Opinión

Cuándo no es Pascua en... ¿octubre?

"Decretar" la Navidad en octubre, decorar, maquillar: cualquier cosa menos resolver los problemas reales

octubre
Daniel Hernández
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El sábado 29 de octubre regresé de España a Venezuela. Llegar a Maiquetía es correr un albur. Uno nunca sabe con qué se va a encontrar. Siempre pido silla de ruedas para mi hija Tuti, porque como ella sufre de trastornos de movimiento, el estar de pie mucho tiempo la afecta. En todos los países en los que he estado con ella, las puertas se han abierto para el grupo familiar. En todos, menos en el mío: éramos tres: Tuti, su nana, que es la segunda mamá de mis hijas, y yo. Un muy malhumorado hombre me advirtió que “solo una persona podía acompañarla”. Le explico que la nana es muy nerviosa y que ir sola ya sea por la vía “normal” o acompañando a Tuti, la afectaría. Nada. Eso no le importa. “Las normas son las normas, señora… ¿o es que no lo entiende?”. Creo que quien no entendió, por falta completa de empatía, fue él. Pero bueno… subí con el resto de los pasajeros. Al menos la nana estaba acompañada por Tuti y el joven que llevaba la silla de ruedas. El hecho es que subí, justo detrás de mí hubo un incidente con la escalera mecánica y entré a hacerme el PCR primero que nadie y llegué antes de quienes -supuestamente- me esperarían en el espacio donde se realizan las pruebas. Por cierto, ahí son súper amables todos.

Pasamos inmigración y entramos al aérea de las maletas. Éramos el único vuelo que había llegado (media hora antes, me imagino que, por la acción de las corrientes de chorro, vientos a favor, en otras palabras, que, sumados a la velocidad del avión, hicieron la magia). Sin embargo, las maletas tardaron casi media hora en subir. Lo que habíamos ganado en llegar, lo tuvimos que esperar por las maletas. Cuando empezaron a salir ¡oh, sorpresa! Un grupo de hombres con chalecos con tonos de verde fosforescente comenzaron a poner todas las maletas que salían en el piso. ¿Las estarían sacando todas? Una sabia señora nos advierte “ésas deben ser las de un enchufado… por eso se tardaron en subir, porque abajo las estaban ordenando para sacarlas primero”.

Así mismo fue. Pero el esperar me hizo ver mi entorno: ya la gigantografía de Chávez no está… menos mal. Lo que sí había eran arbolitos de Navidad… ¿El 29 de octubre? ¿Casi dos meses antes de Navidad? ¡Y arbolitos de Navidad! ¡El imperio messsssmoooo! ¿Por qué si querían poner algo venezolano no pusieron nacimientos? No, señor. Pusieron arbolitos llenos de bolitas. Sí de ésas que les faltan a tantos, igualmente frágiles, pero éstas coloreadas, como para disimular. A su lado, un muñequito que representa al Libertador, que ya había visto antes y del que me había quejado. Una comiquita pendeja… Me hice la pregunta de rigor: ¿Cuánto costarían los arbolitos y los muñequitos? ¿De quién es el negocio? ¿Será del mismo dueño de CasaLab? Un laboratorio absolutamente inservible, porque si usted llega con COVID, se entera es al día siguiente.

Vi a mi alrededor. Los empleados del aeropuerto se merecerían -y agradecerían- un aumento de sueldo que quizás no llegaría ni a la mitad de lo que han debido costar los arbolitos y los ridículos bolivaritos. La otra mitad podría ir a los hospitales, a las escuelas, a las carreteras fracturadas por las lluvias… ¡a tanta necesidad que hay en Venezuela, en vez de ir a tanta necedad!

Aquí tenemos un dicho que reza “¿cuándo no es Pascua en diciembre?”. Pues ahora resulta que el chavismo corrupto, banal y necio, decidió que la Pascua empezaba el primero de octubre. Cuando yo vi los arbolitos, ya llevaban un mes montados. “Clap y circo”, escribió alguien en Twitter. De verdad no puedo entender que alguien que esté pasando hambre prefiera tener arbolitos en el aeropuerto internacional (donde los ven quienes tienen medios para viajar al exterior, porque no sé si en el aeropuerto nacional también hay, y si los hubiera, quienes padecen hambre, tampoco pueden viajar por avión ni siquiera al interior), que tener un mejor sueldo o uno o dos paquetes de harina de maíz extra en la menguada caja Clap.

Las inmensas necesidades del país claman por sí mismas… pero los conspicuos representantes del régimen de Maduro prefieren “decretar” la Navidad a principios de octubre. Ojalá que este año el Niño Jesús no nos traiga nada, pero que se los lleve a todos…

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