Melomanía

Kevin y Liniers: Un cancionista y un dibujante entran a un bar...

Kevin Johansen y Liniers regresan a Venezuela para ofrecer dos funciones de un espectáculo lúdico donde la música, las artes visuales y el buen humor son los ingredientes principales | Por Ángel Ricardo Gómez

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Fotos: Nora Lezano
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Ahí está él, con su voz de locutor de medianoche, al que se le escapan frases en perfecto inglés anglosajón y al que le encantan los juegos de palabras. Viste una chaqueta negra casual con una franela del mismo color que muestra una batería solitaria en un escenario, un símbolo del mundo que le apasiona.

Kevin Johansen (1964) nació en Alaska, Estados Unidos, pero pasó su vida entre Colorado, Arizona, San Francisco, Nueva York, Montevideo y Buenos Aires, donde reside y de donde dice que es. Desde allá atiende la entrevista vía Zoom. Se define como un cancionista des-generado porque no está casado con un género en específico sino con toda la música y a juicio de algunos, la que le brota es buena e inteligente.

No está solo. Otra de las pantallas de la plataforma de comunicación se convierte en una ventana hacia el estudio de un personaje tan interesante como el primero. En el fondo, pueden verse libros, papeles, marcadores: parece que la entrevista lo sorprende trabajando en alguna de las tantas tiras cómicas que produce a diario.

El argentino Ricardo Siri (1973), mejor conocido como Liniers, atiende desde su casa en Vermont, Estados Unidos. Comenzó su carrera dibujando fanzines para revistas argentinas, y a partir de 2002 comenzó a publicar en el diario Página 12 su obra más popular: Macanudo. Tiene más de 30 libros publicados y sus trabajos como ilustrador y dibujante varían desde tapas de discos, afiches de películas y etiquetas de vinos, hasta portadas para revistas como The New Yorker.

Ambos traen a Venezuela un espectáculo donde el primero hace algo que no se ve y el segundo hace algo que no se escucha. Entre música e ilustraciones en vivo, el público va recorriendo las canciones de Kevin Johansen, sus variopintos temas y músicas que pasan por la cumbia, la ranchera, el pop, el rock, el jazz o el tango.

“Una melodía es aire / Un color no se puede tocar”, dice una de las estrofas de Puntos equidistantes donde Kevin Johansen hace una colaboración con Natalia Lafourcade. Sin embargo, en este espectáculo que tendrá dos funciones en el Centro Cultural de Arte Moderno (antiguo BOD), mágicamente las melodías se harán visibles y los colores serán palpables…

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Kevin & Liniers: sociedad creativa

-Liniers crea tiras cómicas a diario. ¿Puede Kevin crear canciones a diario?

-Kevin: Sí lo hago (risas). Como decía Joaquín Sabina, “nos sobran los motivos”, y cuando nos faltan, igual ese músculo se ejercita. Uno siempre está tarareando cosas, pensando en un título, dándole vueltas a una idea, lo que pasa es que es diferente a la obligación, si se quiere, de una tira diaria. Aunque yo he visto que Liniers puede hacer cinco o diez en un día… ¿Cuántas hacés en un día lento, Ricardo?

Liniers: En un día lento, ninguna. En un día rápido puedo hacer dos o tres. Con un poco de suerte cuatro, que ya es increíble…

-¿Kevin, te has propuesto en algún momento hacer una canción diaria o no tienes esa disciplina?

-Kevin: Cantidad no es calidad

Liniers: ¿Cómo que no? (Risas)

Kevin: La canción es un género tan fácil como los tres o cuatro minutos que dura, o es tan compleja como la ciencia nuclear y uno tarda 25 o 30 años en terminar de elucubrar una canción. Creo que de ahí viene la fascinación que tenemos los cancionistas por el género, tiene algo muy automático que uno logra atravesar todos los laberintos posibles que puede tener una canción: estrofa, estribillo, depende, uno puede romper con la canción….

