Salud

Otro Día de las Madres en Venezuela: cuando parir es una riesgosa aventura

Más allá de las celebraciones en familia y de las compras de última hora, en el Día de las Madres es oportuno destacar la lucha contra la violencia obstétrica y lo traumático que puede ser el parto para una mujer humilde en uno de los destartalados hospitales públicos venezolanos.

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“Por una conocida supimos que tenía la vía y que la harían parir, cuando allí estaba el informe resaltando que el bebé pesaba cuatro kilos y medía 52 centímetros y que le faltaba la pelvimetría para saber si era parto normal o cesárea. En la noche de ese día salió un doctor a decir que ella tenía cuatro centímetros de dilatación y la iban a subir para que entrara en labor de parto. Ya tenía 39 semanas, pero solo había ido por control de tensión“.

Angélica, de 24 años de edad, perdió la vida tras dar a luz a su bebé.

En septiembre de 2023 se cumplirán dos años desde que Angélica murió dando a luz en el Hospital Central Universitario Antonio María Pineda, de Barquisimeto, estado Lara, por una presunta negligencia médica, según denunciaron sus familiares.

“La tensión la tenía en 140/70, aunque no estaba muy alta, la recomendación fue llevarla del ambulatorio de Rastrojitos al Hospital Central para ser atendida. Allí en el hospital ella ingresó y más nunca la vimos con vida“, relató su prima, Naikaris Palacios.

“Angélica recibió varias dosis de pitosin y la obligaron a pujar. Supimos que hasta una enfermera se le subió en la barriga para empujar al bebé (maniobra de Kristeller desaconsejada por la OMS) y que saliera. Eso fue desde las 9:00 de la noche del día 8 de septiembre, hasta el día 9 a las 10 de la mañana, cuando de emergencia nos hicieron correr a buscar una larga lista de insumos porque debían hacer una cesárea de emergencia”, contó su familiar, quien aseguró que aún cuando el bebé finalmente nació, no habían podido ver ni a la jóven ni al recién nacido.

Lo que ocurría adentro del hospital, según indicaron los familiares, era que Angélica estaba muy grave.

“Nos mandaban hacer exámenes a cada rato y a dar indicaciones para una supuesta histerectomía de emergencia porque el útero se le había desprendido. Luego era una operación exploratoria, porque el hígado y los riñones no estaban funcionando, pero jamás nos explicaron por qué”.

Luego de tantos diagnósticos, uno de los doctores dijo que Angélica tenía un derrame y que debían operarla de emergencia.

“Nosotros indagamos y mi sobrina jamás entró a quirófano ni a UCI. Ella murió allí en su cama, donde estaban las demás parturientas. A las 3:25 de la madrugada, llamó una doctora para darnos la noticia de su muerte, pero el acta de defunción dice que murió a las 4:00 de la madrugada, según los médicos que certificaron. Sabemos que ella murió temprano y nadie nos dijo nada”, aseguraron.

Sus familiares llevaron el caso a Fiscalía, específicamente su prima, que consideraba a la joven como su hermana. Pero el caso no siguió luego de necesitar la firma de su madre, quien según la prima de Angélica prefirió no seguir con el caso. “Recibió la llamada de una enfermera y no quiso seguir. Yo no pude hacer más nada”.

No es un caso aislado

Angélica no pudo ver a su hijo crecer, tampoco pudo terminar de estudiar ni convertirse en psicóloga. Como ella, hay mujeres que pierden la vida en medio del parto o tras dar a luz por complicaciones entre negligencia médica hasta hemorragias e infecciones. Los números de mortalidad materna, indican los expertos, aumentan cuando las condiciones no son favorables en los centros de salud o maternidades.

Con un índice de 259 decesos, la tasa que mide la mortalidad materna por cada 100.000 partos (nacidos vivos) en Venezuela es la peor del hemisferio occidental después de Haití (350), según un informe publicado en abril por el Fondo de Población de Naciones Unidas.

Venezuela está en medio de una crisis hospitalaria que denuncian desde distintas organizaciones no gubernamentales, debido a que el panorama es la falta de insumos y condiciones precarias. De esta forma se ve constantemente vulnerado el derecho a la salud, en medio de los altos índices de pobreza. En este contexto están los partos.

