Venezuela

Un programa económico consensuado

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Foto: Andrea Hernández

El pasado jueves, la Asamblea Nacional acordó delegar a la Comisión Permanente de Finanzas y Desarrollo Económico la elaboración de una propuesta de programa económico consensuado con el Gobierno Nacional, los sectores productivos, las organizaciones de trabajadores y la propia Asamblea, que contenga las medidas necesarias a corto, mediano y largo plazo para superar la crisis económica y social que atraviesa el país. Se trata de presentar alternativas viables de política, en respuesta a la manifiesta resistencia del Ejecutivo a rectificar.

Luego de mucha expectativa, Maduro por fin anunció una serie de medidas, que distan mucho de constituir un programa integral y coherente, y que en esencia se reducen a una devaluación del bolívar y un aumento del precio de la gasolina. Para comprender por qué dichos anuncios no alivian los problemas económicos de fondo, sino que por el contrario los agravan, en necesario entender que el país enfrenta una doble brecha de financiamiento, o lo que se conoce en la literatura especializada como déficits gemelos. Por un lado tenemos un déficit interno, estimado en 20% del PIB, producto de que el ingreso fiscal es mucho menor la gasto y, por otro lado, un déficit externo de al menos 35 mil millones de dólares, consecuencia de que los ingresos por exportaciones son mucho menores a las necesidades de divisas para importar y servir la deuda. En este contexto, tanto la devaluación como el aumento de la gasolina lo que hacen es generar más bolívares para el fisco, pero no generan ni un solo dólar adicional, por lo que apuntan a cerrar la primera brecha pero no la segunda. En cierto sentido, el Gobierno adoptó medidas para resolver su problema interno de caja, sin resolver los problemas de la gente.

Lo peor es que se anuncia una devaluación y un aumento de la gasolina sin rectificar en cuanto a la política monetaria, por lo que se sirve la mesa para una escalada inflacionaria sin precedentes, lo que necesariamente se traduce en mayor pobreza. Si para efectos del argumento, damos por buenas las cifras publicadas esta semana por el BCV que colocan la inflación de 2015 en 181% (315% en alimentos), y consideramos que en el mismo lapso los salarios subieron en 96%, cabe preguntarse ¿quién ganó la carrera? Al mismo tiempo, Maduro no anuncia ni una sola medida que apunte a reactivar la producción nacional y la generación de divisas. En nada aliviará el desabastecimiento la creación de una suerte de Frankenstein con los pedazos que quedan de Mercal, Pdval y Bicentenario, pues el problema fundamental de la economía no es de distribución sino de producción, y eso es algo que parecieran no querer entender.

Ante este panorama, la Asamblea Nacional no puede quedarse paralizada, y en esto incluyo a la bancada oficialista, quienes no pueden eludir por conveniencia partidista su responsabilidad ante el electorado. En las próximas semanas, nos toca avanzar en el diseño de un programa económico consensuado que, en el menor tiempo posible, corrija los graves desequilibrios macroeconómicos, garantice la reactivación del aparato productivo y recupere la calidad de vida de la población. Se trata de que el Legislativo cumpla con su función de servir como foro nacional de discusión política, a los efectos de no quedarse en la mera crítica y, con la mejor disposición, plantear al Ejecutivo alternativas viables ante la crisis.

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