-Kevin canta temas en el concierto que escribió en algún momento y que ha cantado varias veces. Liniers debe improvisar en cada concierto. ¿Cómo te va con ese reto, Liniers?

-Liniers: Hay canciones que voy medio para ningún lado. A veces la canción está diciendo algo sobre McGuevara o Che Donald’s o sobre hamacas –Kevin habla sobre temas muy disímiles– y obviamente se está yendo hacia un lado. A veces dibujo al Che, a veces a Ronald McDonald’s, a veces pinto con acrílico, a veces uso creyón, a veces se me ocurre algo a mitad de canción y digo voy a meter esto. El otro día una chica pidió una canción que se llama Cuentas claras que Kevin no había tocado nunca conmigo. Empezó la canción y yo no sabía de qué se trataba, no me acordaba, entonces puse la calculadora del teléfono y empecé a hacer cálculos y funcionó.

Kevin: La vamos a repetir. Fue una improvisación…

Liniers: Quedó muy linda y descubrimos un error matemático porque Kevin dice que “dos menos uno es nada” y yo puse dos menos uno y es uno (risas)

Kevin: Es una canción romántica, es una matemática muy subjetiva la mía.

-¿No admite matemáticas la música de Kevin Johansen?

-Kevin: ¡Me encanta! La música es matemáticas, me dijo un profesor de matemáticas hace muchos años porque a mí no me iba bien y en tercer año de la secundaria mi mamá creo que me había sugestionado porque ella era muy de letras, y me dijo “yo era muy mala en matemáticas” y supuse que yo también sería malo. Y en esa parte de trigonometría y logaritmos –no algoritmos– uno estaba con dificultad y el maestro me dijo “pero vos sos músico y la música es matemática, vas a ver qué entiendes más de lo que piensas” y allí hice un click por suerte y aprobé la materia. Por supuesto hay muchísimo de matemáticas en la música, de cuentas, uno está contando consciente o inconscientemente, la entrada de los temas, si está en ¾ o 6/8, hay un montón de cosas numéricas. Una vez el jazzista Gary Burton, vibrafonista, en una gran clínica decía que los músicos que tocamos en círculo, en garajes, nos olvidamos de que lo más importante es el público (por lo técnico y el virtuosismo)… Yo agradezco que toco con Liniers porque los músicos somos insoportables a veces.

Liniers: A veces toco el ukelele en el show y no sale siempre igual y Kevin me dice Mayor, Menor… y yo, ¡no sé de qué me estás hablando!

-¿Ahora que hablamos de público, cómo hace Liniers para no hacer arte populista o arte que complace al público todo el tiempo y acalla las necesidades del artista?

-Liniers: Siempre eso me parece… ¿cómo vas a pretender saber quién es todo el público y qué es lo que quiere del arte? Apenas uno se conoce más o menos a uno mismo.

Yo trato de hacer lo mejor que me sale en ese momento, lo que a mí me mueve. Y cruzo los dedos para que entre el público haya alguno medio parecido a mí que diga “mirá, yo también había pensado eso, me identifico con eso o me pasa algo parecido”. Pero generalmente cuando uno hace algo para que le guste a todo el mundo o va a ser algo muy obvio que no va a ser interesante o le vas a errar y no le va a gustar a nadie. Entonces, me parece que es subestimar a la gente cuando decimos “todo el mundo quiere lo mismo” o “no somos todos muy diferentes”. Vos hacés lo que tengas que hacer y cada quien va a agarrar lo que necesita. Por eso Kevin escribe música así porque a él le interesa toda la música y va para todos lados y hay gente que se le acerca y le dice “me gusta esta canción”, y al próximo que viene no le gusta la misma canción, menciona otra.

-¿Qué ocurre antes de cada concierto? ¿Conversan sobre lo que va a pasar o dejan fluir?