Desde pedir información en una maternidad pública y que te mantengan hasta media hora para darte un papel con los requerimientos para atender el embarazo, hasta el día del parto, pareciera ser una dificultad que lejos de mejorar la experiencia, hace para las mujeres más tedioso cada procedimiento, así sea pedir información en una maternidad. Esto según el relato de una mujer entrevistada bajo anonimato para este trabajo, que hace algunos días se acercó a la Maternidad Concepción Palacios de Caracas, donde quienes atienden en la recepción la enviaron a Negra Hipólita y allí esperó hasta que le indicaron los requerimientos en medio de malos tratos.

Hasta insumos básicos de oficina les exigen a muchas parturientas y sus familiares en la Maternidad Concepción Palacios, la más importante de Venezuela.

Un pasante de la Maternidad Concepción Palacios, en Caracas, que prefirió mantenerse bajo anonimato por temor a represalias, mencionó que en este centro, el más importante de Venezuela en su tipo, han hecho mejoras en cuanto a infraestructura, sin embargo los insumos, aunque hay cierta dotación, no son suficientes para todas las mujeres que acuden a ser atendidas.

“Material hay, pero el contado. No es suficiente para todas las pacientes. En este sentido se les solicitan los insumos que no se tienen en ese momento y si es de gran necesidad. De resto, se trabaja con lo que se tiene”, indicó.

En Venezuela el indicador de mortalidad materna aumentó un 182,8% en los 20 años que van entre el año 2000 y el año 2020. Se trata del mayor aumento en términos porcentuales registrado para cualquier país del mundo en esas dos décadas, según se constata al analizar la tabla de países.

El Observatorio de Violencia Ginecobstétrica de Venezuela alertó que esta problemática “se manifiesta de distintas formas, muchas veces solapadas como rutinas de atención en los centros de salud”.

En enero de 2023 esta ONG publicó su «Primera Encuesta sobre elEstado de la atención ginecobstétrica durantela gestación, parto, nacimiento y puerperio inmediato en el sistema de salud venezolano. Caso: La Gran Caracas«.

Entre los principales hallazgos el estudio destaca que en cuanto a la atención ginecobstétrica prenatal, un 97% de las madres consultadas afirmó haber realizado consultas de control prenatal.

Pero, estas consultas no necesariamente cumplen su propósito. «Un altísimo 74% de las mujeres no recibió información sobre la salud infantil durante la consulta prenatal, mientras que el 25% afirma que sí la recibió. El 39% de las mujeres reporta haber recibido información sobre la lactancia materna contra un significativo 61% que no la recibió».

De estas, el 44% de las mujeres lo hizo en el sistema de salud privado, el 31% en el sistema público y otro 24% lo hizo con un patrón mixto. «Constatamos que al 53% de las mujeres que respondieron a la entrevista se les realizó una cesárea, lo que rebasa con creces las cifras estimadas por OMS (10 a 15%), mientras que el 47% de las entrevistas tuvo parto vaginal».

«Ello nos permite inferir que tan alta frecuencia obedece sin duda, tanto a la desinformación de las mujeres como a otros factores: la medicalización del parto, la instrumentalización del cuerpo de las mujeres por parte del equipo con fines
académicos
, el cumplimiento de récord académico de quienes cursan los postgrados, entre otros», precisan.

«Queda en evidencia que si bien el 97% de las mujeres asistió a consulta de control prenatal, esto no garantiza que hayan recibido la información mínima referente a los riesgos de la cesárea o los signos de riesgo a considerar para su salud durante el embarazo, ni sobre los cuidados y la salud del recién nacido, o acerca de la lactancia materna», dice el documento.

Aimée Zambrano, antropóloga y directora de la ONG feminista Utopix contó su experiencia:

“Yo llegué a sufrir violencia obstétrica con mi segunda hija, todo esto relacionado al tema de ruleteo. Iba a dar a luz en un centro privado donde me hacían control, pero se me adelantó el parto y no pude dar a luz ahí. Tuve que ir a otro centro y me remitieron a otro lugar. Fui a un segundo centro donde me hicieron el tacto y no me pude quedar porque no había incubadora. Me fui a una maternidad pública y cuando llegué me hicieron otro tacto, esperé mucho tiempo, estaba vomitando y me dijeron que debía vomitar afuera en el estacionamiento. Me molesté. No había camas ni incubadoras, tuvimos que recurrir a ahorros y familia para ir a una clínica privada”.

Aimée Zambrano, antropóloga, feminista, activista por los derechos de la mujer.

En esto coincide el informe sobre el estado de la Atención Ginecoobstericia: «Una de las primeras prácticas en la atención es la de referir a las gestantes a otros centros de salud por razones diversas: ausencia de recursos, de insumos, especialistas, por las condiciones de infraestructura del centro o por estar excedidas de pacientes. A esta práctica se le denomina coloquialmente “ruleteo”, y suele hacerlo desde el propio portero del hospital hasta el o la médica de guardia».

