Opinión

Tiburones vs. Leones... una final muy conveniente

La final se puede explicar por las gerencias que trabajaron muy bien para que sus grandes figuras enriquecieran la temporada de la LVBP. ¿Qué depara este enfrentamiento? Aquí lo repasamos

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Estadio Universitario

Y esto quizás vaya incluso más allá de la perspectiva de los fanáticos.

Comencemos con el hecho meramente deportivo: son divisas con muchos seguidores en todo el país. Sus participaciones aglutinan una significativa atención mediática y ambos tienen un buen rato sin disfrutar las mieles de un campeonato.

El caso de Tiburones de La Guaira es aún más llamativo en materia de ausencia de títulos. Desde la temporada 85-86, los escualos no celebran un “trapo campeonil”. Una sequia prolongada que ha sido acompañada desde hace 37 años con el célebre «Este es el año”. Frase que ha trascendido el entorno beisbolístico para instalarse en cualquier conversación, sea cual fuere el contenido de esta.

Para esta zafra, los litoralenses entregaron las riendas en la Gerencia Deportiva al joven Cesar Collins, quien, desde el primer día, prometió revolucionar las bases del conjunto. Hizo los ajustes necesarios y emprendió una inteligente campaña orientada a despertar entre los mismos jugadores el sentido de pertenencia que impulsara la presencia de grandes estrellas, incluso de la más llamativa de sus reservas y uno de los puntos brillantes en el historial del torneo: Ronald Acuña. Jr.

Desde la acera caraquista, también gestaban visitas importantes. El tridente gerencial a cargo de Juan Carlos Escobar, Richard Gómez y Víctor Gárate, rindió frutos en ese renglón de apariciones estelares: la respuesta fue contundente cuando lograron uniformar a Gleyber Torres y Eugenio Suárez con la casaca de los melenudos.

Esas actuaciones, aunque limitadas, pusieron la recuperación del prestigio de las Liga Venezolana de Beisbol Profesional en el ojo público, en esta oportunidad para ser visto desde el lado positivo.

Varios equipos pudieron lograr el objetivo de ver uniformados a sus principales embajadores en el mejor béisbol del mundo: además de Acuña, Torres y Suárez, el campeonato vibró con la presencia de Andrés Giménez; César Hernández; Salvador Pérez; Orlando Arcia y Harold Castro, por solo mencionar algunos.

Esos nombres hicieron soñar a los fanáticos que clamaban por la oportunidad de ver, en su tierra, a los peloteros que tantas cosas buenas habían logrado en las Grandes Ligas.

Fue una experiencia inolvidable que probablemente no se repita muy seguido en el futuro inmediato, pero que dejó un sabor dulce en el recuerdo y con eso hay que quedarse: con lo bueno que hizo más grande y competitivo el torneo.

Ellos, no trabajaron solos…

Y nos referimos a los grandes nombres que mencionamos anteriormente. Como dijimos, sus actuaciones fueron breves, aunque productivas y esperanzadoras, además de ejemplarizantes para el resto de los miembros de las nóminas de los ocho clubes de la Liga.

Si ellos asumieron el compromiso y tomaron el riesgo jugar en Venezuela, siendo fichas importantes en sus organizaciones en Estados Unidos, solo quedaba respaldar esos esfuerzos con aun mas tesón y empeño para lograr los objetivos.

Entonces, en la estructura de Tiburones, cabría mencionar el aporte de talentos como Maikel García; Ehire Adrianza; Franklin Barreto; Danry Vásquez y Alcides Escobar, por ejemplo. Sin ellos, y el resto de los integrantes del equipo, hubiese sido, evidentemente imposible lograr el ingreso a la serie final.

Esa receta, aplica igualmente para Leones. Su nómina registró elementos destacados en grado extremo, como el gran pelotero de la temporada, Freddy Fermín: Novato del Año, Campeón Bate del circuito y Jugador Más Valioso del certamen… cualquier cosa, dirían por ahí los entendidos en la materia. Y si le sumamos grandes desempeños como los de Oswaldo Arcia; José Rondón; Orlando Arcia; Wilfredo Tovar y el importado, Isaías Tejeda, fácilmente se podría hallar la explicación al primer lugar obtenido en la Ronda Eliminatoria y posteriormente en el Round Robin.

¿Y la conveniencia…?

Ya habíamos adelantado que, mas allá de la satisfacción del fanático por ver a sus equipos disputando la serie definitoria de la justa 2022-2023, existían factores de orden económico que hicieron sonreír da más de uno (por no decir a todos), de los sectores involucrados en la logística deportiva y mediática de una serie de esta naturaleza.

Los jugadores no tendrían que viajar (para quienes nos leen desde otros países y no están familiarizados con los detalles de la Liga, es útil apuntar que Leones del Caracas y Tiburones de La Guaira, comparten una misma sede: el Estadio Universitario, ubicado en la ciudad de Caracas). Es un “plus” para el grupo de atletas que se ve beneficiado con el descanso que implica no tener que trasladarse después de cada cotejo.

Los circuitos radiofónicos, igualmente, disfrutarán de su sede natural. Eso redundaría en ahorro sustancial en traslados interurbanos, hoteles y viáticos.

Las plantas televisoras encargadas de llevar las incidencias de cada encuentro y los socios allegados inmediatos (unidades móviles, equipos, personal, etc), tendrán también el beneficio de la cercanía y la ventaja del ahorro de dinero en sus operaciones.

Los concesionarios que hacen vida en la temporada en el estadio Universitario, contarán con un mínimo de 4 juegos y un máximo de 7 para “rematar” por la puerta grande su nivel de ventas y poder evaluar y analizar un balance positivo en sus cuentas.

Todo promete…

Económica y deportivamente hablando, será una serie entre dos equipos que han logrado erigirse como los “grandes rivales de la capital”. Será una competencia dotada de historia y cargada de “ganas deportivas” por ganarle a su contrincante. Será, en definitiva, una confrontación entre divisas poseedoras de fanaticadas exigentes y entregadas a la causa de su equipo. De esas que perdonan poco y demandan excelencia desde el terreno de juego.

Estamos a poco tiempo de ver el choque entre la samba y el rugido del león, aderezados con la magia desde las tribunas y las “estrategias de cada asistente”, porque el fanático es su propio mánager y eso no se los quita nadie.

Que gane el mejor y que el espectáculo termine estando a la altura del esfuerzo titánico que se ha hecho por devolverle el brillo de antaño al beisbol más alegre del caribe.

¡Falta mucho aun… pero falta menos…!

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