Opinión

Universitario, hasta siempre viejo amigo

Los Leones del Caracas tienen nuevo hogar: el Monumental Simón Bolívar de La Rinconada. Los juegos y campeonatos conseguidos en el estadio de la Ciudad Universitaria quedan para la memoria

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Universitario

Puedo decir muchas cosas de un lugar en el que pasé muchos años de mi vida como el estadio de la Ciudad Universitaria de Caracas.

Al hurgar en los entresijos del armario de la memoria, el primer recuerdo que tengo es el de un lunes cualquiera de noviembre del 91, cuando acudí al estadio con mi padre a un juego entre Leones del Caracas y Tiburones de La Guaira. No entendía de beisbol, pero me esforzaba por aprender, una excusa más para pasar tiempo con él, fanático del beisbol. Caminábamos por las lozas rojas que pavimentaban el camino entre el estacionamiento y las taquillas del parque, una imagen inmortalizada en mi mente, mis recuerdos y en un viejo llavero monóculo, tan familiar para quienes como yo, nacimos en la penúltima década del siglo XX y tan curioso para las nuevas generaciones.

Le pedía a papá una oblea y una malta, al tiempo que le preguntaba si era jonrón cada elevado que salía fuera del cuadro. Aquel niño de siete años no imaginaba que luego ese lugar se convertiría en su segundo hogar.

1991, en el estadio Universitario

Llegaron los años de la adolescencia y ya el beisbol no sólo me era familiar, sino que que era mi principal pasión. Iba al estadio cada vez que podía con mi papá y ganáramos o perdiéramos, salíamos felices de ver a jugadores como Bob Abreu y Johan Santana, dependiendo de quien jugara. Peloteros que luego dejarían huella en Grandes Ligas.

Años después, mi primera pauta como periodista del Diario Líder, asistí al estadio para cubrir un entrenamiento de Leones. Aquel joven adulto volvió a emocionarse, al cumplir un sueño de niño y pisar por primera vez ese mítico terreno por el que alguna vez pasaron hombres como Pete Rose, Luis Aparicio y cientos de leyendas que aun viven en el imaginario colectivo de cualquier fanático de la pelota.

Ir al estadio Universitario y llegar a las 3:00 pm, cuatro horas antes del inicio del juego se volvió un hábito, casi un ritual y como en el relato de Saint Exuperi, El Principito, ir al estadio es lo que hacía que cada día fuera diferente a los otros días.

El Universitario como templo, como una catedral histórica de lo que representa el beisbol para el venezolano, tenía esa aura casi mística. Nunca dejé de sentirlo, ni como fanático, ni como periodista, ni como Gerente de Comunicaciones de Leones. Ahí me enamoré por primera vez del diamante, el bate y la pelota.

La vista desde el palco de prensa era la mejor, con el cerro Ávila de fondo, las guacamayas azules y amarillas sobrevolando cada tarde el azul del cielo del Caracas, que generosamente se iba tornando en distintas tonalidades hasta hacerse negro, en un lento degradé, como el que suelen tener las ciudades del trópico.

Hoy los Leones anuncian que se mudan al estadio Monumental, un moderno recinto que albergará las memorias de los fanáticos más jóvenes. Hoy pienso con nostalgia en el Universitario, imagino que es el mismo sentimiento que tuvieron décadas atrás, quienes alcanzaron a visitar el viejo parque de San Agustín. A los Leones, mi otra familia, mucho éxito en esta nueva etapa. Para mí, aunque hoy representa el fin de una época, siempre perdurarán grabados en la memoria los recuerdos y esa aura de misticismo que tienen los templos míticos.

Hasta siempre Universitario, viejo amigo.

Por César Márquez, periodista especializado en deportes

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