Venezuela

Maduro reconfigura su mundo sin Dilma

El gobierno venezolano perdió un poderoso aliado tras la suspensión de la mandataria brasileña, el modelo propuesto desde Caracas, sin recursos y con una gran crisis, se queda sin acólitos.

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TEXTO: MANUEL TOVAR

“En Latinoamérica, la crisis económica, la corrupción y las turbulencias políticas han puesto fin a las aventuras de política exterior de dos naciones que parecían destinadas a liderar una nueva era: Brasil y Venezuela”, escribió Christopher Sabatini en la revista Foreign Policy.

El caso brasileño es el más claro ejemplo del realineamiento del contenido doctrinario al pragmático que se da en Latinoamérica, y Venezuela sumida en una crisis política, económica y social no escapa de esta realidad.

Los expertos coinciden en que hay vientos de cambio en la región, y afirman que el péndulo vuelve al centro.

“Lo que sucede en Brasil es el ejemplo más claro de un cambio de correlación de fuerzas y representa el signo más transparente de un giro de los populismos de izquierda en la región”, indicó el embajador Oscar Hernández.

Milos Alcalay, embajador de Venezuela ante la Organización de Naciones Unidas y en Brasil, criticó las declaraciones venezolanas tras la suspensión de Dilma Rousseff del poder. Consideró que las reacciones tan intempestivas y poco diplomáticas exhibidas por la cancillería muestran que se ha perdido el sentido de la relación estratégica con Brasil.

“La diplomacia es una relación de Estado a Estado, no debe haber enemigos. Se deben respetar las posiciones internas y Venezuela no puede inmiscuirse en Brasil, tal como exige respeto por sus asuntos internos. No es una diplomacia de carritos chocones”, dijo el diplomático.

Agregó que con un vecino tan importante, tiene que haber una relación estratégica y no se pueden ideologizar las relaciones, independientemente de quien esté gobernando en el Palacio de Planalto.

“En una posición tan delicada como la venezolana en la actualidad no se puede llevar una posición de partido de gobierno y no de Estado. Buscar enemigos es una torpe actitud, un boomerang que afecta a la diplomacia. Brasil es parte de los organismos regionales como Unasur, Celac y Mercosur y ya no hay solidaridad automática con Venezuela, y no solo de parte de Brasil, es una actitud reiterada en el contexto internacional”, afirmó Alcalay.

Por su parte, el profesor titular de la Universidad Central de Venezuela, Carlos Romero, afirmó que la separación de la presidente Dilma Rousseff de su cargo implica un nuevo descalabro para el gobierno de Nicolás Maduro.

“En Brasil se inicia el proceso de un nuevo gobierno que será más cauteloso en su alianza con Venezuela”, señaló.

El académico explicó que con la salida de Rousseff de Planalto es claro que Venezuela pierde un aliado estratégico en el contexto internacional. “El gobierno del Partido de los Trabajadores con Luiz Inácio Lula Da Silva fue siempre un apoyo para Caracas”.

– Menos ideología, más comercio –

Los analistas también coincidieron que el giro en Brasil buscará una ampliación en los negocios. Hernández afirmó: “Brasil vuelve al camino de la economía abierta, Henrique Mierelles, el ministro de Economía de Temer, ya fue presidente del Banco Central durante la era Lula. Y es artífice, en parte, de la bonanza económica de la que gozó el país. Su designación sirve para tranquilizar a los mercados y los sectores productivos de esa nación”.

Agregó que hacia el exterior Brasil va a querer acercarse a mercados como los de la Unión Europea y Estados Unidos, un repliegue de la cooperación Sur-Sur y probablemente hasta romper la negociación en bloques de Mercosur, donde Venezuela ya de facto está aislado.

“Probablemente el acercamiento sea hacia la Alianza del Pacífico y abrirse más a esos mercados. La política exterior será más liberal y de claro interés por el comercio internacional”, afirmó.

