Son muy frecuentes los problemas sexuales que podemos padecer. Aproximadamente, la mitad de las personas del mundo occidental han tenido alguna vez un problema sexual. Pero solo tres de cada diez personas buscan ayuda profesional.
Debido a que la respuesta sexual es un proceso psicosomático, lo usual es que la causa de las disfunciones sexuales implique tantos los factores psicológicos como los factores físicos.
Entre los factores físicos causantes de las disfunciones sexuales se incluye el uso de las drogas; alcohol, cigarrillo, estimulantes. Así como también algunos medicamentos psicoterapéuticos o antihipertensivos.
Una mala praxis quirúrgica, desordenes endocrinos, deficiencias hormonales o diversas enfermedades como la esclerosis múltiple, diabetes y tumores, pueden afectar nuestro desempeño al ejercer la función sexual.
Para las causas psicológicas nos encontramos muchas veces con experiencias sexuales traumáticas previas, ya sea en la infancia o en la etapa adulta pueden marcar a la persona para siempre y generar un trastorno sexual. Asimismo, la crianza con una educación sexual extremadamente moralista pudiera desencadenar que una persona tenga un problema sexual, al igual que poseer creencias religiosas muy rígidas.
La experiencia clínica ha llevado a proponer que existen cuatro categorías para las disfunciones sexuales:
1. Trastornos del deseo sexual
Este trastorno es definido como la inhibición persistente y universal del deseo sexual tanto en la mujer como en el hombre. La incapacidad para tener ganas o motivación sexual. Pero, también puede ocurrir lo contrario, un deseo sexual insaciable –adicción al sexo.
2. Trastornos de la excitación sexual
Fallo parcial o completo, recurrente o persistente, en la obtención o mantenimiento de la erección en el hombre, o de lubricación en la mujer, hasta el final de la actividad sexual. Lo que antes conocíamos como impotencia o frigidez, hoy día son llamados disfunción eréctil para los hombres y excitación sexual femenina inhibida.
3. Trastornos del orgasmo
Ausencia o retraso del orgasmo, tras una fase de excitación normal, durante la actividad sexual. Pueden ocurrirle tanto al hombre como a la mujer.
4. Trastornos de dolor sexual
Afectan exclusivamente a las mujeres y se conocen como dispareunia (intercambio sexual doloroso) y vaginismo (espasmos involuntarios de los músculos de la pared vaginal que dificultan o impiden el coito).
Existen otros tipos de problemas sexuales no clasificados en estas categorías, pero que de igual forma afectan a las personas que los padecen. Generando en ellas problemas emocionales y alta tendencia a la depresión.
Una disfunción sexual que se mantenga en el tiempo, puede llegar a generar otras complicaciones, sumándole otras disfunciones sexuales. Por ejemplo, una persona que padezca de eyaculación tardía puede generar en su pareja dificultad para alcanzar el orgasmo.
Para cualquier molestia o incomodidad en cuanto al ámbito sexual, se recomienda evitar pensar que somos los únicos que tenemos el problema sexual. Hablar con nuestra pareja y reconocer que hay un problema es la clave. Porque solo reconociendo la existencia del problema podemos atacarlo.
Evitemos fingir, seamos sinceros y no le demos largas al asunto. Entre más tiempo pasa, más crónico se hace el problema sexual. Acudir ante el profesional capacitado, el sexólogo, es la más acertada solución. La Terapia Sexual utiliza un conjunto de métodos y técnicas para tratar las disfunciones sexuales.
En una terapia sexual se realizarán varias sesiones clínicas en donde se expresen los conflictos, para luego evaluar los síntomas y así explorar el desarrollo sexual. También se incluirán técnicas conductuales que la persona o la pareja deberán realizar en casa.
Acudir a un especialista es la única forma para solventar una disfunción sexual, porque así podemos aprender de manera más amplia sobre nuestra sexualidad, sobre ideas y creencias erróneas que tenemos al respecto y que son, en muchas ocasiones, el origen de los problemas sexuales en las pareja.