Opinión

La resurrección del Teresa Carreño

Cualquier amante de la cultura que recuerde los días de esplendor del Teatro Teresa Carreño no puede menos que celebrar que empiece a ser lo que siempre fue: un oasis de arte en la ciudad. Eso es lo que hace Carolina Jaimes Branger en este texto

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Teresa Carreño

Escribo estas líneas al salir del homenaje a Vicente Nebrada en el Teatro Teresa Carreño. No exagero al decir que lloré de la emoción tan grande que aquello me produjo. Fue un espectáculo de primer mundo, en un teatro de primer mundo.

Sí, ya sé. Saldrán los cínicos a decir que “Venezuela ya se arregló”. No, Venezuela no se ha arreglado y estoy absolutamente consciente de ello. También habrá quienes preguntarán -con toda razón- por qué ese dinero que se gastó en remozar el teatro (que los mismos chavistas habían vuelto leña), no se dispuso más bien para los hospitales, que están, sin excepción, destrozados.

Me hago la misma pregunta. Si yo tuviera la potestad de administrar el presupuesto, mi prioridad hubieran sido los sectores de la salud y la educación. Por supuesto, no como aquel desastre que terminaron siendo las “misiones”, una idea excelente en manos de una cuerda de sátrapas que lo que querían -y lograron- fue robarse la mayor cantidad de dinero posible. 

Creo que hay que ser muy ingenuos para pensar que este régimen, que lleva casi veinticuatro años en un proyecto de desmantelamiento del país para gobernar para siempre, vaya a cambiar de la noche a la mañana su forma de pensar y su modus operandi. Pero también es cierto que las sanciones los tienen atados de manos de muchas maneras. Invertir el dinero que tienen a montones en otro país, aún en paraísos fiscales, es un riesgo que no están dispuestos a correr. Por eso aparecen de repente enormes lavadoras: construcciones ciclópeas, tiendas de lujo, restaurantes carísimos abarrotados de personas a las que ni siquiera se les ocurrió que antes de ir, deberían tomar un cursito de modales. Eso sí, vestidos de marca de la cabeza a los pies. La nueva burguesía venezolana.

Pero vuelvo al tema del Teresa Carreño. Sí me alegra muchísimo que lo hayan arreglado y que los caraqueños podemos tener nuevamente ese reducto de cultura que por tantos años trajo espectáculos maravillosos, como los de la Fundación Carlos y Alegría Beracasa, los Amigos del Teresa Carreño y otras productoras privadas.

El Teresa vuelve a vestirse de gala

Tengo que felicitar a Inés Rojas por el estreno mundial de la coreografía que preparó para el «Concierto No. 1» de Frederic Chopin, primorosamente interpretado por la Orquesta Sinfónica de Venezuela bajo la batuta de Alfonso López Chollet, el pianista Andrés Roig y la troupe del Teresa Carreño, mejor que nunca. Inés, consagrada como una de las grandesprima ballerinas del mundo, después de esta presentación se consagra también como una de las grandes coreógrafas, como el homenajeado Vicente Nebrada, a 20 años de su luz.

De Nebrada fue emocionante volver a ver «Una danza para ti», su propuesta para algunos valses venezolanos del siglo XIX, compuestos por Teresa Carreño, J.M. Suárez y Ramón Delgado Palacios. Su sublime puesta en escena de la escena del balcón de «Romeo y Julieta» de Sergei Prokofiev y el cierre de lujo, la «Doble Corchea» de Benjamin Britten.

Mis felicitaciones para Irvin Peña, director ejecutivo del teatro. Para Carlos Paolillo, el coordinador del ballet. Para los maestros de repertorio Martha Ildiko, Adriana Estrada y Javier Solano y para todos los bailarines, que nos regalaron una ejecución simplemente perfecta. Me encantó, como nota personal, haberme reencontrado con Elita Uncal, Coordinadora de Relaciones Institucionales de la Fundación Teresa Carreño, después de una pausa de años.

La cultura, lo he dicho y lo seguiré repitiendo, es el motor principal de un país. Lo que nos diferencia de los animales, lo que eleva nuestros espíritus y nos hace pensar que, en efecto, existe la inmortalidad.

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