El mal trato a las mujeres en trance de ser madres atenta contra los derechos humanos. Esto incluye desde negarse a suministrar información sobre los tratamientos y solicitar consentimiento hasta la común displicencia.

«En cuanto a si el personal de salud se presentó con su nombre, apellido y cargo, el 48% de las entrevistadas respondió que sí, mientras que el otro 49 % respondió que no. Sin duda, que esta práctica tan extendida de no presentarse ante las
usuarias, forma parte del trato deshumanizador que compone el amplio espectro de la violencia obstétrica».

«El 45% de las mujeres respondió que el personal de salud sí se mostró interesado en informar su proceso y aclarar sus dudas; por el contrario, un significativo 54% respondió que no. Ese evidente desinterés de la mayoría por resolver las dudas de las usuarias forma parte de la actitud de no escucha a la que son sometidas sistemáticamente las mujeres, por lo que puede inferirse que son convertidas en sujetas pasivas de sus propios procesos».

Este desinterés se extiende al trato y relación con los familiares de las parturientas:

«En cuanto a si se suministró información oportuna a sus familiares durante el proceso del parto o cesárea, el 57% respondió que sí, mientras un 43% dijo que no. En la mayoría de los hospitales del sistema de salud público, las personas que integran las familias de las usuarias no son informadas sobre el estado de salud de las gestantes durante el embarazo, parto y puerperio. Lo que ratifica que el trato deshumanizador se hace extensivo a los y las familiares».

De ese trato pueden dar fe los familiares de Angélica, la joven madre de inicio de este reportaje.

Naikaris Palacios, prima de Angélica y su esposo muestran el retrato de la joven madre víctima de la violencia obstétrica.

Sin indicadores

“En Venezuela no hay indicadores relacionados a muertes maternas desde aproximadamente 2015/2016. Cuando no hay indicadores de muertes maternas es complejo, porque no sabes a ciencia cierta cómo van las políticas dirigidas a estos casos”, explicó por su parte Zambrano, de Utopix.

La antropóloga señaló que el contexto representa una vulneración a la salud y a los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres.

“Casos como queuna mujer se quiera ligar y le pidan autorización de su pareja. Eso es una vulneración y todavía se da. O que le pregunten cuántos hijos tiene y así sea su decisión ligarse sin tener hijos, no lo hacen. Laviolencia obstétrica, hay casos casos donde mujeres fueron a ligarse y terminaron muertas, según denuncias de sus familiares. Todo esto es una vulneración de los derechos sexuales y reproductivos. Por esto, dentro de lo que ha sido la segunda reforma a de la Ley Orgánica Sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, (aprobada en 2007) se incluyó la violencia ginecológica”.

“La situación venezolana no ha mejorado. Seguimos cayendo en materia de servicios, salud, médicos, calidad de vida, etc. Hay menos personas estudiando por lo tanto hay menos médicos, cada vez es más difícil y costoso cuidar un embarazo. Las mujeres están dando a luz sin ningún tipo de asistencia”

Andrea Paola Hernández, activista por los derechos de la mujer.

Hernández considera que el problema de Venezuela en materia de salud, aunado a la pobreza, traen como resultado que la calidad de vida disminuye y con toda esta fórmula la mortalidad sube.

Las causas

Las hemorragias graves, la hipertensión, las infecciones relacionadas con el embarazo, las complicaciones debidas a la práctica de abortos en condiciones de riesgo y las afecciones subyacentes que pueden agravarse durante el embarazo (como el VIH/sida y el paludismo) son las principales causas de la mortalidad materna, indica la OMS.

En Venezuela, entre las causas se incluyen el hecho de que muchas mujeres no tienen acceso a servicios de salud de calidad, como atención prenatal, atención obstétrica y postnatal. Esto puede retrasar la identificación y el tratamiento de complicaciones durante el embarazo y el parto, lo que aumenta el riesgo de muerte materna.

A esto se suman las complicaciones que pueden existir en el parto, la falta de información y educación sobre salud sexual y reproductiva, el embarazo en edades tempranas, los factores sociales y económicos, según explicó el ginecólogo y obstetra Rubén Peralta, quien resaltó como el factor pobreza incide directamente sobre cada una de las causas principales de mortalidad materna.