-Kevin: Afortunadamente diría que nos conocemos mucho y hay cosas que no queremos saber de lo que el otro va a proponer. Hay un elemento de improvisación. Obviamente, las canciones ya están prefijadas, la dinámica de la canción siempre varía para mí, pongo énfasis en una frase o en otra, uno intuye que el público espera algo o lo sorprendes. Tenemos un dinámica que intentamos que sea muy libre y muy improvisada dentro de lo posible.

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Fotos: Nora Lezano

-¿Cómo es el proceso creativo de Liniers? ¿Cuáles son tus chispas creativas?

-Liniers: La sorpresa. Algo de lo que pasa tiene que tomarme por sorpresa, ni siquiera una gran sorpresa sino un pequeño detalle, o es algo malo o una cosita, eso no lo hice antes o eso la gente no se lo vio venir, allí me divierte sentarme y ponerme a dibujar.

-¿Y cómo logras la sorpresa en shows donde los temas que suenan ya sonaron y van a volver a tocarse?

-Liniers: Dentro de ese espacio queremos también sorprendernos. En El incomprendido por ejemplo, yo terminaba rompiendo todos los papeles en la mesa porque yo soy un incomprendido. Todos los espectáculos seguro una o dos sorpresas van a tener porque, para empezar, Kevin no toca siempre exactamente lo mismo. Hay un par de canciones que nos gusta tocar siempre –digo, “nos gusta”, como si yo tocara (risas)–.

Kevin: Es algo contra el propio aburrimiento, no queremos caer en el piloto automático entonces creo que ahí hay terreno fértil, ahora que estamos entonados de vuelta, tenemos un año volviendo a hacerlo podemos hacernos un par de chascos el uno al otro… A veces él toca y yo dibujo…

-¿En general, cómo es tu proceso creativo, Kevin? ¿Se te ocurre una letra o una música? ¿O primero es la idea? ¿Qué haces, las grabas en notas de voz, las apuntas?

-Kevin: La máquina no descansa nunca porque la música aparte está en tu cabeza. Una vez Prince dijo “cuando quiero escuchar música nueva, la compongo” y a mí me parece una frase brillante. Es como preguntarle a un dibujante si lee a otros dibujantes, sí, los lees, estás al tanto de uno que hace unas cosas que están buenísimas. Yo sé de Jacob Collier, de Natalia Lafourcade, y conozco lo que hacen los colegas pero por ahí uno está tan ocupado con lo de uno que no tenés tiempo mental, que no es cronológico, te ocupa mucho espacio. Yo estoy componiendo todo el tiempo. Y además lo hermoso de la música y de tener más que oído absoluto, oído obsoleto, en mi caso, es que uno puede estar mirando un partido de fútbol, en su zona de confort, tomando vino o cerveza, con tu hijo de nueve años correteando… y estás ahí y agarrás el celular y tirás una frase. Tengo unos 3.500 voices o notas de voz que son 3.500 canciones quizás, o 2.000, y seguramente de allí saldrán tres buenas, ¡pero no importa!

-¿Qué expectativas tienen con este nuevo encuentro con Venezuela?

-Kevin: La primera vez que probamos este espectáculo fue en Venezuela, pero hace 15 años, ese fue como el bautismo de fuego. En 2014 vine al festival Suena Caracas con The Nada y Liniers a distancia. Estamos felices de volver a Venezuela, que ha sido un lugar que nos cobijó y nos recibió desde el primer momento. Nos sentimos que teníamos un público que nos interpretaba, que tenía esa complicidad con nosotros, que le gustaba el formato de un dibujante con un cancionista haciendo de las suyas. Así que esperamos encontrarnos con ese público como si fuera un encuentro romántico. Además, que es un montón de tiempo por lo que esperamos que nos recuerden y que tengan ganas de encontrarse con nosotros. -Ángel Ricardo Gómez

Coordenadas: 6 de abril, 7 pm. 7 de abril, 6 pm. Centro Cultural de Arte Moderno, frente a la plaza La Castellana. Entradas a la venta en liveri.com.ve

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