Entrevista UB

Rodrigo Michelangeli, el Rawayana cineasta

Baterista ocasional y miembro fundador de Rawayana, el fotógrafo y cineasta Rodrigo Michelangeli rodó en Caracas "Game Over", el nuevo videoclip de la banda. Allí estuvimos y conversamos con él

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En un ambiente lleno de modelos con vestuarios sorprendentes y reveladores, con ron Santa Teresa y suficiente cerveza como para armar la rumba de la vida, Rodrigo Michelangeli se concentra en una sola cosa: grabar el video perfecto para “Game Over”, el nuevo sencillo de Rawayana.

A mitad de la fiesta, los de producción gritan a su alrededor indicando a los bailarines y extras que deben moverse en ciertas partes y quitarse del plano en otras. Mientras, Rodrigo ve a través de la cámara que lleva colgada en un aparato-correa utilizado por videógrafos llamado Easyrig, y corre alrededor enfocando donde lo necesita. Así es la vida del director de fotografía.

Pero eso no es todo, baterista y miembro fundador de Rawayana, fotógrafo, director, productor y guionista… Rodrigo Michelangeli parece una Barbie: puede ser lo que quiera ser.

A los 10 años encontró dos de sus más grandes pasiones: la música y la fotografía. Empezó a hacer fotografía por sus hermanas, y el amor por la batería nació de las múltiples bandas que tenían los hermanos de sus amigos.

-Rawayana vino mucho después en mi vida. Vino cuando vivía en Bélgica (de intercambio del colegio) y mi amigo Tony Casas me mandó la canción “La panochita”, una que ya había grabado con Beto. Escuché esa canción y le dije “cuando llegue a Caracas, me tienes que dejar tocar con ustedes”. Y cuando llegué, me hicieron una audición ahí. Ellos ya tocaban pero no tenían baterista fijo, nada más tocaban con guitarra. Y les gustó. Ya los conocía un poquito pero ahí nos consolidamos. Ahí arrancamos hasta lo que es Rawayana hoy en día.

Ya no está en la batería, pero es uno más de la banda. Rodrigo Michelangeli es quien se encarga de la fotografía y dirección de muchos de los videos de Rawayana. Fue director de “Feriado” y “Brindo”, y director de fotografía en “Besos ricos”. Y ahora, justo en esta multitud de modelos y extras, se está ocupando del videoclip de “Game Over” en una fiesta recreada en una casa de Caracas.

Aunque pareciera que el director -que vive en Canadá- viajó a Venezuela solo para disfrutar de hacer el videoclip en la rumba, también vino por otro de sus trabajos: la producción de películas documentales. Michelangeli, junto a Jorge Thielend Armand, es dueño y fundador de la casa de producción La Faena Films, la cual se ha encargado de realizar proyectos de largometrajes y cortometrajes desde su creación en 2015.

Sus dos películas más exitosas –“La soledad” y “La fortaleza”- han ganado premios internacionales. Entre ellos, Michelangeli ganó el de Mejor Fotografía en el Festival de la Crítica Cinematográfica de Caracas.

En Caracas, el productor-fotógrafo está enfrascado en un documental personal sobre su familia para La Faena Films. Y, claro, siempre hay tiempo para una fiesta con Rawayana.

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-¿Cómo te enganchaste con la fotografía?

-Creo que empecé porque mi mamá tenía una cámara de video que estaba dañada. Sólo se veía la mitad de la imagen y me atrajo mucho ver por ese visor. Yo vivía en San Diego de los Altos, que es selva en los altos mirandinos. Y algo me atraía muchísimo de tapar el resto del mundo y ver a través de un visor, y elegir qué ibas a poner en ese cuadradito.

Además, tenía la limitante de que estaba malo. Sólo se veía la mitad de la imagen y eso me parecía maravilloso. Somos muy afortunados de vivir en este momento donde existe la fotografía.