“En el caso de las hemorragias, por una parte, hay pobre control prenatal porque los pacientes no tienen los recursos y esto hace que no se pueda detectar a tiempo un paciente que tenga riesgo de hemorragias, que son quienes hayan tenido múltiples embarazos, edad avanzada o con problemas hematológicos, entre otras patologías. También está el caso de los abortos, donde en ocasiones, la mujer puede sangrar mucho y complicarse con hemorragias hasta morir. Incluso se realizan abortos clandestinos donde no se tienen las medidas adecuadas. Todo esto contribuye a la mortalidad materna”.

Sobre las infecciones destacó la alimentación y cómo las mujeres de escasos recursos no cumplen con los valores nutricionales que requiere un embarazo.

“Debido a la crisis económica a la que está sometida la población venezolana, donde la mayoría no puede costear la canasta básica y lo que comen no necesariamente es del mejor valor nutricional, el sistema inmunológico se ve afectado, sumado al embarazo que induce una depresión del sistema inmunológico por los cambios. Esto pone a la mujer bajo distintos riesgos de infecciones”, dijo.

Agrega que en el caso de la hipertensión que se ve afectado directamente por la falta de control prenatal.

El Observatorio de Violencia Ginecobstétrica de Venezuela recomendó, ante el escenario, considerar el diseño de políticas públicas en la atención al parto y nacimiento, fortalecer la prevención y el abordaje de la violencia ginecobstétrica, establecer alianzas con instituciones públicas y organizaciones no gubernamentales para impulsar el fortalecimiento de capacidades en la prevención y preparación de la respuesta ante la violencia obstétrica.

En este sentido, el obstetra Peralta, añadió a las posibles soluciones para disminuir los índices de mortalidad materna, comenzar por el poder adquisitivo. Insistió en que si en el país no hay mejoría en materia económica, proporcionalmente tampoco la habrá para estas cifras, que mejorarían si las pacientes pudieran tener acceso a medicinas, exámenes, controles, vitaminas, una alimentación balanceada, pero también a un sistema de salud digno.

Considera que aún cuando se pudiera lograr una mejora de la economía, también faltaría eliminar o reducir el mercado de abortos clandestinos, que pone en riesgo la vida de las mujeres.

“Hace falta una discusión profunda sobre la pertinencia del aborto legal en Venezuela. Esa es una discusión pendiente como sociedad. La evidencia científica ha demostrado que cuando se ofrece la posibilidad de abortos seguros, la tasa de mortalidad materna disminuye y eso no lo puede ocultar o negar nadie”, comentó.

Agregó la necesidad de aumentar la cobertura de consulta prenatal, formaciones rigurosas para el personal de salud que aún queda en el país (teniendo en cuenta la fuga de profesionales ante los bajos salarios), acceso a distintos métodos de anticonceptivosy educación ante el embarazo precoz.

Misiones insuficientes

El Estado ha creado diversas políticas públicas, entre las que destacan la Misión Niño Jesús (2009) y el llamado Parto Humanizado (2017), que tenían como objetivo el acompañamiento a las mujeres antes, durante y después del parto. Esto incluía garantizar su derecho a la salud y a una atención digna, y que hoy es una utopía con la mayoría de centros de salud en decadencia y maternidades donde los insumos no son suficientes para atender a todas las mujeres.

“No hay una inversión fuerte en materia de salud porque a Pdvsa no le está entrando dinero, le sumas la pandemia por covid 19, vemos un panorama fuerte y desolador en lo que tiene que ver con la atención a mujeres. Está el programa Parto Humanizado, pero a la hora de la verdad, tienes una problemática dentro de los centros hospitalarios”, destacó Zambrano.

En febrero de este año, Naciones Unidas alertó que cada dos minutos muere una mujer por complicaciones relacionadas con el embarazo o el parto.

“Pese a que el embarazo debería ser una etapa de enorme esperanza y una experiencia positiva para todas las mujeres, por desgracia sigue siendo una experiencia increíblemente peligrosa para millones de mujeres de todo el mundo que carecen de acceso a una atención de salud respetuosa y de alta calidad”, señala un documento de la ONU.

En Venezuela esta descripción es muy acertada.

O, como concluye el informe del Observatorio de Violencia Ginecoobstetricia, «La realidad de las mujeres venezolanas participantes en el estudio se encuentra muy lejos de poder ser catalogada como una experiencia de parto positiva, por estar desprovistas de apoyo emocional y sin la posibilidad de ejercer su autonomía para tomar decisiones informadas. as intervenciones médicas y el trato recibido en los centros de salud evidencian el irrespeto a sus derechos sexuales y derechos reproductivos».

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