Viciosidades

Y Nicolas Cage creó al delirante Drácula de esta generación

“Renfield”, de Chris McKay, juega con la figura del vampiro y la transforma en algo más simbólico. También le da un nuevo rostro a Drácula, uno de los monstruos clásicos del cine, encarnado por un deslumbrante Nicolas Cage en plenitud de sus excesos

Drácula
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Es narcisista, violento, pendenciero y exigente. El peor de todos los jefes del mundo. Y también es un vampiro. Drácula (Nicolas Cage) no se detendrá para matar y encontrar su lugar en el mundo moderno. A su lado, Renfield (Nicholas Hoult) es una criatura atrapada en una convivencia insostenible que se extiende por siglos. Se necesitan. Se enfrentarán. Por último, intentarán sobrevivir al odio que les une, la época que les consume y la inmortalidad que les aísla del mundo que les rodea.

La enésima encarnación del vampiro llega en esta ocasión desde la óptica del abuso y la codependencia. Pero también, de la violencia explícita porque Drácula y su acólito están más allá de las reglas humanas. A lo anterior, habría que añadir un humor camp que hace más hostil todo el escenario. Porque, por supuesto, el director Chris McKay dio rienda suelta a Nicolas Cage para crear la versión sobre el bebedor de sangre más posmoderna, estrafalaria e incomprensible de los últimos años. A la vez, la más existencialista, filosófica y bien construida.

Atrás quedaron los vampiros con pieles brillantes o las criaturas obsesionadas con el arte y la ciencia. Cage, que tiene una larga carrera dedicada a encarnar entes despreciables que terminan por ser entrañables, encuentra en Drácula su escenario perfecto. Su criatura tiene la piel de un pálido verdoso, dientes filosos como los de una piraña y buen gusto al vestir.

Por supuesto, tiene una considerable sed. Una tan brutal como para que “Renfield” intente hacer reír entre litros de sangre –digital- y cabezas decapitadas. No hay límites para este inmortal ni para su necesidad de imponer su poderosa presencia. Drácula sabe lo que quiere, lo que necesita, lo que busca. Y entre esa maraña de deseos insatisfechos está Renfield, su desgraciado acólito.

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Hollywood ha sido generoso con los vampiros. Prácticamente, todas las generaciones tienen un rostro que puedan identificar con el monstruo clásico. Desde Bela Lugosi, con toda su tristona elegancia europea, el siniestro y sofisticado Christopher Lee, pasando por el romántico Robert Pattinson, hasta la encarnación del poeta roto eternizado de Tom Hiddleston. El inmortal pesaroso que vaga entre las sombras es uno de los temas favoritos del cine por sus tétricas posibilidades e indudable encanto.

renfield

Por ese motivo, la singular decisión de Renfield, de poner el foco de atención en el sirviente atormentado y no en su apoteósico Drácula, sorprende. Pero resulta, en la medida en que Nicholas Hoult (que como Cage, parece tener predilección por los papeles torturados y levemente afligidos), convierte al sirviente del Señor Tenebroso en una versión el dolor.

El vasallo, unido a su maestro por un trato místico que traiciona al rebelarse por amor, es una premisa ambigua; una que combina la delicadeza pesarosa de los vampiros de antaño con la necesidad del presente de psicoanalizar al monstruo. Entre ambas cosas, “Renfield” es una burla, un chiste cruel, pero también una perfecta puesta en escena que convierte a Nueva Orleans en un inquietante parque de recreo de figuras espectrales.

El deseo y el hambre en“Renfield”

La historia va de un lado a otro en medio del miedo y la repugnancia, pasando por la burla rampante al ideal moderno de la eternidad. Drácula no lee -no quiere hacerlo- , besa manos de ancianas a las que luego devorará, arranca cabezas mientras diserta alegremente acerca del futuro que espera conocer.

¿Qué mayor caricatura del vampiro cursi, brillante y romantizado, que esta bestia cruel que se toma un segundo para limpiarse los labios mientras la víctima grita a sus pies? ¿Qué matiz podría ser más inteligente que la de un criado pesimista que se convierte en una tierna versión del mal solapado?

Renfield

Tanto Drácula como Renfield tienen un destino y un impulso en común: sobrevivir. Juntos, batallarán en ese escenario único, mientras la realidad a su alrededor se cristaliza y se descompone en fragmentos de preguntas y dudas mal resueltas.

“La eternidad no es para cobardes”, dice Drácula, con una cabeza decapitada entre las manos. “La vida tampoco”, responde Renfield, cansado y afligido. Quizás, el mayor mensaje subyacente que deja una película burlona que tiene el buen tino de jamás tomarse en serio.

Créditos: Nicholas Hoult (Mad Max: Furia en el camino, X-Men) es Renfield y Nicolas Cage es su jefe, Drácula. La película está coprotagonizada por Awkwafina (The Farewell, Shang-Chi y la leyenda de los Diez Anillos), Ben Schwartz (Sonic, The Afterparty) y Adrian Martinez (La increíble vida de Walter Mitty, Focus).

«Renfield» está dirigida por Chris McKay (La guerra del mañana, LEGO Batman: La película) a partir de un guion de Ryan Ridley (Ghosted, Rick & Morty), basado en una idea original del creador de The Walking Dead e Invencible, Robert Kirkman.

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