Venezuela

Aseguran que agentes de inteligencia operan bandas de secuestro y extorsión

Lo habían hecho bajar del apartamento bajo engaño y ahora se encontraba con los ojos vendados dentro de una camioneta que transitaba de noche por las calles de Caracas. “¿Es un secuestro?... ¿Me van a matar?”, preguntó el asustado joven a los hombres que le habían obligado a subir al vehículo a punta de pistola.

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“Depende”, le contestó uno de ellos “Colaboras, y nada te va a pasar”.

El relato forma parte del testimonio escrito a mano por José Daniel Stekman Lugo, quien fue interceptado a mediados de agosto del 2013 por cuatro hombres que luego lo torturaron para obligarlo a confesar dónde estaban el dinero y los autos de su tío. Pero sus agresores no eran delincuentes comunes sino agentes de la Dirección General de Contrainteligencia Militar de Venezuela (DGCIM), reseñó El Nuevo Herald en su página web.

“Este es un modus operandi muy común”, explicó Anthony Daquín, ex asesor del Ministerio de Interior y de Justicia de Venezuela. “Efectivos de la Dirección de Contrainteligencia Militar y del Sebin (Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional) operan estas bandas de secuestro y extorsión”.

Sus víctimas son los acusados por las cortes chavistas de cometer algún delito y los secuestros son perpetrados por los mismos agentes de los organismos, normalmente dos o tres días antes de que sean entregados a orden de los fiscales para ser procesados.

El objetivo es sacarles a las víctimas la mayor cantidad posible de dinero y propiedades, frecuentemente bajo tortura, antes de que sean entregadas a la justicia chavista.

Stekman fue secuestrado durante la gestión de Hugo Carvajal, el retirado general que enfrenta al menos seis procesos judiciales distintos en Estados Unidos por su presunta participación en operaciones del narcotráfico, incluyendo el presunto envío de 5.6 toneladas de cocaína encontradas en México dentro de un avión DC-9 que partió de Venezuela en el 2006.

Por la publicación y seguimiento del caso de Carvajal, investigan a siete periodistas.

Lea más en el Nuevo Herald.

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