Opinión

La isla de Nicolás Bianco (In memoriam)

El sábado 13 de septiembre de 1997 se realizó un acto que pasó casi desapercibido para los medios de comunicación, ocupados en aquel tiempo de reseñar la gran agitación política que había en el país. Ese día se celebró en el Paraninfo de la Universidad Central de Venezuela el XXV aniversario del Instituto de Inmunología de la Facultad de Medicina y la inauguración de su segundo módulo de investigación.

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Nicolás Bianco, homenaje

Quienes asistimos al acto ese día pudimos comprobar que el verdadero espíritu de la universidad vivía en ese instituto, sin lugar a dudas competitivo en cuanto a excelencia con los más avanzados en su especialidad. El que realizara su labor dentro de una entidad con crónicas dificultades para su financiamiento y administración hacía este hecho mucho más notable.

El Instituto de Inmunología había sido por muchos años una isla de sana gerencia y meritocracia en la UCV, donde se prestaba, según se decía, mejor atención médica que en cualquier clínica privada. Este servicio se cobraba en forma razonable, lo cual era indispensable para completar su presupuesto de funcionamiento.Era un organismo que se manejaba de manera autónoma, lo que le confería independencia del presupuesto universitario. Como complemento a la atención de pacientes, el Instituto adelantaba trabajos de investigación y docencia de muy alto nivel, extendiendo su acción a todo el país mediante el fomento de otras instituciones que seguían sus pasos.

Este magnifico logro, como suele ocurrir, tenía nombre y apellido: Nicolás Bianco.El prestigio personal, trabajo incansable y poder de convocatoria de este sencillo y sabio científico venezolano eran el sustento del genuino reconocimiento alcanzado por el Instituto de Inmunología, incluso fuera del país.

Bianco y el amor por Venezuela

Nicolás, de ilustre estirpe universitaria, había logrado cumplir cabalmente su labor en un ambiente que muchas veces premiaba este tipo de méritos con la envidia o el desdén.Estaba empeñado en hacer las cosas bien dentro de su amada universidad y así demostrar el profundo amor que sentía por su alma mater y por Venezuela.

El acto de ese día fue hermoso. Destacaron en él las palabras que pronunciaron los invitados internacionales, miembros de la red de conocimientos en su especialidad de la que formaban parte el Dr. Nicolás Bianco y su equipo, que se extendía por todo el mundo.

Por la Universidad de Harvard intervino el Dr. Peter Schur, quien destacó la contribución del Instituto a investigaciones fundamentales que desvelaban a la comunidad médica, como la lucha por encontrar una cura para el SIDA.

De México acudió el Dr. Donato Alarcón Segovia, miembro del consejo de gobierno de la Universidad Autónoma, quien en su exposición matizada por el afecto que siempre le pone la gente de su patria a las relaciones humanas, recordó la frase de Octavio Paz sobre la condición de suburbio pobre que tiene en estos tiempos Latinoamérica, dentro de la civilización occidental y la esperanza de redención que la existencia de instituciones excelentes manejadas por nuestra gente permite concebir.

También habló de la necesidad de crecer y trabajar para que, mediante nuestro propios medios y sin ceder nuestra cultura, podamos algún día sentarnos a la mesa en condiciones de iguales con los países más desarrollados. Fue especialmente conmovedora su mención, con la voz quebrada por la emoción, del Libertador Simón Bolívar como el héroe sin parangón.

El representante del Instituto Pasteur de París, profesor Guillermo Dighiero, también latinoamericano, contó la alegría que le daba ver publicados los resultados de las investigaciones del Instituto de Inmunología de la UCV en prestigiosa revistas científicas internacionales. Resaltó la importancia de la dedicación de profesionales de primera a tiempo completo y bien remunerados, para poder contar un equipo del nivel académico adecuado, capaz de hacer aportes realmente útiles para cualquier investigador del mundo. Se lamentó de la trágica igualación por abajo endémica en Latinoamérica que destruye la productividad y que, de no erradicarse, hará imposible que nuestros pueblos tengan algún día una calidad de vida mejor.

Compromiso real

Particularmente me impresionó el lúcido discurso del Dr. Pedro Grases, uno de los precursores del Instituto al ser quien presidió la institución que posteriormente derivó en su creación. Fue impactante oír a una persona que le dedicó su vida a la docencia universitaria en prolongación de una vocación familiar netamente pedagógica, hacer un diagnóstico tan claro sobre la precaria situación que sufría la UCV en ese momento, y resumir ideas sobre lo que habría que hacer para cambiar sus esquemas de funcionamiento de forma radical y ponerla a trabajar más efectivamente por el país.

Se preguntaba por qué ya no trabajaban muchas de las dependencias con la devoción por el deber y rigurosidad que demostraban 30 años atrás. Para lograrlo, respondía, bastaría que cada quien cumpla con su trabajo, verdadero trabajo, no empleo superfluo y clientelar, y que el compromiso real sea con los receptores del servicio: estudiantes, enfermos, profesores, país, y no con facciones o grupos de amigos.Así, concluyó, el Hospital Universitario volverá a ser la Clínica Mayo de Latinoamérica como una vez lo fue.

La humildad del doctor Bianco

Cuando le tocó intervenir el director Nicolás Bianco se refirió a su labor, la de sus colegas y los demás miembros de su equipo. Con humildad y agradecimiento reconoció los apoyos recibidos de personas e instituciones, dentro y fuera de Venezuela.

Para concluir participaron un par de autoridades universitarias. Hicieron discursos convencionales que sonaron lejanos de lo que estaba ocurriendo en el acto.Especialmente inoportuna fue la mención por uno de ellos de la difundida clasificación de Venezuela como uno de los países más corruptos del mundo.

Al finalizar el evento, que incluyó también algunas condecoraciones, los asistentes fuimos invitados a recorrer el Instituto. Las instalaciones, tanto las que venían funcionando como las recién inauguradas, estaban impecables. Una muestra de la famosa “Venezuela posible”.

Como es sabido, tiempo después Nicolás aceptó la difícil tarea de formar parte del equipo líder de la UCV como vicerrector académico, cargo en el que permaneció hasta su fallecimiento. En el acuerdo de duelo de la universidad la rectora lo reconoció como un “académico insigne” que defendió incansablemente todo lo bueno de la institución.

Nicolás Bianco se despidió el 27 de julio, dejando un vacío y una vasta obra
Nicolás Bianco, hombre afable, apreciado por el mundo académico

Esas sentidas palabras de despedida trajeron a mi memoria la honda emoción que demostraba Nicolás Bianco cada vez que escuchaba el himno de la Universidad Central de Venezuela, interpretado por el Orfeón Universitario. Emoción legítima de alguien que de verdad contribuyó toda su vida a “vencer las sombras”, la misión ineludible de nuestra primera universidad. Siento que evocar su imagen así será siempre la mejor manera de recordar a nuestro amigo Nicolás.

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