Opinión

Control de precios: un intento siempre condenado al fracaso

Actualmente (Julio/2022), en Argentina están recurriendo a la intervención de los precios, y desde Venezuela les enviamos el siguiente mensaje: el precio más caro es el producto que no se consigue, más si se trata de una medicina.

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Venezuela y las amenazas El control de precios siempre trae escasez

En el 2014 escribí éste artículo inspirado en una clase magistral sobre “La intervención de los precios” del Dr. Jesús Huerta de Soto, catedrático de Economía Política de la Universidad Rey Juan Carlos (España), quien tuvo la gentileza de hacerme llegar su libro, que recomiendo ampliamente: “Socialismo, Cálculo Económico y Función Empresarial”, donde demuestra científicamente que un sistema socialista es incapaz de dar solución al problema de cálculo económico, resaltando los aportes de Ludwig Von Mises, Friedrich Hayek y la Escuela Austríaca de Economía.

Todos los efectos del control de precios aquí señalados, los venezolanos podemos certificar que se cumplen uno tras otro. Venezuela es una evidencia histórica del fracaso del socialismo; los controles de precios que hemos padecido no han ofrecido soluciones, sino todo lo contrario.  Según el BCV, en Venezuela se registró una escasez del 28% en febrero del 2014, y veníamos con controles de precios desde el 2003. 

Veamos la explicación:

El Dr. Jesús Huerta de Soto, afirma, desde la perspectiva de la teoría económica, que la intervención en los precios no es otra cosa que una forma de intervencionismo del Estado en la economía, en la que los diferentes precios son fijados por decretos ley, mandatos, reglamentos o por cualquier otro medio que emplee la autoridad pública, y son muy distintos a los que fijaría el mercado libremente.

Estos precios son impuestos con todo el aparato coactivo del Estado y pueden ser de dos tipos: precios máximos y precios mínimos. Según el venezolano Ricardo Zuloaga, “los precios máximos y mínimos son medidas destinadas a dar al mercado la información equivocada, o bien para que deje de producir lo que hace falta (precios máximos) o bien para que produzca en exceso lo que no se necesita (precios mínimos) y todo ello con el loable, patriótico, democrático propósito de confundir a los especuladores”.

El control de precios en Venezuela se ha caracterizado por ser del tipo de precios máximos, fijados por debajo de lo que se establecería en el mercado; es decir, el consumidor puede comprar a un precio inferior al del mercado.

Ningún Estado fija precios máximos por encima del mercado porque no tendría sentido, siempre es por debajo, y en referencia a esta forma de intervencionismo, el Dr. Huerta de Soto sostiene: “De ahí que el precio máximo sea tan atractivo para los consumidores y objeto de manipulación demagógica”.

La escasez y los precios

Como primer efecto, los textos que abordan este tema coinciden en que aparece el fenómeno de la escasez. La existencia de precios bajos hace que inmediatamente surjan muchas más personas que quieran comprar que las que están dispuestas a vender; es decir, la demanda supera a la oferta.

Ante la realidad de precios bajos, siempre aparecerá el fenómeno de la escasez. Luego surgen las colas para comprar y el modelo americano de first-come, first-served (primero en llegar, primero en ser atendido). Pero como los que están de últimos en la cola no tendrán acceso a los bienes, la autoridad en su intento de hacer “justicia” y dar la impresión de que protege a los menos favorecidos, establece el racionamiento, con la intención de evitar caos y violencia en la distribución de los bienes.

Otra forma de distribución de los bienes es a través de las amistades o relaciones personales. Si la persona era amiga del vendedor, gozaba de privilegio en el acceso de los bienes, pues no tendría que hacer la cola. También advertía que en otras situaciones podían prevalecer “los seres desalmados que mediante la violencia y la intimidación apartan del mercado a sus rivales”.

Cuando el mercado deja de funcionar y el Estado establece los precios máximos, se desencadenan procesos “violentos, redundantes, injustos y absurdos”.

La escasez se agrava más aún por el efecto del control de precios sobre el espíritu empresarial, pues las compañías que se vean afectadas por la fijación de topes al valor de venta ven limitados sus beneficios y, ojo, la ganancia no es lo realmente perversa como creen algunos. Si a una empresa se le eliminan sus beneficios, simplemente lo que ocurrirá es que abandonará o redirigirá su ámbito empresarial a otras oportunidades de negocio.

La escasez tiene solución en la inversión que se realice para incrementar la producción, pero estas inversiones desaparecen con el control de precios, lo que obliga al Estado a recurrir a importaciones para cubrir las necesidades de la demanda.

Cuando el mercado busca salidas

Otro efecto es la búsqueda que hace el mercado por encontrar soluciones para evitar todo lo anteriormente descrito. Estas alternativas, que actúan al margen de la ley, son los mercados negros, donde se pretende solucionar el problema, característica propia del control de precios. Sin embargo, los precios en los mercados negros son más altos.

En resumen, los efectos que se derivan de un control de precios son: escasez, largas colas para comprar, racionamiento, amiguismo, situaciones de violencia en el acceso de los bienes, distribución injusta, cierres de empresas que ven sus beneficios afectados, desaparición de inversiones para incrementar producción, importaciones del Estado para cubrir la demanda y mercado negro.

Debemos tener la lección bien aprendida, para que en el futuro no se vuelvan a cometer los mismos errores. Los controles de precios en Venezuela tienen historia desde finales de los años 80, mediados de los 90 y el período más largo que comenzó en 2003.

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