Así fue que comencé, como a los 9 o 10 años, viendo a través de ese visor y grabando. Además, tengo familiares que son fotógrafos. Mi hermana estudió con Roberto Mata. Cuando era chiquito siempre estaba practicando con sus cámaras de 35 mm. Siempre lo tuve cerca por mis hermanas y familia. La fotografía y el video parten del mismo principio.

-A esa edad también empezaste en la música

-Sí, de baterista. Yo he tenido bandas desde que tenía 10 años hasta el sol de hoy. Eso empezó porque estudié en el San Ignacio y todos los hermanos de mis amigos tenían bandas, como Farándula Popular y Telegrama. Para nosotros, ellos eran unos rockstars, eran lo máximo. Nosotros teníamos una semana colegial en donde te podías presentar con tu grupo. Así empecé.

-¿Tocas a veces con Rawayana, además de grabar sus videos?

-Me invitaron a tocar con ellos en Lollapalooza, Chicago y me monté. También en Toronto y en Montreal. Cada vez que ellos viajan cerca de donde yo estoy, que es Canadá, trato de cantar con ellos algunas partecitas.

-En cuanto a los videoclips, en La Mega dijiste que eran una forma de arte ¿cómo sientes que te expresas artísticamente?

-Es un ejercicio muy sabroso. Desde que te presentan la canción hasta desarrollar la idea del video y después ejecutarla. Después, post producirlo, editarlo y sacarlo. Me gusta porque no es tan lento como en las películas que necesitas buscar financiamiento y te tardas mucho tiempo desde que tuviste la idea hasta que lograste hacerla. En los videoclips, los tiempos son más rápidos. Lo disfruto muchísimo, a veces más que nada.

-¿Cómo decides la estética de esos videos?

-Ya Beto y el equipo de Rawayana -Isa María, que hizo todo el arte del año pasado para el disco- tenían una identidad clara y sabían lo que querían estéticamente. Luego yo, con la parte de la fotografía y la dirección de la cinematografía podía lograr esos looks que ellos me piden. Pero siempre es una conversación y un consenso. Algunos los dirijo con Beto, otros los dirige él sólo y yo hago la toma de decisión en la fotografía. Nos turnamos mucho los roles creativos de la creación de cualquier video.

-A nivel audiovisual, ¿cómo será la vibra del próximo single?

-Creo que va a ser el cierre de todo el imaginario visual de “¿Quién trae las cornetas?”. Estéticamente se parece un poco a lo que hemos hecho, pero cambiamos algunas cosas para darle un cierre. Por ejemplo, el aspect ratio -el tamaño de la imagen- que será un poquito más alargada, un poquito más cinemático. Y filmamos en una rumba, entonces saldrá gente muy diferente entre sí. Eso va a ser muy lindo.

-Parecido a un documental

-Exactamente, tiene un aspecto documental que tal vez no necesariamente habíamos previsto, pero como se dio… Creo que va a ser muy natural y que va a captar lo que verdaderamente vivimos en esa fiesta.

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-¿Dirías que te apasiona ese género, el documental?

-El documental es un arte que hemos desarrollado mucho en La Faena desde el principio. Jorge -mi socio- hizo “Flor de la mar”, su primer cortometraje, y yo también hice mi cortometraje documental. Hemos estudiado esa forma de arte. Es dura, a veces. Es duro explorar la realidad. Uno se quiere quedar en la fantasía. Por eso yo creo que vi una dualidad en desarrollar proyectos profundos y reales, y desarrollar otros proyectos que son más bien flotando en las nubes.

-Con uno de esos documentales, “La fortaleza”, ganaste Mejor Fotografía en el Festival de Crítica de Caracas, ¿cómo fue el proceso de ser director de fotografía?

-Ya habíamos hecho “La soledad”, que fue nuestra primera película en La Faena -financiada por la bienal de Venecia- y te garantizaban el estreno. Como colaboraba con Jorge, ya teníamos (por “La soledad”) una cofradía y una camaradería importante. Por eso pasé a ser co-productor, co-guionista y director de fotografía en “La fortaleza”.

