La serie de George Kay y François Uzan regresa con una segunda temporada en lo que sus mejores puntos alcanzan una nueva dimensión. Si ante, las audacias de este ladrón de cuello blanco sorprendieron a la audiencia, en esta ocasión demostrarán que son algo más que juegos de ingenio. Con la elegancia del clásico personaje de Maurice Leblanc, la reinvención del clásico ladrón elegante encuentra su mejor momento
En enero del 2021 y cuando nadie esperaba un éxito de audiencia temprano, la serie Lupin de Netflix conquistó por partida doble al público y a la crítica. Lo que parecía otro argumento basado en una heistmovie al uso (un gran robo en condiciones imposibles), se transformó en algo mucho más interesante y además, en un recorrido por la percepción sobre varios temas relevantes que sorprendieron por su ingenioso análisis.
La enésima adaptación de la obra de Maurice Leblanc basadas en las aventuras del ladrón de guante blanco Arsène Lupin, se convirtió para la ocasión en un recorrido enigmático por algo más complejo.
Ya no se trataba sólo de la manera en que Assane Diop (Omar Sy) reconstruía y otorgaba un rostro moderno al personaje, también se convirtió en una evolución estimulante hacia lograr que englobara temas de relevancia social. Todo, unido bajo la connotación que Diop era algo más que un hombre de asombrosa inteligencia y una múltiple variedad de recursos para llevar a cabo sus estratagemas.
Ahora, también era un hombre que analizaba un conflicto interno, una búsqueda de respuestas y en especial, una mirada insistente sobre temas de importancia en la gran conversación actual y la sensibilidad contemporánea sobre temas álgidos. Con una sutileza que sorprende y en especial, un ingenio que convierte a la serie en una muestra asombrosa de una narración brillante, la obra de George Kay y François Uzan abarca el entretenimiento en estado puro y algo más complicado. Dupin es un hombre en busca de venganza, pero a la vez, es el reflejo de un planteamiento obvio. La marginación y la notoria concepción sobre la diferencia en nuestra época.
Tal vez parezca excesivo atribuir a Lupin (tanto su exitosa parte I, como su recién estrenada parte II), con ideas semejantes. Pero desde sus primeros capítulos, la serie encontró la forma de sostener un discurso basado en el hecho de la existencia del racismo y como Diop, un hombre de una inteligencia elegante pero consciente de su identidad en el mundo, puede utilizarla a su favor. Después de todo, Diop puede pasar de ser tan inofensivo en apariencia como para poder observar con interés todos los secretos de seguridad de un sistema en apariencia infalible, a un hombre capaz de aparecer para deslumbrar y al final, tomar la inevitable venganza.
Aunque no lo deje claro de inmediato ni tampoco sea el interés central del programa en hacerlo, Lupin juega con ingenio en la manera en que analizamos a los que nos rodean y la forma en que los prejuicios pueden crear un punto ciego evidente. Por supuesto, la serie va más allá, hasta crear la sensación que el juego de valores y temores. Y ese es quizás, su principal triunfo.
Los dos rostros del hombre invisible
El Arsenio Lupin literario, siempre se encuentra en medio de una situación en potencia mortal, a punto de llevar a cabo el robo del siglo o en el mejor de los casos, coqueteando con alguna dama. Su versión para Netflix, es un extraño híbrido entre la metaferencia y algo más ingenioso. Un hombre sobrio y decidido, que tiene un objetivo en mente y ese es, por supuesto, un robo a gran escala. Pero a diferencia del héroe literario — o según la edad del espectador, del manga — este ladrón de guante blanco, también es un jugador experto en el arte de pasar desapercibido.
Quizás, uno de los elementos más interesantes de la adaptación libre de la obra de Leblanc, es tomar los puntos más altos del relato literario para convertirlo en un juego de espejos. El Diop de Sy es un inmigrante senegalés que bien puede ser invisible en mitad de las salas del Louvre, como volverse notorio en una subasta en la que ofrece millones por una pieza de joyería.
Entre ambas versiones de la realidad, el personaje teje una cuidadosa red de engaños y trampas sutiles, para tramar una red a monumental en que tiene por objetivo un robo, pero también una venganza y una redención. Todo en medio de una trepidante trama en que Diop deberá enfrentar su pasado, reconstruir el futuro a la medida de sus ambiciones y, por último, lograr el éxito en una empresa en apariencia delirante.
Como si todo anterior no fuera suficiente, Diop está obsesionado con el caballero ladrón imaginado por Leblanc, lo que provoca que su método se convierta en una recreación en vivo del clásico literario. Es ese perspicaz uso de recursos que reflejan el libro, a la vez que permiten avanzar la acción en pantalla, lo que hace de “Lupin” una combinación afortunada entre varios elementos distintos de enorme eficacia.
La serie es tanto la narración de una Heist movie en estado puro, como una buena historia en la que el protagonista tiene todos los atributos del anti héroe misterioso. La combinación de ambas cosas, crea un protagonista que no está exento de cometer errores, pero cuya astucia supera sus experimentos fallidos.
Como Arsène Lupin, Diop está en la búsqueda de un objetivo y el guion no se prodiga en mostrarlo de inmediato. Toda la trama es un rompecabezas cuyas piezas no son visibles de inmediato y abarcan algo más que la dinámica del robo. Con el método de Sherlock Holmes (Diop es un aventajado alumno del método de pensamiento lógico del personaje de Doyle) y algunos guiños a «Inside Man» (2006) de Spike Lee, cada capítulo de la serie es una colección de referencias cruzadas. Lo cual se refuerza a medida que Diop muestra sus verdaderos colores y la cualidad colosal de su ambición. Es entonces, cuando el verdadero juego comienza en toda su potencia.