Romero coincidió en que el intercambio comercial entre Caracas y Brasilia, probablemente, no sea tan amplio.

Alcalay señaló que, ante en el panorama regional, Venezuela debe sumarse a los proyectos o apartarse.

Explicó que no se pueden llevar a cabo una política monetaria común o el libre comercio en la región con el modelo bolivariano, un esquema carente de pluralismo ideológico, y ahora menos viable por la falta de recursos.

“Se debe terminar con el concepto de Venezuela como la piñata de América Latina, y abrirse a las oportunidades para producir. Hasta Cuba ha cambiado sus criterios, ha entendido que debe insertarse y adaptarse a los tiempos, pero aquí el gobierno se radicaliza más en vez de aceptar la transición que favorece a todos. El fracaso del socialismo del siglo XXI ha quedado evidenciado y el caso venezolano es el de la caída más estrepitosa”, sentenció.

– Expuesta en el continente –

Alcalay recordó que muchas personas apoyaron el modelo cubano-venezolano que propugnaba hambre cero, justicia social para los marginados, salud y educación gratuita. La idea tuvo una ola de expansión que llegó a muchos lugares como Bolivia, Nicaragua, Paraguay, Uruguay, Brasil. “Era la corriente del socialismo del siglo XXI que parecía ofrecer solución, pero colapsó igual que el socialismo del siglo XX”.
Pero el cambio de modelos que surgieron de esa expansión deja expuesto al gobierno de Maduro ante una posible invocación y aplicación de la Carta Interamericana Democrática. Algo impensable seis meses atrás.

El embajador Hernández señaló que seguramente Brasil será más crítico con Venezuela en todos los foros internacionales: OEA, Mercosur, Unasur y Celac.

Para Alcalay ideologizar la región y desinstitucionalizar los foros fue un grave error, dijo que con eso se perdió la especificidad para la que se les creó. “Es lo mismo estar en el Alba que en otro organismo, se repite la cantaleta antiimperialista, se pierde especificidad. Mercosur tenía por fin ser un mercado común, pero si no te gusta la economía de mercado ¿Para qué estar allí? Se quiso imponer una agenda ideologizada políticamente, las instituciones perdieron propósito para ser un altorparlante del Alba, que valga decir ha quedado aislado”.

Añadió que la Carta Interamericana de la OEA inspiró a una democratización que no sirve solo para hacer elecciones, sino para el respeto de los derechos humanos, y de las libertades civiles.

“El Protocolo de Ushuaia fue creado y para ser integrante de Mercosur hay que ser democrático. Argentina, Brasil, Paraguay van a reinstitucionalizar, el organismo. Uruguay está en la misma línea de Argentina y Brasil. Mercosur rompió muchas relaciones por sacrificarse con la ideologización, el aporte de nuevos gobiernos permite replantear el foco de la organización”, indicó.

Romero, a su vez, consideró probable una separación entre Caracas y Brasilia.

“Tenemos que esperar como va a ser el gobierno de Brasil en política exterior, pero seguro perjudicará la alianza, incluso en organismos como el Mercosur o la OEA, porque ya no existe el factor ideológico en el apoyo. Todo parece indicar que habrá un distanciamiento”, afirmó.

– Ocultamiento y corrupción –

Romero señaló que son muchos los elementos que enfrenta la presidente suspendida, Dilma Rousseff, que atañen y se vinculan con Venezuela y han servido también para mostrar lo turbio del manejo político y económico de ambos gobiernos.

“Son notorios lo problemas de corrupción, los ocultamientos de negocios que hay en Brasil y que se relacionan a Venezuela. Por supuesto la idea de la separación de Rousseff de la presidencia da una idea del eclipse del Socialismo del siglo XXI en América Latina”, aseveró. Y añadió que los casos investigados en Brasil permiten insistir en las investigaciones del tema de corrupción de empresas venezolanas.

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