
El candidato de Copei, Rafael Caldera, buscó el apoyo del Movimiento Desarrollista, incluyendo a Tinoco en sus planchas para el Congreso Nacional. Tinoco fue elegido electo diputado, pero ejercería el cargo de ministro de Hacienda prácticamente durante todo el período de gobierno, consolidando su trayectoria de hombre público. Abandona el gabinete en 1973, para lanzar su candidatura presidencial.
Caldera tuvo que gobernar con minoría en ambas cámaras legislativas. Fue una gestión unipartidista, es decir, no gobernó por medio de coaliciones, como sí lo hicieron Betancourt y Leoni. Pedro Tinoco, como ministro de Hacienda, denunciaba que el Congreso, dominado por la oposición, se mostraba intransigente al negar la aprobación de los correspondientes créditos adicionales. Resultaba que, al ingresar divisas al Banco Central de Venezuela, estas no podían gastarse hasta tanto lo autorizara el parlamento, dominado por Acción Democrática.
Candidatura presidencial
Tinoco, como candidato del “desarrollismo”, señala que esta corriente representa la “aspiración del desarrollo” en las elecciones de 1973. Precisa que no excluye una fórmula electoral de mayor amplitud, que promueva un “propósito de desarrollo”. No obstante, prioriza el programa por sobre el candidato. De allí que el planteamiento de alianzas electorales parte de llegar a “acuerdos pragmáticos”. Participaría en el proceso electoral como “grupo de electores”, permitido por la ley a agrupaciones independientes, sin constituirse propiamente en partido político.
En su declaración de principios, se definía como la nueva manera de pensar la política, utilizando, con “sentido racional”, los instrumentos que el Estado y la sociedad proveen para promover el mayor desarrollo posible y la solución de los grandes y pequeños problemas que el propio desarrollo plantea, aplicando el resultado probado con las más positivas experiencias.
Lo proponen como el camino más corto para hacer de Venezuela un país en el que la prosperidad económica y el bienestar general constituyan la nueva realidad; que lograría cristalizar una vez hiciera uso de las inmensas riquezas materiales que posee, y valorice, responsable y acertadamente, el gran caudal de su capital humano, orientado hacia una intensa acción creadora.
Alianza con Marcos Pérez Jiménez
El eslogan de su campaña fue “Gobernar con autoridad, administrar con eficiencia”. Tinoco anunciaba que el general Pérez Jiménez vendría a Venezuela desde su exilio y participaría en la campaña electoral “desarrollista”. Anunció que, a tales efectos, viajaría a Madrid y suscribiría un acuerdo sobre las bases políticas y programáticas, con lo cual quedaría en claro que sería el candidato único del perezjimenismo.
Aclararía que no estaba proponiendo al país un gobierno militar, sino uno presidido por Pedro Tinoco: un civil, formado en el derecho y en la justicia. Reivindicaba un gobierno de autoridad, orden y respeto; que hiciera cumplir la ley y que no aceptara ningún tipo de intentos subversivos. Un gobierno de construcción y realización, capaz de llevar a la función pública a hombres eminentes, con las cualidades y virtudes necesarias para ejercer los cargos y no en función del carnet del partido. Un gobierno centrado en realizar las obras útiles que el pueblo necesita.
Sobre Chile y Cuba
Tinoco se autodefinía como un “político latinoamericano”, convencido de que el destino de América Latina está “en la democracia y en el desarrollo”, siempre que ambos ocurran simultáneamente. Destacaba su posición manifiesta y única entre los candidatos presidenciales y dirigentes políticos de la época, avalando el golpe de Estado en Chile (septiembre de 1973), liderado por Augusto Pinochet, que derrocó al gobierno de Salvador Allende.
Observaba Tinoco que el deber fundamental de cada ser humano, de toda sociedad y de toda comunidad, es la preservación de la existencia, para luego tratar de mejorarla. Señalaba que eso, exactamente, fue lo que ocurrió en Chile. Se logró conquistar el derecho a sobrevivir como país libre, como país occidental, evitando caer bajo una horrenda tiranía comunista, parecida a lo que ha sufrido Cuba bajo Fidel Castro, con fusilamientos en paredón y regida por la Unión Soviética.
Consideraba que no había sido derrocado un régimen democrático –en referencia al gobierno de Allende–, sino que se frenó la consolidación de un gobierno minoritario, que trataba de imponer una tiranía comunista al pueblo chileno. Esa nación volvería a ser un pueblo enteramente libre y se verá la diferencia entre lo ocurrido en Chile y la situación cubana. Mientras los cubanos seguirán, lamentablemente, con la presencia de fuerzas armadas soviéticas en su territorio, con un gobierno comunista y despótico.
Fidel Castro acababa de confesar, en la Conferencia de Argelia, su plena adhesión política, económica e ideológica a la Unión Soviética. Se vería a Cuba sometida a una tiranía comunista, mientras que Chile volvería a respirar el aire de la democracia y la libertad, aseveraba Tinoco.
Dos hechos históricos
Al comparar la situación del golpe de Estado en Chile de 1973 con el derrocamiento de Rómulo Gallegos, ocurrido el 24 de noviembre de 1948, Tinoco sostenía que no podía ser interpretado este último como un hecho histórico aislado, sino como la consecuencia directa del 18 de octubre de 1945. “No puedes aplaudir el cuartelazo de octubre del 45″ sin entender que se requería el otro cuartelazo, que se produjo en noviembre del 48.