“La fortaleza” fue un proyecto grande y difícil. Fue en 2019 cuando estaba la crisis en Venezuela que no nos permitía tener un rodaje normal. La filmamos en Canaima. Estuvimos 6 semanas filmando allí, con los pemones, con la comunidad y con el papá de Jorge. No eran actores, nunca habían actuado, y los tuvimos que entrenar para que expresaran una versión de ellos muy cercana a la realidad. Para mí, la fotografía de ese proyecto fue un regalo porque estábamos en Canaima, y para cualquier lado que apuntes la cámara era un espectáculo.

-¿Cuál de tus proyectos es tu favorito?

-Es difícil elegir, pero el primero que me viene a la mente es un videoclip que hice para Hoek que se llama “Kung Fu Fighters”. Yo también lo protagonicé. Lo dirigí y lo protagonicé con mi hija y mi esposa. Es muy divertido porque me gusta bailar y en ese video me pusieron a bailar.

-Otra de tus pasiones: baterista, productor, bailarín…

-(Ríe) Bueno, no soy bailarín profesional, pero me gusta mucho la danza. Y he colaborado acá en Toronto con bailarines de danza contemporánea. Y quiero expandirme a esos rubros de arte. La danza es una de las mayores expresiones de arte. No tienes que decir nada.

-Pero eso también ocurre en la fotografía

-Sí, tienes razón.

-Volviendo a ella, ¿cómo se fundó La Faena Films?

-Jorge ya había hecho “Flor de la mar” y me acuerdo que nos conectamos mucho por Twitter. Nos conocimos en Toronto. Entonces, somos dos venezolanos en Toronto con la pasión de hacer cine venezolano. Naturalmente, fuimos como un imán. Nos juntamos, y nos dimos uno al otro lo que el otro necesitaba. Y así fundamos nuestra compañía. El nombre de La Faena viene de la película “Araya”, de Margot Benacerraf. Tenemos el interés de explorar la sociedad venezolana contemporánea y de hacer películas aquí, y de volver para contar nuestras historias.

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-¿Tienes algún otro proyecto en marcha?

-Tengo un proyecto musical que se llama Kunavichito que este año va a empezar a sonar. Van a empezar a sacar temas. Es con Gonzalo Briceño, que es mi cuñado y vive en Toronto también. Somos dos, y bueno… ya después podrás escuchar la música…

También estoy trabajando en un documental muy personal de mi familia. Por eso estoy ahorita en Caracas. Y Jorge está ahorita filmando en Calí un cortometraje de La Faena. Es muy emocionante porque estamos filmando en 16 mm, que es una manera de filmar en película, con latas de película que se revelan. Entonces tienes que calcular. Nada más tienes 7 latas para tu corto, lo que significa que solo tienes 70 minutos para filmar. El proceso de rodar en cine es muy retador. Pero es muy bonito porque te hace concentrarte como nunca, porque apenas le das a la cámara, gastas película.

-¿Qué te inspiró a hacer eso? ¿Qué directores o fotógrafos te inspiran?

-En verdad, hoy en día es difícil decir nombres… Los mejores directores, como Lubezki y Roger Dickins, me inspiran siempre porque son los mejores. Pero también, por ejemplo, en el mundo de la fotografía local conozco a alguien, es un gran amigo que me ha ayudado con mi carrera. Se llama Luis Armando Arteaga. Él es un director de fotografía venezolano y francés espectacular. Me inspira muchísimo su trabajo.

¿Sabes que me inspira a mí? Ver un árbol, ver la montaña, y no perder el asombro. Es el ejercicio de nunca perder la capacidad de asombro. A veces uno está cansado y no quiere ver la vida de manera positiva, pero hay que replantearse que es una alegría estar vivos. Y que es bueno que podamos ver el mundo de esta manera, con nuestros sentidos. Es un regalo. Poder replantearse, compartirlo y reproducirlo, es un arte.

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