Opinión

Julio Rodríguez: la extensión que acabó con el complot

En esta columna se analiza el contrato de Julio Rodriguez. ¿Buena o mala inversión de los Marineros? ¿Una respuesta a la supuesta campaña contra los peloteros dominicanos? Respondemos estas preguntas

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Con la herida aun fresca por la suspensión de Fernando Tatís, que lo mantendrá alejado de los diamantes de manera oficial por espacio de 80 encuentros, el beisbol da un giro maravilloso que coloca a otro dominicano bajo el ojo público: el joven prospecto de los Marineros de Seattle, Julio Rodríguez.

Muy poco tiempo le llevó ganarse hasta un apodo basado en su propio nombre: ahora, al estilo de los grandes de la disciplina, es conocido como J-Rod.

Es, por tanto, una pieza importante dentro del esquema salarial de MLB a la que hay que seguir muy de cerca, por aquello de apreciar si ese dinero terminará rindiendo lo que se espera o será otro “desperdicio de recursos”, basado en actuaciones futuras.

Querer garantizar la presencia y compromiso de un jugador que ha mostrado talento superlativo en el debut, no es poca cosa. Si están abiertas las arcas de la organización para lograr ese cometido, nada tendrá que criticarse a la gerencia de Seattle por generar desde el comienzo los movimientos que podrían devenir en el contrato más largo en la historia de la pelota grande.

Los detalles de ese pacto

Se habla, en primera instancia, de un “contrato básico” con duración de ocho años, por un monto de 120 millones de dólares. Esos años iniciales, incluyen el 2022. De entrada, Rodríguez estaría atado a la divisa hasta el 2029.

A partir del 2028, el equipo tendrá que precisar si estaría interesado en ejercer una opción que se muestra ligada a los lugares que el pelotero ocupe en materia del premio “Jugador Más Valioso” de la Liga Americana.

El club posee una primera opción que pudiera ser por ocho o diez años, con valores reflejados en dólares que oscilarían entre 200 y 350 millones. Esto tendría como referencia la votación para la escogencia del “MVP” y la historia será determinada por el hecho de ganar el premio o del lugar que ocupe entre los finalistas.

En caso de que Seattle ejerza la opción que tiene el equipo a su disposición, la cantidad de 320 millones aparecerían como “valor garantizado” que pudiera incluso ascender a los 470 millones de dólares.

Por otra parte, si Marineros decide no ejercer esa opción al llegar la séptima temporada del contrato de J-Rod, el pelotero estaría en capacidad de activar una opción de la cual dispone a partir de la octava zafra que alcanzaría un total de cinco años por 90 millones. Esto convertiría el acuerdo en uno con base de 13 años y 210 millones de los verdes.

El jugador pudiera no ejercer esa opción y optar por declararse agente libre, cuando aún estaría por cumplir los 30 años.

Todo apunta, en síntesis, a que Rodríguez, desde el inicio de su tránsito por MLB, tendría sólo que preocuparse por jugar lo mejor posible y mantenerse sano y alejado de problemas que pudieran entorpecer su permanencia en el máximo nivel de la disciplina.

El fantasma de las “teorías conspirativas”

Hizo su formal aparición a través de importantes personajes del beisbol, especialmente nativos de la República Dominicana.

El miembro del Salón de la Fama, David Ortiz, se manifestó a favor de Tatís cuando un sector, igualmente importante, declaraba que estaba profundamente decepcionado por los hechos que acarrearon la suspensión del jugador de Padres de San Diego.

Manny Ramírez llegó a ubicar al joven campocorto entre los mejores y con más futuro en la historia del deporte, mientras que, como resultó natural y predecible, el padre de Fernando, del mismo nombre y con experiencia de Liga Grande, salió abiertamente en defensa de su muchacho.

Incluso muchos criticaron duramente a otro Salón de la Fama dominicano, Pedro Martínez, quien de manera tajante y directa decidió en un programa de televisión, responsabilizar a Tatís por su imprudencia y poca previsión a la hora de utilizar medicamentos, aun contando con una “batería” de especialistas a los que perfectamente hubiese podido consultar.

No obstante, entre defensas y acusaciones, un elemento común se colaba poco a poco entre los argumentos: “Es una cruzada anti dominicana”; “No perdonan a Tatís porque es latinoamericano”; “Están castigando al beisbol través de un joven que cometió un error como cualquier ser humano” o “No perdonan que un jugador de color se convierta en millonario”.

Era, oficialmente, desviada la atención utilizando el manido argumento de la discriminación. Un argumento que con el pasar de los años perdió su credibilidad, al menos en materia contractual en el universo de las Grandes Ligas.

No son pocos los beisbolistas latinoamericanos que han obtenido contratos cargados de muchas cifras e incluso en algunos momentos, esos contratos llegaron a ser los más lucrativos de la historia.

El mismo Manny Ramírez y David Ortiz fueron premiados con ingentes cantidades de dinero por sus servicios. Miguel Cabrera; Albert Pujols; Alex Rodríguez (que se empeñó en ser dominicano a conveniencia); Manny Machado; Johan Santana; José Ramírez; Francisco Lindor; Carlos Correa; Robinson Canó o Fernando Tatís, por nombrar solo algunos, claramente evidencian que el interés de sus habilidades como jugadores estuvieron por encima de sus pasaportes. Y eso que aún tendremos que ver el final de la novela que dará a Juan Soto, dominicano también como varios de los nombrados anteriormente, quizás el más jugoso de los pactos firmados hasta el momento en el Big Show.

¿Entonces, ya no hay complot?

Evidentemente, nunca existió. Las pruebas son evidentes en materia de otorgamiento de privilegios contractuales a jugadores de origen latinoamericano. Y los representantes de la República Dominicana tienen un lugar importante en cantidad y calidad de esos contratos llenos de ceros. Ergo, sí se aprecian y se pagan sus servicios de manera generosa y cada vez más frecuente.

Y ahora, para seguir con más truculencia y morbo la gran novela del “maltrato” a los jugadores extranjeros por parte de los equipos de MLB, decide Seattle “castigar” a Julio Rodríguez, nacido el 29 de diciembre de 2000, en Loma de Cabrera, República Dominicana, con un contrato sin precedentes en la duración que garantiza la solvencia económica de varias generaciones en una familia que ve con beneplácito el aprecio hacia su hijo ilustre.

No faltará quien afirme que este “golpe contractual a la mesa de Marineros”, aparece como respuesta a las acusaciones de componendas y colusiones que se desprendieron de la suspensión de Tatís.

Seguramente, en más de una cabeza está en este momento latiendo con fuerza el hecho de que la aparición de esta oferta millonaria a J-Rod, es simple consecuencia del deseo de acallar manifestaciones históricas de discriminación, racismo y ganas de perjudicar al pelotero latinoamericano.

Mientras tanto, los beneficiarios de estos pactos viven en paz gracias a su esfuerzo o siguen en la lucha para honrar la confianza que recibieron en su momento desde la trinchera contractual.

La misión de Julio Rodríguez será la de lograr la excelencia en el desempeño que desde ya está premiado y que en el futuro podría estarlo aún más.

¡Ya quedará de su parte pasar a la historia con números buenos y todo…!

Falta mucho aún… ¡Pero falta menos…!

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