Pero más allá de la necesidad de entretenimiento puro, es evidente que ambos showrunners quieren crear una meditada historia acerca del crimen de guante blanco como una obra de arte. ¿Peligroso? ¿Provocativo? ¿Ambiguo? El Show es todo es eso y más. Pero en ese especial, tiene una paciente cualidad para revelar sus secretos a fragmentos de información elaborada como una búsqueda de un intrincado mapa de ruta hacia la codicia. Diop sabe hacia dónde se dirige, mientras que la mayoría quienes le rodean, no. Y esa salvedad — lo que se ignora del centro real de toda la estructura — lo que hace a “Lupin” una astuta mirada a la duplicidad y la manipulación como armas tan peligrosas como una bala en manos incorrectas.
Todos los pequeños temores que sostienen en silencio
En «Lupin Part II» hay una clara percepción sobre el poder de una buena historia. Ahora, el programa ha regresado, no sólo con todos sus mejores puntos redimensionados, sino, además, como una muestra de inteligencia narrativa. Los nuevos cinco capítulos de Lupin encuentran la manera de mantener el núcleo misterioso y frenético de su exitosa primera temporada. Por si eso no fuera suficiente, también muestra todas las posibilidades que convierten al personaje y su historia en un suceso.
La temporada comienza en el mismo punto en que culminó y esa noción de continuidad, beneficia su solidez. Por supuesto, que Lupin depende por completo de su personaje más importante y Omar Sy es de nuevo el centro de atención. Y lo hace, recorriendo puntos desconocidos en este Assane Diop poderoso, sofisticado y brillante.
El argumento encuentra su capacidad para analizar el bien y el mal, a través de una serie de trampas y giros inesperados. De la misma forma en que lo hizo en sus anteriores capítulos, la gran pregunta que gravita sobre la historia, es acerca de la habilidad de la trama para sorprender.
Y en menor medida, hasta qué punto Lupin puede hacer que la venganza no sea solo un acto de retaliación. Este brillante ladrón, que, además, ahora avanza contrarreloj para evitar un desastre mayor, es también hábil manipulador. De modo que, para su regreso, nada es lo que parece e incluso, es más complicado, extraño y singular de lo que podría suponerse.
«Lupin Part II» tiene un llamativo empaque de drama internacional, con exteriores de una París radiante y la tensión convertida en parte esencial del guion. Pero también es un despliegue de recursos argumentales para lograr lo que es quizás su mayor logro: no decepcionar.
Después de su excepcional debut, la serie tenía el complicado compromiso de mantener el ritmo rápido y el tono ambiguo que le hicieron un éxito. ¿Cómo lograrlo, después de descubrir sus mejores cartas y dejar a Sy en el peor de las situaciones imaginables?
Trucos, estallidos y estratagemas: Lupin Part II vuelve en todo su esplendor
Con tanto ingenio como el su ladrón, «Lupin Part II» encontró la forma ideal de volver a reflexionar sobre la venganza contra Hubert Pellegrini (Hervé Pierre). Pero a la vez, también convertirse una caja de sorpresas con todo un renovado arsenal de recursos de Diop. Si para la última escena de la temporada anterior Assane Diop parecía en un dilema imposible, ahora parece haber encontrado una solución. No será sencilla, no será rápida. Pero Diop tiene la capacidad de luchar para llevarla adelante.
Uno de los puntos de mayor interés en el programa, es su capacidad para convertir lo que parecen puntos intrascendentes, en auténticos descubrimientos. Una y otra vez, la serie realza su condición de rompecabezas de suspenso, sobre el dilema de dos enemigos poderosos en lucha invisible.
Sy Diop es brillante, sus enemigos tienen todos los recursos. Pero hay una brecha esencial entre ambos en la que el programa profundiza para ofrecer sus mejores momentos.
Un juego de magos, un dilema de ladrones
Para su segunda tanda de capítulos (la serie conserva su continuidad incluso en la numeración), hay énfasis en algunos personajes ignorados en la anterior temporada. También hay todo un despliegue de nuevos escenarios y un tramo final que rinde tributo a varias escenas memorables del cine de suspenso. Todo en medio de una tensión que va en aumento y que sin duda, llega a sus mejores momentos cuando Diop toma el control (de nuevo) de la situación.
Si para el final de la primera temporada, parecía que Assane Diop batallaría contra lo inevitable, la segunda se deslastra de la urgencia. Y aunque por supuesto, el meollo sigue siendo como evitar la tragedia inminente, también un énfasis en que Assane está bajo control.
Tanto, como para que uno de los puntos bajos de los capítulos, sea la insistencia del guion de hacerlo muy cercano a lo infalible. Assane sin duda tiene toda la capacidad y la inteligencia para ser un personaje de ricos matices, pero se echa en falta la posibilidad del error. Si para los capítulos previos, ya era asombrosa la capacidad de Diop de estar en ventaja constante, para la nueva temporada el efecto es incluso abrumador. De modo que en algunos puntos, la trama se hace inverosímil, se convierte en una complicada mirada sobre los recursos en contraposición a la inteligencia.
Como novedad, la serie incluye unos cuantos flashbacks de contexto, que permiten imaginar como será la venidera e imprescindible temporada tres. Para su último y explosivo capítulo, Assane Diop deja claro que la aventura no sólo se ha hecho más emocionante, sino peligrosa. Una apuesta arriesgada que «Lupin Part II» logra superar con elegancia, buen gusto y un todo una nueva visión sobre su centro medular. Este ladrón brillante, de una capacidad asombrosa y que nunca deja de sorprender, tiene mucho más trucos bajo la manga. Y la mayoría a punto de ser explotados en su totalidad.
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