Tinoco defendía que el proceso electoral, el sistema de elecciones, es esencial para la democracia. La democracia es el gobierno del pueblo por el pueblo y para el pueblo y debe tener un origen legítimo, mediante una elección popular. Ahora bien, Tinoco no convalidaba la visión de que necesariamente un gobierno popularmente elegido actúe siempre democráticamente.
Consideraba que un gobierno puede tener origen legítimo en unos comicios, pero puede desvirtuar su naturaleza y su posición según sea su manera de comportarse en el poder. “Estoy dispuesto a aceptar que el gobierno de Gallegos tuvo un origen electoral legítimo; no estoy dispuesto a aceptar que ese gobierno haya actuado democráticamente”, pues en su opinión se estaba gestando un dominio exagerado por parte de una parcialidad política.
Una “necesidad histórica” y sus variantes
El golpe de Estado del 24 de noviembre de 1948 obedeció a una “necesidad histórica” originada por quienes han debido “ser los más firmes y más decididos sostenedores de la democracia” en Venezuela, por lo que no quisieron esperar y fueron los causantes del cuartelazo del 18 de octubre de 1945. Luego, una vez que accedieron al poder, abusaron de él, concluía Tinoco.
Lo ocurrido en Chile en 1973 respondía a la situación histórica existente en esa nación, del mismo modo que lo que aconteció en Venezuela en 1948 se debió a una particular coyuntura en la Venezuela de esa época. En ambos casos, hay denominadores comunes, como es la intervención militar; no obstante, ello no significa que pueda establecerse un paralelo estricto ni que se trate de procesos idénticos.
Al equiparar ambas situaciones, se le estaba haciendo al gobierno de Allende y a la Unidad Popular un favor inmenso, al conferírseles un inmerecido prestigio.
El papel de los ejércitos
Afirmaba Tinoco que el ejército es, por definición, el brazo armado de cualquier nación, no un cuerpo armado para defender los intereses políticos transitorios de un grupo o de un partido. El ejército tiene que ser el más firme defensor de la Constitución y las leyes. Ese es su papel fundamental. Cuando los gobiernos comienzan a atentar contra la Constitución, a violar la ley, a poner en peligro la integridad nacional, a aceptar armas provenientes de una potencia extranjera que quiere subvertir el orden interno e instaurar una tiranía totalitaria de las peores que ha conocido la humanidad, el “deber constitucional” del ejército es intervenir en defensa de la nación, del pueblo, de la integridad de algo que va más allá de los simples intereses de parcialidades políticas.
Lamentaba esa actitud “sana de horror” de los demócratas al no manifestarse con la suficiente intensidad y practicidad para frenar el gobierno castrocomunista chileno en su intento de establecer la dictadura. Si la coincidencia democrática de América hubiera alzado su voz a tiempo, tal vez la “intervención armada” no hubiese sido necesaria. Quizás los efectos, que naturalmente siguen a cualquier golpe de fuerza contra una situación ilegítima e inconstitucional de facto, no se habrían producido.
El gobierno democrático debe tener un origen legítimo en una elección popular, sin que ello signifique necesariamente que esté actuando democráticamente. De hecho, puede tener origen legítimo en unas elecciones, pero puede desvirtuar su naturaleza por la manera de comportarse en el poder.
El gobierno militar de Brasil
La posición “que siempre había asumido”, en términos muy claros, frente al gobierno militar brasileño de entonces, es que este había logrado éxitos importantes en el desarrollo industrial económico, creando la economía más fuerte de la América Latina. El reto para el Brasil era conservar y mantener el avance económico; pero también evolucionar más aceleradamente hacia un régimen democrático, de plenas libertades.
La gran diferencia está en que las dictaduras latinoamericanas han sido transitorias, aplicando medidas para corregir una determinada situación. En cambio, el totalitarismo soviético buscaba penetrar para permanecer. Era mucho más prolongado en el tiempo y, también, mucho más peligroso.
Deseo cumplido
Tinoco reivindicaría una “opinión clara y definida”, y se mostró “dispuesto a mantenerla en todo momento y en todo terreno”. Así, ratificaba que “lo deseable”, después de “esta necesaria, indispensable, justificable intervención militar en Chile”, era la continuidad de un proceso evolutivo hacia el restablecimiento pleno de la vigencia democrática. Unas elecciones libres y la garantía del mantenimiento de todas las libertades públicas. Como venezolano, demócrata y latinoamericano, esperaba que esa fuera la evolución chilena.
Acotaría que debía aceptarse, en referencia al gobierno de Allende, que en un país donde importan más de 15.000 guerrilleros del exterior, donde se importa armamento para instaurar el terrorismo y el asesinato político, se requería un margen razonable de tiempo para normalizar la situación.
Abogado UCAB. Lic. Estudios Internacionales UCV
Fuentes: IMBER, Sofía- RANGEL Carlos. Entrevistado: Pedro Tinoco. Candidato presidencial del Movimiento Desarrollista. Programa: Buenos días. Canal: Radio Caracas Televisión. Fecha: 26-09-1973.
Archivo Digital. Sofía Imber- Carlos Rangel. CIC- UCAB.
Revista SEMANA 24/30, Mayo 1973.
IMBER, Sofía- RANGEL Carlos. Entrevistado: Pedro Tinoco. Candidato presidencial del Movimiento Desarrollista. Programa: Buenos días. Canal: Radio Caracas Televisión. Fecha: 11-05-1973. Archivo Digital. Sofía Imber- Carlos Rangel. CIC- UCAB.
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