Política

¿Llegamos al final del "hasta el final"?

Escamoteada la voluntad de la mayoría opositora, impedidas de postularse María Corina y la otra Corina, convencidos en la oposición de que hay que participar con un candidato agradable a los ojos del poder, hay que preguntarse: ¿este es el final del que ella habló?

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Daniel Hernández / Archivo

Quizás porque la política ya es cosa del diablo, Henrique Capriles reapareció en escena para dejarnos una nueva referencia religiosa en un momento delicado. Si el tiempo no fue perfecto, ahora le pidió a Dios –en voz alta- que les de fuerza “para tomar decisiones injustas pero inevitables en las próximas horas”.

Capriles, quien suele ser más bien enrevesado para explicar cosas, esta vez fue claro y conciso: la decisión es injusta, considerando especialmente a esos más de 2 millones 200 mil ciudadanos que votaron por María Corina Machado en la primaria de la oposición y a los otros miles que se sumaron posteriormente a respaldar una candidatura que logró ubicarse en torno al 70% de intención de voto según algunas encuestas.

Ahora, ¿inevitables? Habría que revisar un poco más esa idea y enfocar la mirada en Washington. En el blandengue manejo de las negociaciones entre la oposición y el gobierno, y entre los gobiernos de Estados Unidos y Venezuela, quizás esté la clave. Porque para ser claros, los únicos incentivos que tenía el chavismo para “negociar” –un eufemismo para pedirle que respetara la Constitución y los derechos humanos- eran las sanciones a Pdvsa y ese valiosísimo preso en el que se convirtió el empresario colombiano Alex Saab. Es decir, la manija de los acuerdos estaba en Washington, no en Caracas ni en la loable voluntad de gente como Gerardo Blyde.

Y el malvado policía del mundo entregó ambas cosas y ya no tuvo nada más con lo cual hacer presión. ¿Por qué? Posiblemente porque no le interesaba y el intercambio incluyó a ciudadanos estadounidenses: se dio por servido.

La Licencia 44 de la OFAC, que autoriza temporalmente transacciones específicas en la industria petrolera y del gas, vence el 18 de abril. Los expertos en temas de energía, Juan Szabo y Luis A. Pacheco en un análisis publicado en La Gran Aldea aportan una perspectiva interesante y esclarecedora: “Con el cronograma electoral severamente acortado,los ingresos petroleros incrementales, producto de la concesión de la Licencia 44, mantendrían el flujo de ingresos hasta cerca del pico de “gasto público electoral”, aun si llegaran a no renovarla. Para las exportaciones realizadas antes del 18 de abril, fecha en que caducaría la licencia, los ingresos se recibirían hasta principios de junio”.

Eso podría explicar el curioso empeño en hacer elecciones en julio: hay plata segura para la campaña. Y también la decisión de hacer las cosas como las hicieron: saltándose toda norma posible para lograr el objetivo no solo de dejar por fuera a María Corina Machado, sino a quien ella designara en su lugar, tal como ocurrió con la profesora Corina Yoris.

Ya tenían licencia para Pdvsa y ya el hombre estaba en casa. Tocaba resolver el incordio de María Corina y los bajísimos niveles de popularidad y aceptación del candidato. Y como lo segundo quizás ya no tiene vuelta atrás, el foco estuvo en frenar a la retadora: sostengo la inhabilitación sin más argumentos que mi voluntad de no competir contigo, le suelto un poco las riendas a los candidatos enanos, persigo y encarcelo a miembros de su partido, manipulo y condiciono todo hasta convencer a parte de la oposición de que lo “mejor” es que María Corina –y lo que representa- salga de escena, se vaya una larga temporada a algún lugar remoto y sin internet.

Y llegado el último momento, ahí los tengo pidiéndole fuerzas a Dios. ¿Por qué? Porque puedo. Porque no existe para mí esa estupidez de las democracias verdaderas que se llama “costo político”. Porque nadie va a venir a hacerme nada. Porque tengo alcahuetas y oportunistas dentro y fuera. Y porque me siento más seguro ganando las elecciones antes de tiempo frente a un contrincante al que yo mismo puse ahí, aunque Capriles crea que Dios tuvo algo que ver en eso.

¿Estamos ya en el final del “hasta el final” de María Corina?

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